¡Por favor no las lleven al cine!

No las lleven al cine…
Debido a que se acerca la temporada de premiaciones de las mejores películas que nos dejó el 2017, aunque en México muchas apenas se están estrenando, he decidido que es bueno combinar dos de mis grandes gustos y pasiones. El cine y la literatura, que a lo largo de la historia han ido de la mano.
Es cada día más común que un libro, incluso aquellos de éxito mediano, o calidad discutible, sean llevados a la pantalla grande, en ocasiones me hace pensar que hay escasez grave de ideas en la meca cinematográfica. O tal vez sea que los genios del séptimo arte se han venido extinguiendo.
Y para arrancar con esta serie de espacios en los que mezclaré estas dos corrientes, me gustaría volver al tema de que existen libros que esperemos nunca intenten llevarlos al cine, pues además de lo complejo que resultaría hacerlo, podrían matar la esencia de grandes historias o simplemente entregar productos de calidad mediocre.
No todo lo que se escribe en la literatura se puede trasladar al cine, pues a pesar de que existe esa extraña idea por parte de los grandes productores, la verdad es que no están ni cerca de ser cierta. Hay obras literarias que merecen perdurar y envejecer en el papel, que no se arriesguen a buscarles nuevo mercado y hacerlas virales pues insisto, fracasan en el intento.
Es así que he decidido compartir con ustedes una breve lista sobre películas que ruego porque nunca lleguen al cine, que se queden en el papel y sigan conquistando lectores con el paso de generación tras generación.
-Nocturna. Guillermo del Toro.

El hombre del momento en temas de cine, no es otro más que el mexicano Guillermo del Toro. Perfilado para ganar el Oscar a Mejor Director, tiene una faceta como escritor que es realmente fresca. Ahí están dos muestras claras, Trollhunters, la cual ya llevó a una adaptación como serie en Netflix, pero es con su trilogía de vampiros, Nocturna, Oscura y Eterna, que logró llegar a la cima de las novelas de corte apocalíptico. Aquí no son los zombies o vampiros comunes, aquí no hay elegancia, ni lentitud, son seres violentos y que no muerden, pues avientan una especie de alien por la noca que chupa sangre. Así de raro como suena es la cosa. La trilogía es bastante emocionante y de mucha riqueza de fantasía. Mucho tiempo se llegó a pensar que del Toro estaría pensando en adaptar sus novelas al cine, al final lo hizo en formato de serie con el nombre de The strain, la realidad es que la calidad no fue la mejor y se quedó lejos de alcanzar el poder de los libros. Es de esas trilogías, que si te gusta lo oscuro y diferente, tienes que tener en tu librero.
-Max. Sarah Cohen.

Ya en una columna anterior les había hablado sobre este angustiante, pero sumamente entretenido libro de un experimento nazi que pasó bajo el radar. En Max se nos presenta el programa de perfeccionamiento de bebés del régimen de Adolf Hitler.
Es una historia diferente a lo acostumbrado, pues hasta cierto punto se engrandece al régimen nazi, eso le restaría puntos para poder llegar al cine, sin embargo, la evolución y desarrollo de la trama es tan única, tan emocionante y divertida, que pensar en que en la adaptación se podría perder algún capítulo o tener algún cambio sustancial en la trama, no es algo que funcionaría. A menos de que terminaran por hacer una película de unas seis horas de duración, otro punto en contra. Espero que nunca descubran este libro los productores del cine.
-Cualquier libro de Charles Bukowski.
Aunque es el anhelo de muchos, el ver una película en la que se retrata el excentricismo y violencia verbal del escritor maldito estadounidense Charles Bukowski. Y a pesar de que su libro Hollywood es uno que nos encantaría ver en el cine, la realidad es que todo lo que dejó como legado literal se debería quedar en las páginas, así lo hubiera querido. Y es que sus indecencias, groserías, situaciones absurdas, momentos de histeria, es mejor imaginarlos que verlos representados en pantalla, puede que simplemente logren decepcionar.
-El jilguero. Donna Tartt.

