Cine
The Greatest Showman: High School Musical en el circo
Greatest Showman…
The Greatest Showman es pequeña, desagradable y su mensaje es terrible; la cinta trata de decirnos: eres único, sigue tus sueños, pero obedeciendo y sirviendo a los propósitos de otros individuos; mientras más egoístas, avariciosos, flojos, insensibles y miserables como seres humanos, mejor. Sé estereotípico, cliché y manipulador.
Ésa es la lección que aprendí de The Greatest Showman (2017) del director Michael Gracey; un musical biográfico —que tiene poco de biografía— y un drama torpe desesperado por impactar en su mercado meta: los amantes de los musicales y, como propuesta popera de grupo juvenil de momento, lo logra.
La trama. La historia se inspira en la vida de P.T. Barnum (Hugh Jackman), un hombre que se alzó de la nada para convertirse en uno de los más respetados productores del mundo del espectáculo en Nueva York. Veremos su vida personal —llena de canciones pop que suenan igual—conoceremos a su cómoda y poco dramática familia en su breve descenso al infierno y luego su resurgimiento en un “y vivieron engañados para siempre” con saltos, piruetas, giros y sonrisas melódicas. Así pues, la cinta trata de hacer homenaje al nacimiento de los grandes, elaborados y creativos espectáculos que conocemos en la actualidad y las historias clásicas de amor, desgracia y fama.
El filme es original, es una idea que desarrolla e intenta mostrar la vida de un hombre del espectáculo —pero demonios— es molesta. Cada vez que se transforma en película y entrega drama, buenas líneas con buenas actuaciones, todo es interrumpido por música alegre y coreografía que rompen la motivación, ritmo y concentración del personaje y audiencia. Imagínense que está teniendo una conversación seria con un amigo sobre problemas comunes y cada cinco minutos se interrumpe la charla para cantar algo de José Alfredo Jiménez, Elton John o Rihanna. Así se comporta el filme y es odioso.
No se decide en ser película, musical, puesta en escena o todas, es molesta. Sin embargo, tiene lo suyo. Quiere parecer un espectáculo clásico de Broadway, su elenco de actores y cantantes de teatro es hartamente competente.
Cuando se trata de cantar, bailar y sonreír, lo hacen, entregan todo, dejan satisfechos a los amantes de esta clase de espectáculo. Las actuaciones de Zac Efron, Michelle Williams, Wolverine (digo, Hugh Jackman) y los otros son bastante aceptables.
Sus efectos prácticos están bien, no obstante, los especiales (CGI), visuales, como quieran, apestan. Al ser un circo nos presentarán elefantes, leones, caballos, trapecistas con fuegos artificiales, entre otras curiosidades, que se verán tan falsas como moneda de tres pesos, como guion de película de Zack Snyder, es gacho.
¿La odié? No. Es una cinta más —un musical más de los que abundan allá afuera— con un mal mensaje, un híbrido desesperado que gustará a los amantes del género sin importar la edad; su ejecución musical es aceptable, quiere compartir un sentimiento de “maravillosidad” que no cuaja y se siente forzada; eso sí, está llena de movimiento, acción, música, escenografía interesante y lucha contra sí misma por ser “algo”, eso vale.
¿La recomendaría? Como he mencionado, si eres fanático del género te gustará, incluso la amarás. Si quieres darle un regalo a una persona que guste de lo musical, éste es el mejor presente. Cinematográficamente es floja, perezosa, con un mensaje sin sentido y carece de fuerza; por otro lado, tiene personalidad y es una historia casi única a su manera. No es un crimen contra la humanidad ni el cine, pero no podría, ni querría, comprarla con piezas maestras.
Definitivamente, el Grandioso Showman quedó pequeño en la pantalla grande; para su servidor fue ver High School Musical en el circo, es manipuladora y está desesperada por encajar; reflexione antes de comprar sus boletos. Hasta entonces saludos y recuerden, así como en la vida, todo pasa en el cine.