Cine
Aquaman: es chida
Si hubiera una palabra para explicar la nueva cinta de DC Comics, sería ésta: es chida. Y no lo digo a secas, lo digo gustoso, aceptando que es divertida y refleja lo que debería ser—en ocasiones—una película de superhéroes y cómics: divertida, colorida, con personajes que te importan y entiendes sus problemas y quieres acompañarlos hasta el final de su viaje.
Lo que no lograron con la Justice League (2017) ni Man of Steel (2013), lo hicieron con uno de los superhéroes menos apreciados de la galería y todo se los debemos a que quitaron a Zack Snyder del roll de director y pusieron a un tipo cool detrás de la cámara: James Wan.
Sí—el dato me sorprendió al ver su crédito en la pantalla—; el director de Saw (2004), The Conjuring (2013) y Furious 7 (2015), entre otras, logró lo que sólo la directora de Wonder Woman (2015), Patty Jenkins, consiguió: una entrega decente, entretenida, imaginativa, bien estructurada, relevante y que opaca los errores del pasado.
Sin embargo, no me adelantaré. Aquaman (2018) es un filme de superhéroes, fantasía y acción de Australia y gringo, coproducido por DC Comics, DC Entertainment, Panoramic Pictures.
La trama. Arthur (Jason Momoa), un alma atormentada por el pasado, descubre que su hermano, el Rey de la Atlántida, Orm (Patrick Wilson) quiere destruir a la humanidad; para evitarlo deberá encontrar un tridente chingón y convertirse en rey y en el superhéroe que el mundo necesita: Aquaman. ¡Ah¡, también sale Nicole Kidman como su mamá y reina Atlanna y hay varias tramas de película de comics que no les voy a “espoilear”.
Miscelánea
Aquaman es creativa, aprovecha su naturaleza absurda y nos trae un nuevo mundo que se aprecia y disfruta; visualmente atrapa por su color y los diseños; las imágenes, el dialogo, un poco cliché, es un espectáculo que hay que ver en el cine.
Por desgracia, aún sufre de los mismos problemas (aunque mínimos) que sus predecesoras; los efectos especiales pasan de ser chingones a parecer gráficas de Play Station 4; las escenas de acción son entendibles, pero con giros y ángulos de cámara que de plano marean y te hacen rascarte la cabeza preguntándote, “¿qué rayos pasó?”.
En el tema de la banda sonora, la verdad, está muy jodida; le falta un sentimiento épico. En vez de eso pusieron el soundtrack que encontrarías en el celular de un adolescente. Qué desperdicio.
Actuaciones
Por otro lado, la actuación ha mejorado… hasta cierto punto. Jason Momoa no es precisamente un actor creíble, sin embargo, el resto del elenco salva la película y lo ayudan a brillar y no parecer un tronco, a diferencia de “La Roca”, que ya no importa lo que haga, nunca podrás tomarlo enserio. Rodos hacen lo que pueden y la salvan.
Cada uno de los actores entrega un momento emocional, que se opaca un poco al final ya que se nota que trataron de apresurar la cinta ya que la marca de 2 horas, 30 minutos estaba por alcanzarlos lo que le restó algo de emoción al final.
¿Hay qué verla?
Aquaman no es perfecta, tampoco es una copia de Black Panther (2018); claro, es una mejora significativa a lo que hemos encontrado en el Universo de DC en los últimos años; vale su lugar y consiguió ponerse al nivel y eso es oro de la Atlántida. Tiene personalidad, su estilo único y eso no la hace olvidable. Vayan a verla en cualquier formato o su sala de cine favorita, no se arrepentirán.
Hasta entonces saludos y recuerden, así como en la vida, todo pasa en el cine.
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