Considerada como la mejor novela del presente siglo, o al menos está en la discusión para asumir ese rol, ésta es una novela sumamente completa y que ya se la han peleado algunas casas productoras, pensando en su adaptación. La realidad es que resulta casi imposible adaptarla, debido a las múltiples historias que cuenta de forma simultánea, en un libro el hilo no se pierde, en una película sería sencillo que esto sucediera.
El jilguero es una novela poderosa y muy única, fresca y con personajes entrañables. La verdad es que pido a quien sea, por piedad, que no logren encontrar una adaptación pasable para que vaya al cine, que mejor nos dejen con esta poderosa novela.
-El motel del Voyeur. Gay Talese.

Por más de que hay un real interés de Steven Spielberg y Sam Mendes de llevar esta enfermiza historia al cine, la realidad es que se perdería mucho en el traslado. Se trata de una historia periodística polémica, pues se habla de que no está cien por ciento seguro el propio autor de la fiabilidad de su fuente. Independientemente de ello, la película tendría que tratarse de supuestos, de lo contrario la historia se podría tornar extraña, al estar siguiendo los pasos del periodista que relata su encuentro con un dueño de un motel que se dedica a espiar a sus clientes desde una pequeña rendija, instalada en el techo de las habitaciones. Todo para satisfacer sus deseos vouyeristas.
Suena como una buena historia para Hollywood, aunque la realidad es muy distinta, basta ver el desafortunado documental que hizo Netflix sobre este libro, hay cosas que es mejor dejarlas en papel y tinta, y esta obra de Talese es la muestra fehaciente de ello.
-La sombra del viento. Carlos Ruiz Zafón.

Aquí hay un claro ejemplo de que no toda la literatura es adaptable. Y es que Zafón concibió su saga del Cementerio de los Libros olvidados, justo como un homenaje al placer de la lectura y la escritura.
Una saga plagada de momentos memorables de la literatura contemporánea y que ha seducido a millones por el mundo. Mucho le han pedido que las lleve al cine, al mundo de las series, pero el escritor siempre se ha rehusado a ver sus creaciones cobrar vida en pantalla. Y es que siempre ha dicho que lo suyo son papel y tinta, nada más, espera despertar la imaginación del lector y que él mismo sea quien en su cabeza le de forma, colores y vida a cada uno de los icónicos personajes.
-Don Quijote de la Mancha. Miguel de Cervantes Saavedra.

Es tal vez el libro más popular de la historia. Con más de 1,500 páginas. Es una obra difícil de leer, pero que sin duda es fundamental. Más allá de eso, es una historia maldita; ya la han llevado al cine como un rotundo fracaso, otras se quedaron a medio hacer y hay proyectos que quieren revivir al ingenioso Hidalgo. Nadie ha podido. Muchos rumores hay alrededor, pero la verdad es que ya deberían dejarla morir por la paz y no intentar consumar este proyecto a como de lugar. Mejor que se mantenga como el bello libro que es y que siga siendo un ejemplo de extraordinaria literatura.
Estos son sólo unos ejemplos de lo que no queremos ver en el cine. Es preferible mantener ese amor y cariño por los personajes que guarda el papel, prefiero esa emoción de pasar la página, al final de cuentas también se vale comer palomitas cuando uno está leyendo.
Cada quien a lo suyo y que los libros y el cine nos sigan dando mucho, pero a veces es mejor que lo hagan en caminos independientes.
Óscar Beltrán ha trabajado en medios impresos y radiofónicos como reportero en las fuentes de cultura, policíaca y deportiva. Ahora se desempeña como editor en jefe de la aplicación para smartphone «Plans».
El arte tiene la capacidad de sanar: Ismael Vargas

