Entretenimiento
Once minutos para el amor
¿Cómo sabemos que algo es amor, solo atracción, gusto pasajero, curiosidad amistosa o simples ganas de los otros?, ¿la seducción siempre ha funcionado igual?, ¿somos capaces de ver más allá de una cara o un cuerpo bonito? ¿nos interesa algo más que cuánto gana o a qué se dedica nuestra potencial pareja? Puede cambiar el contexto temporal y espacial, pero es justo saber si lo que buscamos en los otros es lo mismo desde que creemos en el amor romántico.
Había más preguntas que respuestas, algo de interés periodístico y de fascinación antropológica, y una propuesta: escribir sobre otros modelos para conocer potenciales amoríos, más allá de la instantaneidad desechable que te proveen plataformas como Tinder, Bumble, Facebook Parejas, Grinder, etcétera –aunque, como en todo, se ha documentado que hay casos de éxito–. Así para este caso, la elección fue una cita múltiple rápida, o lo que se conoce como Speed Dating, así que se añadió una nueva cuestión: ¿qué pasará cuando necesitas impresionar a 10 personas consecutivamente?
Se supone que fue un rabino quien inventó el esquema en un café en Beverly Hills en 1998 –un marco bastante llamativo: judíos intentando mantener los matrimonios al interior de su cultura en la época de la apática generación X–, pero fue la icónica serie Sex and the City, la que instaló el asunto en el inconsciente colectivo cuando Miranda, uno de sus personajes, acudió a una multi-dating, para intentar obtener un acompañante con tal de no ir sola a una boda.
Cupido en tiempos modernos
En Guadalajara, una de estas iniciativas de Speed Dating es la de Date Make Gdl, que ha organizado cinco dinámicas de este tipo, la primera justo antes de la pandemia en febrero de 2020, y que precisamente se presenta como una empresa que se dedica a crear conexiones únicas en un abrir y cerrar de ojos, y que se define a sí misma como una empresa arquitecta de encuentros emocionantes y memorables para personas solteras. Había que verlo. Así que me inscribí sin ningún interés romántico y más con la curiosidad del reportero como bandera.
Este emprendimiento surgió derivado de una salida entre amigas, en la que la fundadora, Penélope Calvillo, se dio cuenta que en ese grupo había chicas solteras directoras de empresas o con cierto éxito profesional y que no disponían de tiempo para buscar una relación.
«De esa reunión yo les dije que podíamos hacer un evento en la que cada una de nosotras llevara un amigo soltero y hacer un espacio seguro para que pudiéramos emparejar personas. Y una amiga dijo, ‘se puede hacer como un modelo de citas rápidas’. Les tomé la palabra y la primera edición fue más de amigos y amigas. (…). Ya para las consecutivas fue distinto, implicó un formulario, donde hacemos una revisión, porque para nosotros es importante hacer una investigación, en los perfiles de Facebook, para ver que no tienen pareja o algo así», explicó Calvillo.
Para esta ocasión, fueron convocados 10 mujeres y 10 hombres a lo que la empresa define como un método de citas rápido y organizado, donde la intención es interactuar por breves periodos con el fin de encontrar pareja o amistades. La palabra “breves” es más que adecuada, pues en total son once minutos de interacción con cada una de las personas en una suerte de relevos australianos de la seducción: son tres rondas, dos de tres minutos y una de cinco minutos.
Todos los presentes están identificados con un número, así que la única regla es no dar tu nombre ni tu teléfono. Al final, si alguna persona se interesa en tu amor o amistad lo que hará es marcar la casilla adecuada en una hoja y si coincide con la otra, harán match, por lo que a partir de ahí la empresa se pondrá en contacto con los participantes y les pasará número y nombre de su coincidencia.
«Hemos incorporado la perspectiva de género en este tipo de cosas, que a lo mejor alguna chica no se sintió segura y en ese momento no quiso dar su teléfono, pero se sintió comprometida, por eso pusimos esa regla de no dar el contacto hasta el final. Y tenemos una columna de amistad, porque puede ser que haya compartido con alguna persona que te haya interesado solo salir a cotorrear o tomar algo, y que no necesariamente implique cuestiones de amor, sino ampliar tu círculo, o incluso de negocios», añadió la organizadora.
La previa y la cita
¿Cómo se prepara una persona para un Speed Dating? Lo primero es saber a qué te estás metiendo, así que la internet –que tan bien ha sabido sustituir a aquellas revistas tipo Cosmopolitan que te daban consejos sobre el amor– es el mejor aliado para entrenar la mente y el corazón para esas lides. De entrada, te piden apertura; otro de los consejos es que la primera impresión es básica, tus primeros 30 segundos pueden ser tu absolución o tu condena. Funciona al igual que TikTok, YouTube y Facebook, eres lo que muestras. ¿Código de vestimenta?, recomiendan algo casual, ni muy formal ni muy elegante, así que el frac, tu pijama y la playera punk desgastada de los Ramones están descartados.
Hubo otros consejos que definitivamente no atiné a seguir o sentí pena de hacer el ridículo conmigo mismo, como ensayar en el espejo o acudir con actitud relajada y sin nerviosismo. Ser evaluado por una persona en una cita ya es bastante presión, así que pensar en el juicio de diez puede ser, definitivamente, más abrumador. La ventaja es que el anonimato te permite saber que la noche será un experimento social fácilmente olvidable.
Por obvias razones esta será una crónica incompleta. Haría falta la versión femenina que evaluaría el lado masculino de esta dinámica de rosticería así que, hecha la advertencia, vamos al día de la multicita.
