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La vida en vagones

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Diminutos fragmentos de balasto triturado; al mirar entre los huecos, en donde se unen los vagones, la velocidad unifica una mancha gris de granito que corre bajo nuestros pies, intercalada con durmientes que marcan el ritmo.

La serpiente recorre la región norte occidente, unas veces atraviesa el desolado y árido desierto, otras corre con la brisa costeña penetrando los poros de la piel, y unas más sube a las escarpadas y verdes orillas de la Sierra Madre Occidental, su lacerante y humeante poder perfora montañas. Luz y oscuridad, luz y oscuridad, la mole de acero surca encima de indefinidos y desafiantes barrancos.

A principios de los 90, los mexicanos nos movíamos aún en trenes; para un niño, era la forma quizá menos tediosa de viajar. Cualquier ansiedad se resolvía con una larga caminata por sus secciones, o pasando un rato en las intersecciones donde el viento levanta los cabellos y el rugir de la máquina ataca los tímpanos. El Bala y El Estrella, como se les llamaba a estos armatostes, dominaban el Pacífico.

«Long Train Runnin» / The Dobbie Brothers

El tren es y fue presencia memorial en muchos de los actos humanos. La suerte de subir a una de estas maravillas del progreso, baluarte de la Revolución Industrial, prodigio técnico que va del vapor al electromagnetismo y la alta velocidad, sentir el poder de la locomotora.

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En nuestro país, por desgracia, durante el sexenio de Ernesto Zedillo, fueron liquidados como opción para los pasajeros, y dejados solo como transporte de carga. Con los años, los migrantes centroamericanos le volverían dar una nuevo significado de esperanza intimidatoria, de suplicio, riesgo, miedo y aventura al recorrido del ferrocarril que ahora se llama La Bestia, una bestia que devora  muchos a su paso.

«La Distancia» / Luis Ramiro

Como casi todo en Alemania, allí sus trenes presumen de una precisión milimétrica en su itinerario. La Deutsche Bahn posee una extensa red articulada que toca casi cada entidad, en donde una sola estación unifica el sistema regional con el metro local. Si el tablero indica que el servicio llegará a las 15:43 y se ira de la estación a las 15:47, lo cumple a la perfección.

El desconocimiento, en ocasiones, tiene sus ventajas, permite mantener inmune tu capacidad de asombro. En la salida de la estación central de la ciudad de Colonia, lo primero que uno se topa es una mole oscura, alta y de rasgos góticos, es la Catedral de esta ciudad teutona —el Kölner Dom— que, ni por asomo, ha permitido que la modernidad eclipse su majestuosidad.

El tren germano tiene postales de ensueño. En el camino de Berlín hacia Praga, apenas uno cruza  la frontera, enormes campos de girasoles convierte el paisaje en una galaxia de discos flameantes.

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«Mistery Train» / Vince Gill

En Sudamérica, por el contrario, el carácter de este transporte es un poco más distendido. En Cuzco, el tren que lleva hasta el poblado más cercano a Machu Pichu, no parte hasta que todos los turistas están acomodados en asientos que se miran unos a otros. Algunas partes del tren y las estación están adornados con madera lo que le da ese toque rústico que tanto encanta a los visitantes extranjeros.

Un batudillo de idiomas y de acentos del español convierte la experiencia de subir, en una animada conferencia internacional, mientras se observan llamas pardas y blancas, el animal por antonomasia del Perú, en las curiosas pendientes que acompañan el trayecto.

«Tren al Sur» / Los Prisioneros

Los trenes son escenarios amoldados a cualquier clase de trama. Están las despedidas, cuando los amantes se separan con el temor de no volverse a ver; están las llegadas, las calurosas bienvenidas, pero también las expediciones solitarias; están los relatos de pasión que surgen en pequeñas cabinas; están los relatos mágicos de trenes que avanzan por el cielo; está el héroe de acción que salva el mundo con una pelea sobre el techo de los vagones; están los bandidos que roban los lingotes de oro apilados; está el convoy de la muerte que lleva a inciertos pasajeros a un destino nefasto, vigilados por la sombra de la intolerancia y el racismo. Viajeros somos y ese sonido de camino nos seduce, nos avienta a las vías a encontrar lo que nos espera.

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«The Train that Carried My Gal from Town» / Buddy Miller

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