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Cultura

México escrito a balazos

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Laberinto, reseña de libros, Oscar Beltrán, cuarta,

A balazos…

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Siker

Una de las corrientes literarias de mayor peso, y a la par de mejor aceptación en el país, es la denominada del Norte. Es sin duda una que piensa en el pueblo, en la gente que no le vende cosas bonitas ni le da atole con el dedo; todo es frontal, real, y a su vez, no puede faltar el humor que caracteriza al mexicano, negro como el alma de muchos.

Literatura del norte

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Todo comenzó con la difusión y crecimiento de escritores provenientes del norte en el país. De allá por Chihuahua, Sinaloa, Torreón, Nuevo León. Aparecieron nombres que se salieron del estándar de la literatura hecha en México, sí, de denuncia social, pero que se centraron en lo que a sus ojos era el territorio mexicano. El real, el que no sale en la tele ni en las novelas de las 4. El México azotado por la violencia, las zonas marginadas en las que no llegan las leyes de Dios, el que vive todos los días con miedo porque hay una guerra en las calles, una que pocos entienden; una que algunos idolatran. Algunos otros ven con ojos de rockstar a los capos que andan en sus camionetas ostentosas y que visten de sombrero y botas, con algo brillante como accesorio.

La literatura del Norte parece que navega con una bandera desplegada muy simple: desierto, corridos y balazos. Pero no, el fondo de todo es mucho más complejo de lo que aparenta. Con un lenguaje digerible, uno de la calle, uno que todos entendemos y que no es rebuscado. Es una corriente que ha nacido como una ventana hacia lo que es la realidad del país, en donde por más que se crea que estamos ante letras que narran ficción, los hechos no dejan de ser ajenos al cotidiano que se vive en aquella zona “caliente” del país. Personajes entrañables que por momentos rayan en lo exagerado, pero una vez que se pone todo en balanza, no es tan descabellado como parece a primera vista.

Laberinto, reseña de llibros, Oscar Beltrán, cuarta,

Portada de Porque parece mentira, la verdad nunca se sabe, de Daniel Sada.

De ficción a futurista 

Y para hablar de un libro imprescindible de este movimiento, se encuentra Porque parece mentira, la verdad nunca se sabe, del nacido en Mexicali, Daniel Sada, quien murió en 2011 sin ver cómo su obra cumbre escapó de la ficción. Y es que en esta obra se habla de estudiantes desaparecidos, robos de urnas en elecciones, fraudes electorales, represión del ejército, crímenes de estado impunes, todo pareciera ser una recopilación de noticias del diario, pero no…

Una de las corrientes literarias de mayor peso es la denominada del Norte. Escribe Oscar Beltrán en Laberinto, una sección de Cuarta

Portada de Malasuerte en Tijuana, de Hilario Peña.

Narcowestern

Un escritor que abrió las puertas al buen humor y de paso se auto inventó un género es el delirante Hilario Peña. Todo comenzó con su Malasuerte en Tijuana, en donde metió humor, balazos, situaciones que te harán reír sin parar; aunque al final te llevará a la reflexión de que pudo pasar en algún lugar, justo en el momento en el que leías. Él dice que el Narcowestern es lo suyo, narcos al estilo vaquero, cobrando justicia por propia mano.

Una de las corrientes literarias de mayor peso es la denominada del Norte. Escribe Oscar Beltrán en Laberinto, una sección de Cuarta

Portada del libro: Un asesino solitario, Élmer Mendoza.

Hecho a la mexicana 

Pasamos al que me resulta el mejor. El más relevante en este movimiento. El que me ha regalado algunas de las mejores lecturas que he tenido. El sinaloense Élmer Mendoza. Desde su novela Un asesino solitario, es algo único, ya que te la cuenta en primera persona. Te invita a tomarte un tequila con él y conocer el asesinato de Colosio, desde una visión “ficticia”.

También es el creador del detective “Zurdo” Mendieta, un anti-héroe hecho a la mexicana. Un personaje que se desarrolla en un mundo del crimen organizado dominado por gente “farolona”, perfectamente plasmada por Mendoza por la vía de un lenguaje coloquial. Mendieta reparte golpes y blasfemias en libros como Firmado con un klínex, Balas de plata, Nombre de perro, La prueba del ácido y Besar al detective.

