Deportes
Un mundo raro
“Cuando se habla y se critica de futbol es como con el sexo,
todos pensamos que lo hacemos muy bien”.
Claudio Borghi
Este mundial es raro, muy raro. El futbol es tan maravilloso que de repente nos vende la idea de que vivimos en una realidad alterna donde las cosas no son tan malas, tan injustas ni las desgracias son tan frecuentes.
En este planeta futbolero llamado Rusia 2018 también los poderosos sufren, los peces chicos le pegan mordidas a los tiburones y en ocasiones los vencen, existe algo parecido a la justicia que por medio de la tecnología medio remienda las decisiones equivocadas, los espectadores terminan gritando goles de equipos que en otras épocas ni voltearían a ver.
Las potencias del balompié que en mundiales pasados dominaban a las escuadras humildes con una facilidad parecida a la burla hoy son derrotadas, empatan o ganan con el rosario en la mano mientras voltean a ver el cronómetro. No se han acortado las distancias futbolísticas, más bien creo que lo que sí se ha modificado es la mentalidad.
Por emociones no hemos batallado, surtido rico. Los equipos del continente americanos nos están dando dramas más intensos que cualquier telenovela sudamericana de bajo presupuesto.
La selección argentina debe tener trabajando a los cardiólogos y a los gastroenterólogos a marchas forzadas en Buenos Aires. Tanto soponcio no debe ser bueno ni para la salud ni para el alma. Los sudamericanos suelen subirse a pedestales demasiado altos sin pensar que la caída podía ser más grave y dolorosa. Se requiere un nuevo tango para cantar la desgracia de Messi, el mejor jugador del mundo que juega con 10 conos que se apartan cuando él recibe la pelota y al que terminaron contagiando de una actitud más familiar de la desesperanza que de la ilusión. En medio de su enorme crisis deportiva tendrán que enfrentar a su peor enemigo: la imagen que les devuelve el espejo de un equipo temeroso y atribulado.
El orgullo de los mexicanos
Mientras tanto, los aficionados mexicanos no cabemos por las calles de tan hinchados que andamos de regocijo y confianza. El triunfo sobre Alemania nos agarró un tanto por sorpresa, ¿qué tanto se debe festejar ganarle al campeón del mundo? El triunfo de Alemania sirvió para hacer sonar al doble las cajas registradoras de las licorerías y también para demostrar que ganemos o perdamos siempre hay aficionados mexicanos dispuestos a hacer el ridículo y pisotear la ya de por sí maltrecha imagen de la nación.
Este, un mundial tan raro que México podría perder puntos no por un mal desempeño en la cancha sino por la conducta de sus aficionados. Por primera vez en la historia la afición le rompería el corazón a los seleccionados y no al revés.