Cultura
Recuerdos de un espejismo

Recuerdos…
El otro día, mientras caminaba por una colonia del sur de la ciudad, me aventuré a la calle donde se encuentra la casa en la que viví de niño (soy del norte, pero acá viví los últimos años de mi primera infancia). Al pararme frente a la fachada una serie de cosas fueron demasiado evidentes: la casa se encogió, el cielo se hizo más gris de lo que era y el vecindario se hizo más violento.
Los recuerdos suelen ser una serie interminable de espejismos que invocamos una y otra vez, siempre con una pequeña modificación en los hechos ocurridos, misma que con el tiempo se funde con los acontecimientos que habitan en la memoria. Así es como los recuerdos no solo son un espejismo, son espejismos que mutan, son fantasmas.
Sin embargo, pese a que a veces acordarse es como ver una cinta de videocasete vieja y percudida, siempre existen cosas que sirven como un ancla: una sonrisa, un sonido, un aroma o un juguete. Para Daniel Espartaco (Ciudad Juárez, 1977) esos contrapesos son los autos usados.
Los recuerdos desde Daniel Espartaco
En su novela llamada justamente así, Autos usados, el escritor chihuahuense nos pinta un panorama cambiante e inhóspito de su bella ciudad natal.

Foto: Especial
Un trabajo que invoca recuerdos de las cosas y las personas que fueron jalándonos a duras penas hasta un presente que es. Sin emitir juicios, con la mirada calmada de alguien que solamente se limita a observar.
Narrada en primera persona, Espartaco habita la piel de Elías, un joven proveniente de una familia de excomunistas cuyo día a día orbita en torno a esa carencia jocosa (y en momentos peligrosa) de la adolescencia.
A veces con una agudeza mental prodigiosa, otras tantas con la inocencia de un imbécil, Elías transcurre su juventud en Juárez buscando lo que todos buscamos en esa edad, mujeres, amigos, borracheras y viajes. Cosas que solamente podría obtener con un automóvil.
Espartaco muestra las edades de Elías en ese objeto: al principio el auto no existe, es un sueño, después el auto da pie a otro sueño, emigrar. Finalmente, el auto desaparece, ya no es necesario.
Una narración que transcurre a momentos muy lenta, casi estática, y en otros tantos a velocidades estrepitosas. Efectiva y orgánica para la prosa, muestra cómo nos pasa el tiempo: una larguísima infancia y adolescencia que se tornan en la vorágine de la vida adulta, donde los minutos, las horas y los días se nos escapan por un hoyo en la bolsa del pantalón.
El automóvil
Bella progresión de los tiempos y espacios, siempre con un vehículo a la mano: la secundaria, con los camiones que Elías no podía tomar por falta de dinero, esa primera juventud, con sueños demasiado grandes para el automóvil que se conduce, la edad adulta, cuando ya no es necesario tener un coche y finalmente las lujosas camionetas, fetiche de los narcos y emisarios de la muerte en estos tiempos convulsos.
Una novela a la que bien se le podrían unir libros como Canción de Tumba de Julián Herbert, donde los autores hacen una especie de autobiografía ficcionada de las cosas que han vivido.
Espartaco describe una atmósfera muy íntima. El lector sabe que, aun cuando es posible que ninguno de los eventos descritos haya sucedido, el autor vivió ese norte. Un lugar enclavado entre la miseria de la frontera y la promesa del sueño americano; un momento en el cual aún no era descabellado imaginar un mejor futuro, planear la llegada de mejores cosas. El justo instante cuando las maquilas comenzaron ese tumor que ahora carcome a Juárez.
Autos Usados representa esa inocencia perdida. Los amigos que dejamos, las mujeres que estuvieron y se fueron, las cosas que irremediablemente cambian y por supuesto, la inocencia perdida. Daniel Espartaco nos narra lo que significó ser él en ese tiempo. El mapa que nos muestra el recorrido que hizo el hijo del idealismo de los 70 en México, trazado con automóviles, camiones, caminatas y cervezas.
Víctor Fernández dice que estudió comunicación en el Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Occidente. También alega haberse desempeñado como fotógrafo y reportero en diversos medios locales y tiene un gusto malsano por el café soluble con agua fría.
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Cultura
Ismael Vargas será galardonado en el Festival Cultural de Mayo

