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Cultura

Ecos femeninos desde Latinoamérica

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Parece ser que el talento femenino, en la Literatura Universal, no es del todo bien visto ni valorado a la justa medida y proporción. Pero el antes y el hoy no siempre son lo mismo. Es importante resaltar que a pesar de esos obstáculos que no se logran superar, hay voces que se han alzado para hablar desde una perspectiva contemporánea, dejando de lado las consignas y denuncias para centrarse en temas que atrapan al lector.

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Existen voces femeninas que van más allá de la lucha feminista. Que velan por intereses universales sin importar el sexo. Que no se centran en si las aceptarán por su rol de mujer, sino porque tienen ganas de hacerse leer en este competido mundo, en el que es cada día más difícil atrapar a nuevos lectores que por iniciativa propia lleguen, tomen un libro y lo devoren en su casa.

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Latinoamérica es la muestra de que hay mujeres asumiendo el rol de entregar literatura de calidad, y que se los han reconocido con premios importantes.

México

Primeramente, me gustaría hablar de la mexicana Guadalupe Nettel, toda una revelación para mí. Y es que soy un asiduo seguidor del Premio Herralde de Novela que entrega la editorial Anagrama, uno de los sellos más prestigiosos y con una baraja de escritores impresionantes. Nettel lo recibió por su libro Después del invierno. ​

Sin esperar gran cosa, me sumergí en su lectura. Debo decir que es simplemente cautivante. Es una historia que se realiza en escenarios como París, La Habana, Nueva York, México, y en la que todo personaje tiene una razón de estar. Es desarrollado a la perfección.

Por momentos te abruma tanta perfección, el estilo es atrapante, no puedes dejar de leer esta historia de amor y desamor en la que los sentimientos están presentes en todo momento. Me entregó escenas que aún hoy me rondan en la cabeza y no las olvido; como un pequeño cubano voyeur, que decide dar un paso al invitarle una nieve a esa que lo ha enamorado. La descripción es tan precisa y perfecta, que Nettel te hace sentir ahí. Del humor a conmoverte, al suspenso, a la emoción. Es una de las mejores novelas que he encontrado y que me llevaron a querer más de esta escritora.

Y no, no es la autora de un solo libro bueno, ni tuvo un chispazo. Su compilación de cuentos Pétalos es todo un deleite. Su novela El huésped es inquietante; pareciera ser ficción, pero todo es real, hay un mundo que existe y no vemos sumergido en el interior del Metro de la Capital Mexicana, un mundo de ciegos que ven más allá. Y finalmente, El cuerpo en que nací es toda una lección de cómo mantener enganchado al lector; es una obra en la que la propia autora narra su peculiar vida entre Francia y México, como si estuviera recostada en el diván de un “loquero”, que no es otro más que el propio lector.

Colombia

Ahora pasamos a Colombia, Melba Escobar de Nogales. Ha sido un descubrimiento grato. Ella en persona es elocuente, tiene la capacidad de engancharte con la palabra, con la prosa pasa lo mismo. Ella decidió a través de su novela La casa de la belleza, hablar frontal. Para ella su país no es realmente tan bonito como lo pintan, ni cuenta con tanto atractivo turístico, cuando uno se sumerge a las calles. Habla sin pelos en la lengua del machismo, de la violencia de género y cómo pareciera que las mujeres cafetaleras están más preocupadas por su aspecto, por los nuevos avances contra las arrugas y la cirugía estética, que por vivir con dignidad.

Un libro que a pesar de que no deja de ser ficción, es una cachetada con guante blanco a la imagen de país vivo, limpio y libre que quieren mandarle al mundo. Pero Melba les apaga la fiesta, y muestra cómo una mujer tiene que luchar contra miles de estigmas para poder vivir con la mínima dignidad que merece un ser humano. Un libro de esos que te harán pasar hasta corajes y sentir impotencia mientras vas pasando las páginas. Entre asesinatos, culpables influyentes, mujeres vanidosas y otras luchadoras incansables, se pasan las páginas.

Cuba

Finalmente, aunque no por ello menos importante, me gustaría recomendar y destacar a la cubana Wendy Guerra, la rompecorazones del mundo de la literatura. Poseedora de una belleza única y que roba miradas en los recintos dedicados a los libros, pero que va más allá de eso. Su sensualidad la ha impreso en sus novelas, siendo una de las escrituras latinoamericanas más destacadas en los últimos tiempos. Después de libros exitosos como Posar desnuda en La Habana, Negra y Todos se van, Wendy entregó su denuncia más directa en contra del régimen político de la isla con Domingo de revolución.