En la víspera de San Valentín ya caída la noche, en un restaurante de la zona de Chapalita, en medio de copas de vino tinto y pizzas a la leña, un colectivo variopinto toma plaza en un grupo de mesas acomodadas en fila, los chicos se cambian de lugar, las chicas permanecen.
Los nervios iniciales siempre están presentes en los primeros tres minutos, ¿qué puedes decir o hacer en tres minutos? Puedes echar a perder tus opciones en tres minutos. Tres minutos le bastaron a Will Smith para arruinar su carrera artística en los Premios Óscar. En tres minutos, 174 aviones despegan en el mundo y se suben 810 mil fotos a Facebook, según un estudio de Photoworld. En tres minutos puedes escuchar tu canción favorita, meditar, revisar tus correos en la mañana o mandar un mensaje de despecho a deshoras y en plena borrachera.
También, en tres minutos, se tienen un millón 941 mil relaciones sexuales en el planeta –según la Sexual Wellbeing Global Survey de Durex–, así que ahí había 20 almas tratando de engrosar esta estadística.
Los humanos tendemos hacia lo obvio cuando no sabemos qué hacer –la originalidad necesita cierto ambiente de confianza y distensión–, así que lo primero que pasa por la cabeza es preguntar cómo llegaron ahí, cuáles son sus intereses, en qué trabajan, o dónde han nacido. Tres minutos para las presentaciones oficiales, pues.
Intentando ser creativo redacté previamente cuestionamientos peculiares que me hicieran quedar como una persona ídem: ¿en quién o con quién te gustaría tener una segunda oportunidad?, ¿de qué te sientes orgullosa en la vida?, ¿qué experiencia te marcó y pocas personas saben?, ¿qué sueño tenías de pequeña que no cumpliste?; si pudieras volver a tres momentos de tu vida en los que te hayas sentido plena, ¿cuáles serían? Lo cierto es que las pocas veces que se presentó la oportunidad de hacerlas, los resultados no fueron los óptimos. Bad timing se podría decir, eso de ser profundo se debe dejar para la segunda cita.
Por el contrario, las charlas fluyeron por derroteros mucho más triviales, aunque no por ello dejan de ser material para la comidilla. Comprobar aquel adagio popular de que cada cabeza es un mundo nunca había sido tan sencillo: el carrusel temático de esta Torre de Babel de la soltería iba del miedo a los extraterrestres a la reputación sexual de las azafatas; de las delicias culinarias de Puebla a la numerología y la astrología –al parecer si eres virgo y tienes algún 9 en tu fecha de cumpleaños estás condenado al ostracismo–; de las bondades de la psicología humanista a las posibilidades comerciales de los masajes reductivos.
El asunto es que, para la segunda ronda, las conexiones neuronales comienzan a trastabillar. Seguir el hilo de diez conversaciones distintas a la vez resulta casi imposible, así que es más sencillo recordar las coincidencias: algunas chicas habían intentado “conseguir” pareja en apps de ligue con resultados algo nefastos, ya fuera porque los hombres sólo buscaban sexo, mostraban poco interés, o la foto no les daba buena vibra (hay también estudios que dicen que los estándares de belleza en estas aplicaciones están sobreestimados, es decir, el atractivo promedio es ignorado y se privilegian perfiles fuera de nuestra liga). La curiosidad era el motivo principal para estar ahí, aunque la mayoría eran conscientes de que era poco probable que encontraran conexiones duraderas esa noche.
Luego de tres rondas en las que el cansancio era notorio en los rostros de los presentes –más de dos horas de parloteo incesante–, las preguntas antropológicas seguían sin respuesta. En once minutos no es posible definir si algo es amor o atracción, aunque siendo honestos, el gusto pasajero y las ganas de los otros quizás sean más fáciles de identificar. No obstante, en favor de la dinámica puedo decir que lo que comenzó como estrategia seductora pudo convertirse en un sano ejercicio de reconocimiento de los otros o hasta de uno mismo, pues incluso puedes salir conociendo algo que no sabías de ti.
La conclusión más salomónica la tuvo mi vecino en este tiovivo de la seducción, un hombre con suéter rosa, nombre exótico y gustos exquisitos que sentenció sobre el final: “yo creo que no voy a elegir a ninguna”. Probablemente no tuvo éxito, pero la organizadora del evento me asegura que de este modelo han salido noviazgos o incluso experiencias de personas que han viajado juntas. Así que no todo está perdido.
Al final, salta otra duda, ¿por qué nos sometemos a las prestidigitaciones más elaboradas con tal de saciar esta avidez de amor que sigue presente en el siglo XXI? La baraja de opciones se ha acrecentado, eso sí. A la relación monogámica y al modelo de familia para toda la vida, se le han sumado formatos que van desde las relaciones informales y las casuales, hasta los noviazgos seriados, el poliamor, las relaciones abiertas y “n” número de formas de amar y convivir. El menú se ha ampliado, pero acudir a una Speed Dating podría confirmar que la adrenalina del primer encuentro sigue siendo un estimulante poderoso en esta idea del amor romántico. Parecería que siempre queremos estar enamorados por vez primera, aunque sea literalmente imposible.
Como epílogo reflexivo, diría que en el caso de quien esto escribe (sólo me es posible hablar por mí), la química del amor se cocina aparte y tiene mejor sazón cuando son el azar y la cotidianeidad los que sorprenden con algún encuentro inesperado o con coincidencias que surgen de manera orgánica y con el tiempo suficiente para conocer al posible ser amado. La pausa es el mejor cómplice para el enamoramiento. Aun así, es bueno saber que todavía hay personas que les gusta arriesgarse a cosas diferentes para conocer nuevas vidas, aunque sólo sea por once minutos.