La inseguridad está en todas partes 

La lista de escritores norteños es muy larga, con representantes de la talla de Eduardo Antonio Parra y Yuri Herrera, pero quiero llegar con el originario de Coahuila, Carlos Velázquez, quien desde mi perspectiva ha escrito un libro fundamental en la literatura contemporánea mexicana. Se trata de El karma de vivir al norte, una especie de documental en el que cuenta sus excesos. Sin tapujos, sin pelos en la lengua habla de lo sencillo que es conseguir droga en Torreón, hasta en el baño del estadio del equipo de futbol del Santos Laguna. Retrata cómo la inseguridad está en todas partes, haciendo énfasis en lo peligroso que es tomar un taxi por la noche.

Velázquez es un personaje rudo, y nunca ha negado su parroquia, pues comenta que esto lo sacó de su padre que es luchador. Un escritor al que vale la pena seguirle la pista, tiene un genio como pocos, pues su sentido del humor y personalidad le dan puntos a su favor.

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Cierro aclarando algo. Se puede llegar a comparar a la corriente del desierto del Norte con la novela negra mexicana, la policíaca, la Noir, pero son muy distintas desde mi óptica. Y es que en la negra se resaltan escritores emblema y clásicos como Rafael Bernal (a quien vale la pena dedicarle una columna entera) o Paco Ignacio Taibo II, más recientemente Bernardo Esquinca, César Silva Márquez. En la Noir se respetan estilos más pulcros, los escenarios no son tan violentos y la realidad del Norte es distinta, es violenta, se escribe a balazos y con sangre.

Óscar Beltrán ha trabajado en medios impresos y radiofónicos como reportero en las fuentes de cultura, policíaca y deportiva. Ahora se desempeña como editor en jefe de la aplicación para smartphone «Plans».

 

Laberinto

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Cultura

El arte tiene la capacidad de sanar: Ismael Vargas

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Ismael Vargas
La exposición La vida: Tiempo codificado, del artista Ismael Vargas, reúne 25 obras de distintas etapas del artista. Foto: Siker / Juan Carlos Sagredo.

Con 60 años de carrera sobre sus hombros, el maestro Ismael Vargas aún se emociona con la idea de inspirar a otras y otros —los más jóvenes, principalmente— a replantearse el mundo que los rodea a partir de la contemplación y el contacto con el arte.

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Siker

“Tengo la esperanza de que el arte sea capaz de distraerlos. O sea, tengo la ilusión de poder rescatar su atención”, dice en entrevista exclusiva para Siker.

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Con ese propósito, el destacado pintor tapatío se embarcó en la preparación de una exposición retrospectiva, titulada La vida: Tiempo codificado en la que reunirá 25 obras realizadas en distintos momentos de su trayectoria como artista, y que será exhibida en la Universidad Panamericana Campus Guadalajara a partir del próximo martes 4 de noviembre.

Nacido en 1947 —cineasta, escritor, pintor y escultor—, Ismael Vargas encontró su vocación a los 13 años de edad, enamorado de las pinturas que se imprimían en las cajetillas de los cerillos con que su madre encendía la estufa.

Con la certeza inequívoca de que la pintura era el camino natural que le trazaba la vida, plasmó desde sus primeros lienzos las acumulaciones de objetos que atiborraban los puestos del mercado San Juan de Dios que visitaba de niño.

Sus obras están llenas de pequeñas palomas de barro, muñecas de cartón, trompos, canicas, mariposas y carritos de madera; acumulados de forma obsesiva como se acumulan las plegarias en las capillas o los Om en los monasterios. Una especie de vibración pictórica.

“Es una especie de mantra (…) Es una vibración. Cada vez que yo hago un cuadro, trato de que vibre”, dice y luego sostiene: “Ahora te puedo decir, 60 años después, que he comprobado que el arte tiene la capacidad de sanar a través de la contemplación”. 


Iniciaste tu carrera a los 13 años, ¿cómo comenzó todo?

Por frustración. Yo quería ser torero. Y cuando me enfrenté a un becerro, salí corriendo, y supe que me gustaba ver los toros desde la barrera. Luego quise ser cantante de ópera y no canto ni las de Cri-Cri. Por entonces, tenía tiempo de coleccionar y recortar las portadas de los cerillos Clásicos de Lujo que traían reproducciones de pinturas. Y yo no tenía libros de arte, pero hice una especie de libro de arte al pegar todas estas cartitas en un cuaderno. Y entonces, le pregunté a mi papá que qué era eso, y me dijo: es un bastidor en donde se monta una tela y con pinceles y colores se pinta lo que tú quieras. Eso me pareció magnífico. Y le dije: ¿me ayuda a intentar hacer uno? Y me dijo: sí, hagámoslo. Entonces hicimos un bastidor, con un costal de azúcar, lo abrimos, y eso fue lo que montamos.

¿Y qué pintaste?

