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Música para el vital silencio

Publicada

Por Oliver Zazueta

“En el principio existía el verbo…”  Juan 1:1

Una pareja grita, vocifera, se recriminan uno al otro, surgen reproches, berrinches, rabietas y sombrerazos. Lo que sigue es el mutismo. El castigo mayor es el desdén, la ignorancia uno del otro, la ausencia de comunicación, el látigo del desprecio, así hasta que el sosiego traiga la sensatez.

Sólo en el vacío sideral existe el silencio absoluto. Aquí en lo mundano, rodeados de atmósfera, los humanos interpretamos el silencio con muchos prismas. Usualmente buscamos la ausencia de ruido social como un espacio de calma reflexiva, detenerse y pensar el camino.

«Silencio» / Los Tres

En el budismo zen se apela al noble arte del silencio, a la precisión y brevedad en el diálogo, a la serenidad interna que sólo se alcanza en el sigilo. El silencio es para los budistas una antesala al despertar de la conciencia.

Muchas tradiciones monásticas cristianas también apelan al silencio como forma de ascetismo. El voto de silencio se ha convertido en una práctica piadosa o contemplativa en órdenes como la de los Cartujos.

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«O Silêncio» / Arnaldo Antunes

En la música, el silencio marca el ritmo, esa ínfima fracción de segundo es una pausa que no se ejecuta, es el descanso para el intérprete. El silencio aquí es imperceptible, pero es vital, de otra manera, el continuo sonido rompe el arte, la danza y el éxtasis.

En nuestras vidas las ausencias a veces son como el silencio, marcan nuestro rumbo, nuestras actitudes y estados de ánimo. Las ausencias se convierten en la pausa reflexiva, es el dolor el que nos anima a seguir interpretando nuestra melodía existencial.

«Silencio» / Jorge Drexler

Hace algunos años, durante una caminata por el bosque, un maestro nos colocó a mí y mis amigos enfrente de un árbol ensombrecido por el ocaso. Su petición fue simple, en lugar de que nuestra mirada se enfocará en el árbol y su penumbra, debíamos enfocar nuestra atención en las figuras que se delineaban en los huecos por donde aún pasaba la poca luz que quedaba.

El silencio es un poco eso. La ventaja del callar es que nos permite escuchar mejor, es decir, cambiar el ángulo, dejar de oírnos sólo a nosotros mismos para ver los huecos que produce la luz.

Quizá en estos tiempos en que todo mundo tiene la capacidad de opinar, de que su voz se replique ante cientos de personalidades digitales, haríamos bien en practicar, de vez en cuando la afonía, en quebrantar ese diálogo de egos sordos. Volviendo al asunto de la pareja, sólo escuchando comprendemos al otro.

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No neguemos, como dice el letrista Martin Gore, que hay ocasiones que las palabras son innecesarias y sólo hacen daño, así que disfrutemos el silencio.

Enjoy The Silence / Depeche Mode

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