Ismael Vargas tiene un lugar privilegiado dentro de la plástica nacional. Con 65 años de trayectoria, este pintor nacido en Guadalajara invita en cada una de sus obras a redescubrir los elementos de la cultura mexicana.
Con sus pinceladas transforma el lienzo blanco en paraísos de mariposas monarcas, de rosas, de telas, de rebozos, de frutas, de artesanías, de aves.
Vargas considera que cada hombre debe crear su paraíso, ese que él encontró entre los colores y las texturas.
El artista será reconocido con el Galardón Don Jorge Garciarce Ramírez en la categoría de Creación Artística, en el marco de la edición 28 del Festival Cultural de Mayo.
En la ceremonia, que se celebrará el próximo viernes 23 de mayo en el Teatro Degollado, a las 20:30 horas, también se reconocerá a Lorenza Dipp, en la categoría de Promoción Cultural; y a Enrique Ibarra, por su trayectoria en el servicio público y la docencia.
Ismael Vargas es un creador a la vieja usanza, no espera la inspiración, él es un hombre de rutinas que incluyen pintar por la mañana y leer por las noches.
Vargas comenzó su carrera en 1963, cuando presentó su primera exposición en el Patio de Los Ángeles, en el Barrio de Analco.
Entonces tenía 16 años, pero ya llevaba años dedicando su trazo a las pinturas clásicas que se mostraban en las cajas de cerillos Clásicos de Lujo de empresa La Central.
En esas cajitas, La Gioconda, de Leonardo da Vinci, lo conquistó como a muchos hombres y mujeres en la historia.
A partir del asombro de un niño espectador es que comenzó a pintar de manera autodidacta.
Su obra se ha expuesto en infinidad de museos del país y del extranjero y autores como Elena Poniatowska, Carlos Fuentes, Abigael Bohórquez, entre otros, dedicaron algunas de sus letras a elogiar el trabajo plástico de Ismael Vargas.
Espacios públicos en Guadalajara y en Monterrey tienen su obra. En la Perla Tapatía se encuentra su trabajo más polémico: Sincretismo, escultura ubicada en el camellón de avenida Federalismo, entre las calles de Juan Álvarez y Hospital.
Esta pieza, que muestra a la diosa náhuatl Coatlicue y a la Virgen de Guadalupe, dividió a los creyentes católicos. Unos ven en la pieza un homenaje a la fusión de dos culturas y otros, la blasfemia.
A lo que Ismael Vargas responde que el diablo está en los ojos de quien lo mira.
Para saber:
El Galardón Don Jorge Garciarce Ramírez, que celebra su segunda edición, reconoce a quienes han destacado en el ámbito cultural y lleva el nombre del ex presidente del Consejo de Administración de Consorcio Aga.
TAMBIÉN TE PUEDE INTERESAR: ISMAEL VARGAS: EL LARGO Y DURO CAMINO DEL ARTE
Cultura
Globo, Museo de la Niñez celebra 25 años con cartas a la futura Guadalajara

Del 24 al 27 de abril, Globo, Museo de la Niñez de Guadalajara se transforma en un laboratorio de imaginación, memoria y deseos a futuro, en el marco de su 25 aniversario.
El Globo, Museo de la Niñez cumple 25 años y lo celebra como mejor sabe hacerlo: escuchando a las y los niños.
Durante cuatro días consecutivos —del jueves 24 al domingo 27 de abril—, el espacio ofrecerá un maratón de actividades culturales y artísticas, de 10:00 a 18:00 horas, pensadas para que niñas y niños se expresen, imaginen y se proyecten hacia el futuro.
Uno de los actos centrales del festejo será la activación del Dispositivo I de la serie “Ejercicios para futurizar”, del artista contemporáneo Michele Lorusso.
La pieza, gemela de una actualmente exhibida en el Museo LACMA de Los Ángeles, invita a la niñez a escribir o dibujar un mensaje para su yo del futuro y para la Guadalajara que sueñan.
Los mensajes serán resguardados en una cápsula del tiempo que se abrirá dentro de algunos años.
La instalación permanecerá activa hasta el 31 de mayo, permitiendo que más visitantes se sumen a este ejercicio epistolar.
Entre las actividades destacadas del aniversario están:
“El Museo de mis Sueños”, un taller de participación ciudadana donde niñas y niños de 10 a 12 años, junto con el Instituto Electoral y de Participación Ciudadana, construirán un manifiesto con sus deseos para el museo del futuro.
“Jalisco en cortito”, proyecciones de cortos documentales realizados por niñas y niños del taller audiovisual Un, docs, tres por mí.
“Suspiros Migrantes”, taller sensorial para la primera infancia con escenofonía basada en voces de madres e infancias migrantes.
“Breaking con calma”, taller de danza urbana con enfoque lúdico y autocuidado.
Concierto didáctico a cargo de la Banda Municipal de Guadalajara, especialmente preparado para las infancias.
“Manchas de la Luna”, una obra de títeres de mesa que aborda el abuso sexual infantil en contextos familiares, tratándolo con la sensibilidad que el tema exige.
El concierto de clausura estará a cargo de Hermanax, agrupación de rock indie-alternativo que conecta con la niñez de todas las edades, incluidas aquellas que viven en cuerpos adultos.
Este museo se ubica en la Unidad Reforma en el barrio de Analco.
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