Bueno, la ignorancia es atrevida. Copié nada menos que Santa Ana, la Virgen y el Niño (de Leonardo da Vinci). Fue maravilloso; al estarlo haciendo, durante el tiempo que duré haciéndolo, me pareció mágico. Era indescriptible la sensación que estaba viviendo. No solo en el acto, sino después del acto de pintar, todo el tiempo que estuviese en contacto con la obra.

¿Qué te ocurría? ¿Una especie de abstracción del mundo?

No. Al contrario, al contrario. Era la sensación de sentirme integrado, yo que siempre me sentí desintegrado del mundo. Me sentía parte del universo cuando me ponía a pintar. Y entonces, simplemente dije: yo quiero hacer eso.

Claro, inmediatamente después, porque tengo ese carácter, pensé: ¿pero yo qué voy a hacer? Ya existe Leonardo da Vinci, Rembrandt, Van Gogh… Todos los artistas que admiro. ¿Y yo qué? Afortunadamente, una voz interior me dijo: No vas a competir, no son las olimpiadas. El arte no es saber quién llega primero o quién puede más, sino es hablar de las cosas que emocionan. Ninguno de ellos nació en una vecindad, cerca del mercado San Juan de Dios, como tú. Y entonces, eso me dio la base de mi trabajo.

¿Tu entorno? ¿Tu contexto específico?

Sí. Mi trabajo es la acumulación, tanto de la fruta, de las máscaras, de las muñecas de cartón, así, como en los mercados, que todo lo hacen en rumas. Yo no pinto una manzana ni un cántaro, sino miles. Y esa fue mi solución para trabajar.

Han pasado décadas y te ha tocado ver periodos muy interesantes de México y el mundo. ¿Hay algún periodo en el que estuvieras desarrollando tu obra y te sintieras especialmente interesado?

No, siempre he ido desfasado en el tiempo. Yo no voy con el tiempo en que vivo. Mi interés es hacer algo que te emocione y que te haga sentir bien cuando lo ves, nada más. Yo no tengo mensajes que mandar ni mucho menos mensajes políticos. Es simplemente hacer un jardín y mostrártelo para que lo contemples.

¿Se trata solo de la contemplación?

Sí. Ahora te puedo decir, 60 años después, que he comprobado que el arte tiene la capacidad de sanar a través de la contemplación.

¿Cómo exactamente?

Pues, contemplar una obra puede transformarte. Transformar tu estado de ánimo de manera que tus defensas te protejan de una enfermedad o te eliminen un malestar. No estoy hablando de medicina. Estoy hablando del alma y de las emociones, pero es físico también, es físico. Tu sistema inmunológico se fortalece al ver algo que te emociona. Por lo tanto, te alivia.

Tu obra es particularmente bella, colorida, alegre…


Obsesiva. Es una especie de mantra. Esa es la otra parte que cura. Es una vibración. Cada vez que yo hago un cuadro, trato de que vibre. Y nosotros somos vibración, nosotros somos polvo de estrellas. Las plantas son polvo de estrellas, las piedras son polvo de estrellas. Lo que nos diferencia es la vibración. Vibramos a diferentes velocidades y por eso las plantas son como son y nosotros como somos.


Cuando una obra es oscura o violenta, ¿actúa a la inversa?

No, no, no. También puede ser sanadora. La imagen no tiene que ver con lo que a ti te sucede. Es un espejo. Depende del espectador. No es importante lo que nos sucede, sino lo que hacemos con lo que nos sucede. Yo, por las características de mi educación y mi contexto, podría ser un asesino. Tengo el derecho de matar. Pero, preferí hacer un jardín.

Tienes una nueva exposición en puerta. ¿Cómo nació el proyecto?

Por una invitación de la Universidad Panamericana que está interesada en abrir un ala de la universidad para el arte. Me preguntaron que si me gustaría participar en una exposición y acepté.

¿Por qué te gustó la idea?

Por el contacto con la juventud, que no va a las galerías. Entonces, pues, si la montaña no viene a mí, yo voy a la montaña.

¿Cuál es el concepto de la exposición?

Es una especie de retrospectiva porque son piezas de distintas épocas: papeles, óleos, esculturas, todas las técnicas que he trabajado. Obras desde el (año) 72’ hasta obras contemporáneas, hechas el mes pasado. 


Vamos a ver una línea de tiempo de 60 años de carrera…

Sí. Sesenta y dos años de carrera. Van a hacer falta algunas obras, de una etapa en que trabajaba piezas gigantescas.

¿Qué pasó con esas obras? He visto algunas y son impresionantes.


Tengo algunas, pero no hay espacio para exponerlas. Son obras monumentales de 12 metros.