Con 60 años de carrera sobre sus hombros, el maestro Ismael Vargas aún se emociona con la idea de inspirar a otras y otros —los más jóvenes, principalmente— a replantearse el mundo que los rodea a partir de la contemplación y el contacto con el arte.
“Tengo la esperanza de que el arte sea capaz de distraerlos. O sea, tengo la ilusión de poder rescatar su atención”, dice en entrevista exclusiva para Siker.
Con ese propósito, el destacado pintor tapatío se embarcó en la preparación de una exposición retrospectiva, titulada La vida: Tiempo codificado en la que reunirá 25 obras realizadas en distintos momentos de su trayectoria como artista, y que será exhibida en la Universidad Panamericana Campus Guadalajara a partir del próximo martes 4 de noviembre.
Nacido en 1947 —cineasta, escritor, pintor y escultor—, Ismael Vargas encontró su vocación a los 13 años de edad, enamorado de las pinturas que se imprimían en las cajetillas de los cerillos con que su madre encendía la estufa.
Con la certeza inequívoca de que la pintura era el camino natural que le trazaba la vida, plasmó desde sus primeros lienzos las acumulaciones de objetos que atiborraban los puestos del mercado San Juan de Dios que visitaba de niño.
Sus obras están llenas de pequeñas palomas de barro, muñecas de cartón, trompos, canicas, mariposas y carritos de madera; acumulados de forma obsesiva como se acumulan las plegarias en las capillas o los Om en los monasterios. Una especie de vibración pictórica.
“Es una especie de mantra (…) Es una vibración. Cada vez que yo hago un cuadro, trato de que vibre”, dice y luego sostiene: “Ahora te puedo decir, 60 años después, que he comprobado que el arte tiene la capacidad de sanar a través de la contemplación”.
Iniciaste tu carrera a los 13 años, ¿cómo comenzó todo?
Por frustración. Yo quería ser torero. Y cuando me enfrenté a un becerro, salí corriendo, y supe que me gustaba ver los toros desde la barrera. Luego quise ser cantante de ópera y no canto ni las de Cri-Cri. Por entonces, tenía tiempo de coleccionar y recortar las portadas de los cerillos Clásicos de Lujo que traían reproducciones de pinturas. Y yo no tenía libros de arte, pero hice una especie de libro de arte al pegar todas estas cartitas en un cuaderno. Y entonces, le pregunté a mi papá que qué era eso, y me dijo: es un bastidor en donde se monta una tela y con pinceles y colores se pinta lo que tú quieras. Eso me pareció magnífico. Y le dije: ¿me ayuda a intentar hacer uno? Y me dijo: sí, hagámoslo. Entonces hicimos un bastidor, con un costal de azúcar, lo abrimos, y eso fue lo que montamos.
¿Y qué pintaste?
Bueno, la ignorancia es atrevida. Copié nada menos que Santa Ana, la Virgen y el Niño (de Leonardo da Vinci). Fue maravilloso; al estarlo haciendo, durante el tiempo que duré haciéndolo, me pareció mágico. Era indescriptible la sensación que estaba viviendo. No solo en el acto, sino después del acto de pintar, todo el tiempo que estuviese en contacto con la obra.
¿Qué te ocurría? ¿Una especie de abstracción del mundo?
No. Al contrario, al contrario. Era la sensación de sentirme integrado, yo que siempre me sentí desintegrado del mundo. Me sentía parte del universo cuando me ponía a pintar. Y entonces, simplemente dije: yo quiero hacer eso.
Claro, inmediatamente después, porque tengo ese carácter, pensé: ¿pero yo qué voy a hacer? Ya existe Leonardo da Vinci, Rembrandt, Van Gogh… Todos los artistas que admiro. ¿Y yo qué? Afortunadamente, una voz interior me dijo: No vas a competir, no son las olimpiadas. El arte no es saber quién llega primero o quién puede más, sino es hablar de las cosas que emocionan. Ninguno de ellos nació en una vecindad, cerca del mercado San Juan de Dios, como tú. Y entonces, eso me dio la base de mi trabajo.
¿Tu entorno? ¿Tu contexto específico?
Sí. Mi trabajo es la acumulación, tanto de la fruta, de las máscaras, de las muñecas de cartón, así, como en los mercados, que todo lo hacen en rumas. Yo no pinto una manzana ni un cántaro, sino miles. Y esa fue mi solución para trabajar.
Han pasado décadas y te ha tocado ver periodos muy interesantes de México y el mundo. ¿Hay algún periodo en el que estuvieras desarrollando tu obra y te sintieras especialmente interesado?
