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La sal Rojinegra, tan añeja como su historia

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Milhouse Van Houten, George Constanza, Eugene Horowitz…

Personajes entrañables de la televisión, simpáticos, fácilmente identificables, favoritos de muchos y con un aspecto en común: el desastre y la mala suerte siempre los acompaña.

En las situaciones más absurdas, estos personajes siempre terminan obteniendo la peor parte; su mala suerte es tan inverosímil, que eso genera la simpatía del público, que les tiene un especial cariño, no sé si por lástima o simplemente porque llegan a identificarse con ellos en algunas ocasiones.

Y por peor que les vaya, hay algo que también siempre les acompaña: el optimismo desbordado. Nunca claudican en sus intentos de que les vaya mejor, de que la fortuna les sonría y de que tarde o temprano su suerte será mejor… pero al final siempre vuelven al mismo sitio, al de la mala suerte.

No sé si esto se asemeje a la historia que como equipo de futbol ha tenido el Club Atlas. El de los rojinegros quizá sea el equipo con la peor suerte de todo el futbol mexicano desde que el balompié se juega profesionalmente en México.

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El triste Milhouse (Los Simpsons)

Mala fortuna

La fortuna le sonríe escasamente a los rojinegros y los malos resultados o la falta de alegrías los golpean constantemente, y más en estos días.

Para muestra un botón: en lo que va del actual torneo Apertura 2018 de la Liga MX, el Atlas es el único equipo de toda la Liga que no ha anotado un solo gol, mucho menos conseguir una victoria; son el último lugar de la tabla general y la mala racha parece no tener fin, al acumular, desde el torneo pasado y lo que va de éste, 809 minutos sin encontrar la portería o ganar un partido.

Pero la mala suerte no es de hoy, es de muchas ocasiones. El único campeonato del Atlas data de 1951, por lo que van 67 años (y contando) sin levantar un trofeo de Liga. En el inter, la institución ha sufrido tres descensos a la Segunda División y las alegrías desde entonces se pueden contar con el dedo de una sola mano.

Sí, me refiero al subcampeonato del Verano 1999, donde, gracias a la mala suerte en los penales, los rojinegros no levantaron el segundo campeonato de su historia.

El desafortunado Eugene Horowitz (Hey Arnold)

Les gusta sufrir

Pero esto, con el paso de los años, en lugar de desmoralizar a gran parte de su afición, los motiva. Como bien reza el dicho que entre los mismos seguidores del Atlas pregonan, no hay una explicación lógica para soportar fracaso tras fracaso, y aún así miles de seguidores (se cuentan por unos cuantos millones en Guadalajara), siguen alentando al equipo, esperanzados de que tiempos mejores están por venir… aunque muy en el fondo saben que sería un verdadero milagro tener una alegría que les desborde la felicidad.

Es el síndrome que padece cualquiera que está salado, el optimismo nunca se va. Y esto genera simpatía entre muchos aficionados que no le van al Atlas, así como ocurre con los personajes ficticios que de tan mal que les va caen bien. Aunque eso sí, a veces terminan siendo la comidilla de otras aficiones, esas que no perdonan los malos momentos.

¿Terminará en algún momento la mala suerte del Atlas? No lo sabemos, pero en cada situación, al menos en las ficticias y sobre todo en las de los personajes enlistados al principio de esta pseudo columna, ésta nunca los abandonó. Para muchos es bonito y está bien, para otros, es ya un estilo de vida…

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Alan Omar Rodríguez es arandense-tapatío, que desde que estaba en el vientre de su madre desde el lejano enero de 1989 la anda haciendo de pedo. Su educación fue forjada por la televisión y los VHS pirata de San Juan de Dios. Nació con un jersey de futbol americano y fue a pudrir su idea de la sociedad en la Universidad Enrique Díaz de León. Actualmente edita la sección deportiva del diario EL INFORMADOR.

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