Hablemos de los tiempos que corren. Me decías que los chicos no van a las galerías. Fue justamente eso lo que te interesó de esta nueva exposición; poder acercarte a los jóvenes con tu obra.

Sí, porque tengo la esperanza de que el arte sea capaz de distraerlos. O sea, tengo la ilusión de poder rescatar su atención.
Claro que está terrible, porque hace muchos años que nos están destruyendo, nos han hecho indiferentes, nos han estupidizado. Y si algo es importante es la curiosidad. Para que tú inventes un avión, tienes que tener la curiosidad de saber hacerlo que vuele y que no se te caiga.
En este caso, no me interesa que sean pintores. Lo que me interesa es que vean otra opción del mundo. Si una obra mía despierta su creatividad en el terreno que sea… a lo mejor no van a pintar, si no, van a manejar un aparato digital maravilloso que va a hacer algo holístico, qué sé yo.

Ese tipo de cosas ocurren con el arte…

Así es, exacto. En eso creo.

¿Hay planes a futuro con la exposición?

Sí, parece que estará en la Universidad (Panamericana Campus Guadalajara) hasta diciembre, y después se la van a llevar a la Ciudad de México y a algunos otros lugares. 


¿Eso te emociona?

Sí. Por lo mismo. No me importa que no esté a la venta mi obra, que no me compren. Eso nunca me ha interesado. Me interesa la posibilidad de que a algún niño, a algún joven le cambie la vida.

Ismael Vargas
El artista Ismael Vargas inaugura su exposición este martes en la Universidad Panamericana. Foto: Siker / Juan Carlos Sagredo.
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Cultura

Tendrá reestreno mundial la zarzuela El Orgullo de Jalisco en el Teatro Degollado

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zarzuela El Orgullo de Jalisco

El próximo 14 de septiembre, el Teatro Degollado será escenario del reestreno mundial de la zarzuela El Orgullo de Jalisco, del compositor español Federico Moreno Torroba, con la presencia del tenor Plácido Domingo como invitado de honor. 

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La obra vuelve a los escenarios tras 78 años de su estreno en el Teatro Arbeu de la Ciudad de México.

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La puesta en escena contará con la mezzosoprano Nancy Fabiola Herrera en el rol de Cristina —papel que en 1947 interpretó Pepita Embil, madre de Plácido Domingo— y con el barítono mexicano Luis Ledesma como Paco Aldana. 

Ambos artistas han desarrollado una destacada trayectoria en escenarios internacionales como el Metropolitan Opera de Nueva York, la Royal Opera House de Londres, el Teatro alla Scala de Milán y el Teatro Colón de Buenos Aires.

Rescate patrimonial

Andrea Blanco Calderón, coordinadora General Estratégica de Desarrollo Social, explicó que el reestreno es un rescate patrimonial. 

La partitura, con libreto de Antonio Guzmán Aguilera, se localizó en 2020 por Rooney Josué Hernández Villanueva, quien realizó la edición crítica. El full score se encontraba en poder de la familia de Moreno Torroba y fue cedido a la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE).

El secretario de Cultura, Gerardo Ascencio Rubio, destacó que “montar esta obra para nosotros, exactamente, 78 años después de su estreno y reestrenarla aquí en Guadalajara, donde no se presentó, realmente es un gusto, un honor y un aliciente para presentar a un público que tiene mucho tiempo y una larga tradición de gusto por el género de la zarzuela y por el género de la ópera en general”.

Plácido Domingo asistirá a la función

La producción reunirá a más de 130 artistas en escena, entre ellos 70 músicos de la Orquesta Sinfónica para la Escena de Jalisco y de la Orquesta Típica del Estado, 50 integrantes del Estudio de Ópera de Jalisco, el Coro del Estado y el Coro del Tec de Monterrey, todos bajo la dirección musical de Allen Vladimir Gómez Ruiz.

La dirección escénica estará a cargo de Leopoldo Falcón, conocido como “El Hombre Zarzuela de México”. La obra se presentará en tres actos que combinan la tradición española con aires populares mexicanos, en particular el son jalisciense.

Función especial

Plácido Domingo confirmó su asistencia como invitado de honor, en un evento que también representa un homenaje a la trayectoria de su madre. “El Orgullo de Jalisco” no figuraba hasta ahora en los catálogos internacionales de zarzuela, por lo que su reaparición en Guadalajara adquiere un carácter de rescate histórico y artístico.

La función está programada para el 14 de septiembre a las 18:00 horas en el Teatro Degollado. Los boletos están disponibles en Boletomovil.com y en taquillas del recinto, con precios que van de 50 a mil pesos.

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