No, siempre he ido desfasado en el tiempo. Yo no voy con el tiempo en que vivo. Mi interés es hacer algo que te emocione y que te haga sentir bien cuando lo ves, nada más. Yo no tengo mensajes que mandar ni mucho menos mensajes políticos. Es simplemente hacer un jardín y mostrártelo para que lo contemples.
¿Se trata solo de la contemplación?
Sí. Ahora te puedo decir, 60 años después, que he comprobado que el arte tiene la capacidad de sanar a través de la contemplación.
¿Cómo exactamente?
Pues, contemplar una obra puede transformarte. Transformar tu estado de ánimo de manera que tus defensas te protejan de una enfermedad o te eliminen un malestar. No estoy hablando de medicina. Estoy hablando del alma y de las emociones, pero es físico también, es físico. Tu sistema inmunológico se fortalece al ver algo que te emociona. Por lo tanto, te alivia.
Tu obra es particularmente bella, colorida, alegre…
Obsesiva. Es una especie de mantra. Esa es la otra parte que cura. Es una vibración. Cada vez que yo hago un cuadro, trato de que vibre. Y nosotros somos vibración, nosotros somos polvo de estrellas. Las plantas son polvo de estrellas, las piedras son polvo de estrellas. Lo que nos diferencia es la vibración. Vibramos a diferentes velocidades y por eso las plantas son como son y nosotros como somos.
Cuando una obra es oscura o violenta, ¿actúa a la inversa?
No, no, no. También puede ser sanadora. La imagen no tiene que ver con lo que a ti te sucede. Es un espejo. Depende del espectador. No es importante lo que nos sucede, sino lo que hacemos con lo que nos sucede. Yo, por las características de mi educación y mi contexto, podría ser un asesino. Tengo el derecho de matar. Pero, preferí hacer un jardín.
Tienes una nueva exposición en puerta. ¿Cómo nació el proyecto?
Por una invitación de la Universidad Panamericana que está interesada en abrir un ala de la universidad para el arte. Me preguntaron que si me gustaría participar en una exposición y acepté.
¿Por qué te gustó la idea?
Por el contacto con la juventud, que no va a las galerías. Entonces, pues, si la montaña no viene a mí, yo voy a la montaña.
¿Cuál es el concepto de la exposición?
Es una especie de retrospectiva porque son piezas de distintas épocas: papeles, óleos, esculturas, todas las técnicas que he trabajado. Obras desde el (año) 72’ hasta obras contemporáneas, hechas el mes pasado.
Vamos a ver una línea de tiempo de 60 años de carrera…
Sí. Sesenta y dos años de carrera. Van a hacer falta algunas obras, de una etapa en que trabajaba piezas gigantescas.
¿Qué pasó con esas obras? He visto algunas y son impresionantes.
Tengo algunas, pero no hay espacio para exponerlas. Son obras monumentales de 12 metros.
Hablemos de los tiempos que corren. Me decías que los chicos no van a las galerías. Fue justamente eso lo que te interesó de esta nueva exposición; poder acercarte a los jóvenes con tu obra.
Sí, porque tengo la esperanza de que el arte sea capaz de distraerlos. O sea, tengo la ilusión de poder rescatar su atención.
Claro que está terrible, porque hace muchos años que nos están destruyendo, nos han hecho indiferentes, nos han estupidizado. Y si algo es importante es la curiosidad. Para que tú inventes un avión, tienes que tener la curiosidad de saber hacerlo que vuele y que no se te caiga.
En este caso, no me interesa que sean pintores. Lo que me interesa es que vean otra opción del mundo. Si una obra mía despierta su creatividad en el terreno que sea… a lo mejor no van a pintar, si no, van a manejar un aparato digital maravilloso que va a hacer algo holístico, qué sé yo.
Ese tipo de cosas ocurren con el arte…
Así es, exacto. En eso creo.
¿Hay planes a futuro con la exposición?
Sí, parece que estará en la Universidad (Panamericana Campus Guadalajara) hasta diciembre, y después se la van a llevar a la Ciudad de México y a algunos otros lugares.
¿Eso te emociona?
Sí. Por lo mismo. No me importa que no esté a la venta mi obra, que no me compren. Eso nunca me ha interesado. Me interesa la posibilidad de que a algún niño, a algún joven le cambie la vida.

