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FICG37: Manolo Caro vs. Los Haters
En tiempos de “shitstorm”, a Manolo Caro parece sentarle bien el adagio falsamente atribuido a Cervantes y su Quijote: “Ladran Sancho, señal que cabalgamos”, (que en realidad figura en un poema de Goethe), pues los dichos y cuestionamientos a su trabajo no le hacen merma.
Antes de su Master Class, Cómo Hacer Cine y No Morir en el Intento, realizada dentro de la edición 37 del Festival Internacional de Cine de Guadalajara (FICG) se desató un linchamiento digital en redes hacia el cineasta tapatío acusándolo de clasismo, racismo e influyentismo, a lo que el director de La Casa de las Flores no estuvo ajeno y, aprovechando su presencia en el Conjunto Santander de Artes Escénicas, replicó a sus detractores y habló sobre su obra audiovisual.
Pequeño y enjuto, con su característico peinado inmaculado, sus lentes de pasta y bigote a la Mauricio Garcés, el cineasta apareció en escena para tener una conversación con el conductor y crítico Óscar Uriel haciendo un recorrido por su filmografía, desde su debut en largometraje con No Sé Si Cortarme las Venas o Dejármelas Largas, pasando por filmes como Amor de mis Amores, Elvira te Daría Mi Vida pero La Estoy Usando, hasta su más reciente serie Sagrada Familia, ahora en postproducción.
“Yo he puesto trabajo, ideas, me he levantado a fregarme, hemos hecho equipo, he encontrado relaciones, he vendido argumentos, me han cerrado las puertas, me han dicho ‘eres un niño, eres un arquitecto, no sabes lo que haces’, y aquí estoy, han sido 10 años de todos los días levantarme y decir, nadie va a escribir mi historia, la voy a escribir yo y lo haré de la forma más honesta”, dijo en referencia a uno de los tuits de odio que leyó antes de presentarse en Guadalajara.
Caro consideró que siempre ha mostrado un trabajo congruente y honesto, y cuestionó la cultura actual de la cancelación, por considerar que niega la posibilidad de aprender.
“Existieron películas increíbles que hoy están canceladas, movimientos que fueron importantes y que hoy no podrían ser. Me voy a seguir encontrando con críticas, con gente que no le guste mi forma de realizar ni mis películas, pero hay un control remoto y hay una taquilla, tú puedes decidir qué ver y a quién le dedicas tu tiempo, yo puedo decidir ser congruente y honesto con lo que sé y eso es lo único que me interesa hacer”, dijo.
El director destacó como virtud dentro del quehacer cinematográfico la flexibilidad para hacer distintos tipos de historias y no encasillarse, fue así como pasó de una serie en la que retrata el núcleo familiar como La Casa de las Flores, o hacer un relato basado centrado en la persecución a los homosexuales en la España franquista en la miniserie Alguien tiene que Morir.
“Yo voy a pelear las batallas que pueda a favor de las historias que cuento, del realizador que soy y de lo que me interesa que llegue al espectador. Eso me ha costado muchos golpes personales y profesionales, pero también de eso se trata la vida. En el riesgo es donde hemos encontrado el mayor de los éxitos, porque si no arriesgas, estas en una zona cómoda, pero no puedes meter estos pequeños fenómenos, películas que se quedan en el corazón de la gente”, añadió.
También habló sobre el paso que muchos realizadores están haciendo del cine del gran formato a las plataformas de streaming, -actualmente está por terminar su contrato con Netflix-, algo que consideró natural dado el rumbo del mercado, aunque él siempre apostará por las historias en pantalla grande, de hecho, su próximo proyecto está pensado para el cine en sala.
“La experiencia del cine nunca será igual, saltar a las plataformas es algo que casi todos estamos probando porque la industria cambia y son las nuevas formas de contar historias, que con la pandemia, todo se ha acelerado, pero yo soy muy defensor de que la gente vuelva al cine, a la sala oscura, a estar con desconocidos compartiendo este viaje emocional”, declaró.