Altavox
¿Por qué la música?
Detengámonos un momento, sólo un instante y evoquemos. Volvamos a aquel fragmento de tiempo cuando una canción nos cimbró la mente, nos voló los sesos y sacudió el alma. Aquella pieza que nos hizo bailar con frenesí abrazado a los amigos, o emocionarnos tomados de la mano con la chica que adorábamos, curarnos la depresión o tapar los hoyos del dolor, gritar con furia contra quien nos abandonó. Retornemos también a la dulce y melodiosa voz de la madre que cantaba para arrullarnos.
¿Por qué la música significa tanto en nuestras vidas?, ¿por qué está siempre presente?, no todos los humanos son seres musicales, pero una gran mayoría tiene al menos una canción que lo mueve y detona sus emociones. Explicaciones neurológicas y biológicas las hay varias, pero un abordaje cautivador y poco atendido es el de la filosofía: Grandes pensadores tanto de oriente como de occidente han meditado sobre el tema a lo largo de la historia de la humanidad.
“I Can Hear Music” / Beach Boys
En los griegos, Platón no sólo reflexionaba sobre el mundo de las ideas, la mejor forma de gobierno o la educación, para él la música poseía la capacidad de llegar a lo más recóndito de nuestra alma y darle forma hacia la virtud; Pitágoras, un avezado amante de las matemáticas y la geometría la vinculaba al mismo origen del cosmos y el orden de los sistemas planetarios, gracias a su exacta métrica en lo que se llamaría la “armonía de las esferas”; mientras que la doctrina aristotélica definía a la música como catarsis.
En China, Confuncio se refirió a la música como un elemento que permitía al hombre alcanzar la madurez y el desarrollo moral, así como la poesía le permitía despertar la mente, mientras que a Lao Tsé se le atribuye la frase “Si hay música en tu alma se escuchará en todo el universo”. Lu Chi consideraba a la música como el sendero de entrada a la filosofía.
“Pop Song 89” / R.E.M.
Filósofos posteriores del mundo occidental hablaron también de la música, desde Erasmo de Róterdam, quien le daba un valor ético; Voltaire, quien definió a la misma como una imitación de la naturaleza; Immanuel Kant, quien creó toda una teoría estética con la cual elevó a la música a expresión sublime de la razón humana; Max Weber, quien se preguntaba si es posible ejercer una estética musical libre de juicios de valor; o Hegel, quien veía al arte como una espiritualización de lo material. Es claro que la mayoría de estos pensadores se referían a la música clásica, sería interesante saber que pensarían de los sonidos que predominan en el panorama musical contemporáneo.
“Música contemporánea (Kinski Remix)” / La Bien Querida (Ft. Alejandro Martínez)
Un autor al que también le interesó la musicología fue el filósofo alemán de origen judío y también compositor, Theodore Adorno, para quien la música imita las sensaciones del alma y la interioridad del hombre, por lo que la consideró el arte más espiritual que existe, una expresión que carece de conceptos que la definan, pues todo se basa en sensaciones, ideas e imágenes. Adorno estableció además vínculos indisolubles entre la filosofía y la música, pues la filosofía habla del todo humano, hurgando en la profundidad movida por el asombro y la curiosidad, y la música genera ese asombro.
La música también es reflejo de las escuelas de pensamiento, como ocurre, por ejemplo, con el posmodernismo, esa corriente que en la voz del francés Jean-François Lyotard, decretó el fin de los grandes relatos de la historia y apeló al rescate de los microrrelatos, o más hondo aún por el no relato, concepto que sirvió al compositor John Cage para la creación de una pieza que hoy estaría emparentada con el arte contemporáneo, bajo el título de “4’ 33”” y en la cual un pianista, mediante tres movimientos, se dedica a abrir y cerrar el piano mientras toma el tiempo con un reloj, en una constatación del concepto de que todo ruido en este plano de la realidad es música.
4’ 33” / John Cage
Para el pensador español Gustavo Bueno, acercarse a la música desde la filosofía implica utilizar preguntas teóricas irrenunciables, como pensar qué lugar ocupa la música en el conjunto del universo, de la naturaleza, si su estética es la misma que el resto de las artes y sólo difiere el material o si se define a sí misma como categoría única; si la música es un lenguaje y necesariamente debe tener un significado, si es una actividad racional (aritmética) o emocional (dionisíaca), o si puede decirse que la música es un arte universal, válido para cualquier arte o cultura.
Para aquellos que somos inexpertos en el arte de filosofar, quizá lo que nos queda es el goce y la compañía del arte sonoro a lo largo de nuestro camino, y tal vez, parafraseando al cantautor uruguayo Kevin Johansen, la certeza de que la música estuvo antes que nosotros y seguirá después de nosotros, pues la música es tiempo y espacio.
“Gozo Poderoso” / Aterciopelados