Ciudad Erótica

¡Azotar!

Publicada

La amenaza comienza con la infancia. Es uno de los principales métodos de control. Un azote y el control, un azote y el miedo más grande de tu vida. Uno aprende a madrazos, se dice por ahí.

Todas las transformaciones humanas son un misterio. Se ve acompañado de una circunstancia específica, de lo que se vive, de la experiencia cotidiana. Se ha ampliado el tiempo y se ha transformado. El azote cambia de función, el temor se vuelve excitación, el dolor se hace placer. El gusto por lo retorcido, por lo extraño, por la fuerza de un azote bien puesto revoluciona tus sensaciones.

F y yo teníamos presos del sopor veraniego. El calor nos ha amedrentado dentro de la casa, la tarde se movió tan lento que nunca acabaría ese día. F y yo teníamos una de esas relaciones extrañas que solo las personas involucradas. Sí era amor, solo que era diferente; Época control, co-dependencia, dolor.

Decidimos ver una película, una de mis películas favoritas, una película que no había visto, pero que yo no sabía de memoria. Tumbados en el sillón no nos dirigimos a la palabra, ni nos movimos, ni siquiera nos queríamos tocar. Puto calor, hemos sudando sin hacer nada.

Ilustración Lorena Machuca

Una emoción cándida y perversa

Francamente no recuerdo la razón que me llevó a un programa de aprendizaje. Lo que sí recuerdo con claridad fue como se hizo en su lugar, despacio, sigiloso, como sin querer hacer ruido. De fondo se escucharon los diálogos y los sonidos de El Secretario, que, como ya dije antes, es el nicho sagrado de mi romanticismo retorcido. Muchas veces después de que me sigue provocando una emoción cándida y perversa.

F se puso detrás de mí, sin apretarme, pero con un sentimiento de cómo subió la mano por mis piernas y se encuentra debajo de mi falda. Comenzó a besar el cuello, la espalda y los brazos. Busqué su boca y no me dejó. Volteó mi cara con la fuerza y ​​me obligó a bajar la cabeza. ¿Por qué no me obligaba a seguir así? Comenzó con una caricia en una de mis nalgas y de pronto ¡azote! Spank y luego caricia, caricia y luego spank. Spank, spank, spank, un lado primero, luego el otro. ¡Azotar! Me revisaba las nalgas, me tocaba, me sobaba. Spank otra vez. Comencé a sentir un leve dolor que me gustaba. ¡Azotar! Me dolía más. ¡Azotar! Yo quería zafar y no podía. ¡Azotar! La respiración de F se volvió un gemido. ¡Azotar! Comencé a sentir placer.

Advertisement

¡Azotar! ¡Azotar! ¡Azotar! Me duele todo. Me gusta mucho. No pares.

Sudor ya corría por nuestros cuerpos, el calor no cedía y yo pasé el dolor al placer en unos cuantos minutos. Toda la fuerza que F imprimía sobre mi cuerpo en un acto sexual salvaje y doloroso.

Terminamos agotados. Después de semejante paseo animal, nos quedamos dormidos sobre el sillón mientras Lee Hollowey y el Sr. Grey seguíamos haciendo lo suyo en la pantalla: ¡Spank! ¡azotar! ¡azotar!

Leave a Reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

LO MÁS VISTO

Salir de la versión móvil