Tendrá reestreno mundial la zarzuela El Orgullo de Jalisco en el Teatro Degollado

El próximo 14 de septiembre, el Teatro Degollado será escenario del reestreno mundial de la zarzuela El Orgullo de Jalisco, del compositor español Federico Moreno Torroba, con la presencia del tenor Plácido Domingo como invitado de honor.
La obra vuelve a los escenarios tras 78 años de su estreno en el Teatro Arbeu de la Ciudad de México.
La puesta en escena contará con la mezzosoprano Nancy Fabiola Herrera en el rol de Cristina —papel que en 1947 interpretó Pepita Embil, madre de Plácido Domingo— y con el barítono mexicano Luis Ledesma como Paco Aldana.
Ambos artistas han desarrollado una destacada trayectoria en escenarios internacionales como el Metropolitan Opera de Nueva York, la Royal Opera House de Londres, el Teatro alla Scala de Milán y el Teatro Colón de Buenos Aires.
Rescate patrimonial
Andrea Blanco Calderón, coordinadora General Estratégica de Desarrollo Social, explicó que el reestreno es un rescate patrimonial.
La partitura, con libreto de Antonio Guzmán Aguilera, se localizó en 2020 por Rooney Josué Hernández Villanueva, quien realizó la edición crítica. El full score se encontraba en poder de la familia de Moreno Torroba y fue cedido a la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE).
El secretario de Cultura, Gerardo Ascencio Rubio, destacó que “montar esta obra para nosotros, exactamente, 78 años después de su estreno y reestrenarla aquí en Guadalajara, donde no se presentó, realmente es un gusto, un honor y un aliciente para presentar a un público que tiene mucho tiempo y una larga tradición de gusto por el género de la zarzuela y por el género de la ópera en general”.
Plácido Domingo asistirá a la función
La producción reunirá a más de 130 artistas en escena, entre ellos 70 músicos de la Orquesta Sinfónica para la Escena de Jalisco y de la Orquesta Típica del Estado, 50 integrantes del Estudio de Ópera de Jalisco, el Coro del Estado y el Coro del Tec de Monterrey, todos bajo la dirección musical de Allen Vladimir Gómez Ruiz.
La dirección escénica estará a cargo de Leopoldo Falcón, conocido como “El Hombre Zarzuela de México”. La obra se presentará en tres actos que combinan la tradición española con aires populares mexicanos, en particular el son jalisciense.
Función especial
Plácido Domingo confirmó su asistencia como invitado de honor, en un evento que también representa un homenaje a la trayectoria de su madre. “El Orgullo de Jalisco” no figuraba hasta ahora en los catálogos internacionales de zarzuela, por lo que su reaparición en Guadalajara adquiere un carácter de rescate histórico y artístico.
La función está programada para el 14 de septiembre a las 18:00 horas en el Teatro Degollado. Los boletos están disponibles en Boletomovil.com y en taquillas del recinto, con precios que van de 50 a mil pesos.
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