Aquí deja claras dos cosas. La primera es que le profesa un amor único y para siempre a su querida Cuba. La otra es que su actuar rebelde y de lucha incansable contra la libertad de expresión, la llevó a ser una persona no grata para los dueños del poder en la isla.

A manera de ficción, y no tanta, relata su andar entre ferias del libro y su regreso siempre tortuoso a Cuba; de cómo los enviados del sistema político entraban ilegalmente a su casa y le borraban todas sus poesías, por considerarlas transgresoras de la ley; de cómo le robaban sus libros y evitaban la impresión de otros. Una lucha que va dando paso a paso junto a un amante que es actor y quiere revivir la memoria de su padre y abuelo, quienes realmente parecen no existir. La protagonista se sumerge en su propia familia y se entera cómo es Cuba la mejor para guardar secretos oscuros. Un libro que te va a enganchar.

Dibujo de rostro de mujer con los ojos vendados

Hasta aquí topa este Laberinto. Es momento de generar nuevas ideas y sumergirse en nuevas lecturas para seguir en este espacio, en el que los libros y sus autores son los protagonistas; sin importar géneros, si son aclamados por la crítica, aceptados o no, aquí es para todos los lectores.


Óscar Beltrán ha trabajado en medios impresos y radiofónicos como reportero en las fuentes de cultura, policíaca y deportiva. Ahora se desempeña como editor en jefe de la aplicación para smartphone «Plans». 

 

Laberinto       Literatura 

 

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Cultura

El arte tiene la capacidad de sanar: Ismael Vargas

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Ismael Vargas
La exposición La vida: Tiempo codificado, del artista Ismael Vargas, reúne 25 obras de distintas etapas del artista. Foto: Siker / Juan Carlos Sagredo.

Con 60 años de carrera sobre sus hombros, el maestro Ismael Vargas aún se emociona con la idea de inspirar a otras y otros —los más jóvenes, principalmente— a replantearse el mundo que los rodea a partir de la contemplación y el contacto con el arte.

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“Tengo la esperanza de que el arte sea capaz de distraerlos. O sea, tengo la ilusión de poder rescatar su atención”, dice en entrevista exclusiva para Siker.

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Con ese propósito, el destacado pintor tapatío se embarcó en la preparación de una exposición retrospectiva, titulada La vida: Tiempo codificado en la que reunirá 25 obras realizadas en distintos momentos de su trayectoria como artista, y que será exhibida en la Universidad Panamericana Campus Guadalajara a partir del próximo martes 4 de noviembre.

Nacido en 1947 —cineasta, escritor, pintor y escultor—, Ismael Vargas encontró su vocación a los 13 años de edad, enamorado de las pinturas que se imprimían en las cajetillas de los cerillos con que su madre encendía la estufa.

Con la certeza inequívoca de que la pintura era el camino natural que le trazaba la vida, plasmó desde sus primeros lienzos las acumulaciones de objetos que atiborraban los puestos del mercado San Juan de Dios que visitaba de niño.

Sus obras están llenas de pequeñas palomas de barro, muñecas de cartón, trompos, canicas, mariposas y carritos de madera; acumulados de forma obsesiva como se acumulan las plegarias en las capillas o los Om en los monasterios. Una especie de vibración pictórica.

“Es una especie de mantra (…) Es una vibración. Cada vez que yo hago un cuadro, trato de que vibre”, dice y luego sostiene: “Ahora te puedo decir, 60 años después, que he comprobado que el arte tiene la capacidad de sanar a través de la contemplación”. 


Iniciaste tu carrera a los 13 años, ¿cómo comenzó todo?

Por frustración. Yo quería ser torero. Y cuando me enfrenté a un becerro, salí corriendo, y supe que me gustaba ver los toros desde la barrera. Luego quise ser cantante de ópera y no canto ni las de Cri-Cri. Por entonces, tenía tiempo de coleccionar y recortar las portadas de los cerillos Clásicos de Lujo que traían reproducciones de pinturas. Y yo no tenía libros de arte, pero hice una especie de libro de arte al pegar todas estas cartitas en un cuaderno. Y entonces, le pregunté a mi papá que qué era eso, y me dijo: es un bastidor en donde se monta una tela y con pinceles y colores se pinta lo que tú quieras. Eso me pareció magnífico. Y le dije: ¿me ayuda a intentar hacer uno? Y me dijo: sí, hagámoslo. Entonces hicimos un bastidor, con un costal de azúcar, lo abrimos, y eso fue lo que montamos.

¿Y qué pintaste?

Bueno, la ignorancia es atrevida. Copié nada menos que Santa Ana, la Virgen y el Niño (de Leonardo da Vinci). Fue maravilloso; al estarlo haciendo, durante el tiempo que duré haciéndolo, me pareció mágico. Era indescriptible la sensación que estaba viviendo. No solo en el acto, sino después del acto de pintar, todo el tiempo que estuviese en contacto con la obra.

¿Qué te ocurría? ¿Una especie de abstracción del mundo?

No. Al contrario, al contrario. Era la sensación de sentirme integrado, yo que siempre me sentí desintegrado del mundo. Me sentía parte del universo cuando me ponía a pintar. Y entonces, simplemente dije: yo quiero hacer eso.

Claro, inmediatamente después, porque tengo ese carácter, pensé: ¿pero yo qué voy a hacer? Ya existe Leonardo da Vinci, Rembrandt, Van Gogh… Todos los artistas que admiro. ¿Y yo qué? Afortunadamente, una voz interior me dijo: No vas a competir, no son las olimpiadas. El arte no es saber quién llega primero o quién puede más, sino es hablar de las cosas que emocionan. Ninguno de ellos nació en una vecindad, cerca del mercado San Juan de Dios, como tú. Y entonces, eso me dio la base de mi trabajo.

¿Tu entorno? ¿Tu contexto específico?

Sí. Mi trabajo es la acumulación, tanto de la fruta, de las máscaras, de las muñecas de cartón, así, como en los mercados, que todo lo hacen en rumas. Yo no pinto una manzana ni un cántaro, sino miles. Y esa fue mi solución para trabajar.

Han pasado décadas y te ha tocado ver periodos muy interesantes de México y el mundo. ¿Hay algún periodo en el que estuvieras desarrollando tu obra y te sintieras especialmente interesado?

No, siempre he ido desfasado en el tiempo. Yo no voy con el tiempo en que vivo. Mi interés es hacer algo que te emocione y que te haga sentir bien cuando lo ves, nada más. Yo no tengo mensajes que mandar ni mucho menos mensajes políticos. Es simplemente hacer un jardín y mostrártelo para que lo contemples.

¿Se trata solo de la contemplación?

Sí. Ahora te puedo decir, 60 años después, que he comprobado que el arte tiene la capacidad de sanar a través de la contemplación.

¿Cómo exactamente?

Pues, contemplar una obra puede transformarte. Transformar tu estado de ánimo de manera que tus defensas te protejan de una enfermedad o te eliminen un malestar. No estoy hablando de medicina. Estoy hablando del alma y de las emociones, pero es físico también, es físico. Tu sistema inmunológico se fortalece al ver algo que te emociona. Por lo tanto, te alivia.

Tu obra es particularmente bella, colorida, alegre…


Obsesiva. Es una especie de mantra. Esa es la otra parte que cura. Es una vibración. Cada vez que yo hago un cuadro, trato de que vibre. Y nosotros somos vibración, nosotros somos polvo de estrellas. Las plantas son polvo de estrellas, las piedras son polvo de estrellas. Lo que nos diferencia es la vibración. Vibramos a diferentes velocidades y por eso las plantas son como son y nosotros como somos.


Cuando una obra es oscura o violenta, ¿actúa a la inversa?

No, no, no. También puede ser sanadora. La imagen no tiene que ver con lo que a ti te sucede. Es un espejo. Depende del espectador. No es importante lo que nos sucede, sino lo que hacemos con lo que nos sucede. Yo, por las características de mi educación y mi contexto, podría ser un asesino. Tengo el derecho de matar. Pero, preferí hacer un jardín.

Tienes una nueva exposición en puerta. ¿Cómo nació el proyecto?

Por una invitación de la Universidad Panamericana que está interesada en abrir un ala de la universidad para el arte. Me preguntaron que si me gustaría participar en una exposición y acepté.

¿Por qué te gustó la idea?

Por el contacto con la juventud, que no va a las galerías. Entonces, pues, si la montaña no viene a mí, yo voy a la montaña.

¿Cuál es el concepto de la exposición?

Es una especie de retrospectiva porque son piezas de distintas épocas: papeles, óleos, esculturas, todas las técnicas que he trabajado. Obras desde el (año) 72’ hasta obras contemporáneas, hechas el mes pasado. 


Vamos a ver una línea de tiempo de 60 años de carrera…

Sí. Sesenta y dos años de carrera. Van a hacer falta algunas obras, de una etapa en que trabajaba piezas gigantescas.

¿Qué pasó con esas obras? He visto algunas y son impresionantes.


Tengo algunas, pero no hay espacio para exponerlas. Son obras monumentales de 12 metros.

Hablemos de los tiempos que corren. Me decías que los chicos no van a las galerías. Fue justamente eso lo que te interesó de esta nueva exposición; poder acercarte a los jóvenes con tu obra.

Sí, porque tengo la esperanza de que el arte sea capaz de distraerlos. O sea, tengo la ilusión de poder rescatar su atención.
Claro que está terrible, porque hace muchos años que nos están destruyendo, nos han hecho indiferentes, nos han estupidizado. Y si algo es importante es la curiosidad. Para que tú inventes un avión, tienes que tener la curiosidad de saber hacerlo que vuele y que no se te caiga.
En este caso, no me interesa que sean pintores. Lo que me interesa es que vean otra opción del mundo. Si una obra mía despierta su creatividad en el terreno que sea… a lo mejor no van a pintar, si no, van a manejar un aparato digital maravilloso que va a hacer algo holístico, qué sé yo.

Ese tipo de cosas ocurren con el arte…

Así es, exacto. En eso creo.

¿Hay planes a futuro con la exposición?

Sí, parece que estará en la Universidad (Panamericana Campus Guadalajara) hasta diciembre, y después se la van a llevar a la Ciudad de México y a algunos otros lugares. 


¿Eso te emociona?

Sí. Por lo mismo. No me importa que no esté a la venta mi obra, que no me compren. Eso nunca me ha interesado. Me interesa la posibilidad de que a algún niño, a algún joven le cambie la vida.

Ismael Vargas
El artista Ismael Vargas inaugura su exposición este martes en la Universidad Panamericana. Foto: Siker / Juan Carlos Sagredo.
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Cultura

Tendrá reestreno mundial la zarzuela El Orgullo de Jalisco en el Teatro Degollado

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zarzuela El Orgullo de Jalisco

El próximo 14 de septiembre, el Teatro Degollado será escenario del reestreno mundial de la zarzuela El Orgullo de Jalisco, del compositor español Federico Moreno Torroba, con la presencia del tenor Plácido Domingo como invitado de honor. 

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La obra vuelve a los escenarios tras 78 años de su estreno en el Teatro Arbeu de la Ciudad de México.

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La puesta en escena contará con la mezzosoprano Nancy Fabiola Herrera en el rol de Cristina —papel que en 1947 interpretó Pepita Embil, madre de Plácido Domingo— y con el barítono mexicano Luis Ledesma como Paco Aldana. 

Ambos artistas han desarrollado una destacada trayectoria en escenarios internacionales como el Metropolitan Opera de Nueva York, la Royal Opera House de Londres, el Teatro alla Scala de Milán y el Teatro Colón de Buenos Aires.

Rescate patrimonial

Andrea Blanco Calderón, coordinadora General Estratégica de Desarrollo Social, explicó que el reestreno es un rescate patrimonial. 

La partitura, con libreto de Antonio Guzmán Aguilera, se localizó en 2020 por Rooney Josué Hernández Villanueva, quien realizó la edición crítica. El full score se encontraba en poder de la familia de Moreno Torroba y fue cedido a la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE).

El secretario de Cultura, Gerardo Ascencio Rubio, destacó que “montar esta obra para nosotros, exactamente, 78 años después de su estreno y reestrenarla aquí en Guadalajara, donde no se presentó, realmente es un gusto, un honor y un aliciente para presentar a un público que tiene mucho tiempo y una larga tradición de gusto por el género de la zarzuela y por el género de la ópera en general”.

Plácido Domingo asistirá a la función

La producción reunirá a más de 130 artistas en escena, entre ellos 70 músicos de la Orquesta Sinfónica para la Escena de Jalisco y de la Orquesta Típica del Estado, 50 integrantes del Estudio de Ópera de Jalisco, el Coro del Estado y el Coro del Tec de Monterrey, todos bajo la dirección musical de Allen Vladimir Gómez Ruiz.

La dirección escénica estará a cargo de Leopoldo Falcón, conocido como “El Hombre Zarzuela de México”. La obra se presentará en tres actos que combinan la tradición española con aires populares mexicanos, en particular el son jalisciense.

Función especial

Plácido Domingo confirmó su asistencia como invitado de honor, en un evento que también representa un homenaje a la trayectoria de su madre. “El Orgullo de Jalisco” no figuraba hasta ahora en los catálogos internacionales de zarzuela, por lo que su reaparición en Guadalajara adquiere un carácter de rescate histórico y artístico.

La función está programada para el 14 de septiembre a las 18:00 horas en el Teatro Degollado. Los boletos están disponibles en Boletomovil.com y en taquillas del recinto, con precios que van de 50 a mil pesos.

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