Entretenimiento
Funko Pops: ‘Todos somos fans de algo’
Funko Pops…
Piénsalo; ¿conoces a alguien que no sea fan de algo… o de alguien?
Seguro que no. Lo que también es seguro es que los has visto: parecen pequeños tótems cabezones, rebosantes de color, de ojos redondos y fijos, hechos a infantil semejanza de figuras escapadas de la cultura pop, lo mismo del cine, las caricaturas, la música o series del streaming televisivo e irresistible encanto vintage.
¡Por eso los llaman Pop!
Su nacimiento es casi calcado a tantas leyendas de los “outsiders” que entretejen la mitología de la historia moderna de la Unión Americana y, que luego, acaban invadiendo el mundo entero como MacDonalds, Apple o las patinetas de Tony Hawks.
Exactamente veinte años atrás, un Pop! era sólo una idea, un boceto aniñado, una maqueta moldeada en un garage de Redmond, Washington, donde el típico chavo nerd, Mike Becker, amante de los juguetes, las playeras de superhéroes, la onda retro televisiva y las hamburguesas, querían comenzar su propia maquila de figuras de colección, al darse cuenta de lo caras que salían las figuras antiguas de los años 50 que él deseaba juntar para él.
Supuso, y supuso bien, que deberían crearse “nuevos” juguetes, maquilados de manera barata, para una emergente nueva era del coleccionismo, donde no tuvieras que buscar en bazares o en subastas de la neoyorquina casa Christie´s y con la chequera llena de ceros: sólo bastaba moldear nuevas figuras de íconos populares y ponerlos en lindas cajas a precios muy, muy razonables.
Mitad juguete, mitad escultura
Así que empezó a imaginar una primera pieza legendaria, mitad escultura, mitad juguete.
Desde esa primera figura “cabezona”, ideada para la compañía de hamburguesas Big Boy, en el verano de 1998, hasta hoy en día con un documental “The Making of Fun”, ganador del San Diego Film Festival y auspiciado por Netflix, pasando por ganancias que rebasan los 400 millones de dólares anuales.
Hay cientos de figuras de licencias tan disímbolas como Disney, Marvel, DC Cómics, Game of Thrones, Hanna Barbera o Pokemon Go —la figura de Pikachu, lanzada en las tiendas Target hace un par de semanas sólo duró horas, para agotarse sin remedio, en la cadena de tiendas norteamericana y revendidas, horas después, hasta en 10 veces su valor, en sitios web alrededor del mundo—; y con otro geek, pero brillante CEO, Brian Mariotti, que dicta “todos somos fans de algo” como lema de conquista, la compañía Funko se ha convertido en un símbolo de la colorida modernidad, del renacido coleccionismo y la neomercadotecnia, en pleno 2018.
Y sus Pop!, la insignia indisoluble de que estar actual es tener, al menos uno de estos personajes, en el escritorio de tu trabajo, en tu cuarto de televisión o en tu habitación.
Los “nuevos” juguetes
Cuando el 29 de junio pasado, la franquicia juguetera más grande de Estados Unidos, Toys “R” Us, cerró sus puertas para siempre, era claro que 70 años de historia de tiendas de juguetes no servían para respaldar una industria que parecía, sólo apenas sobrevivir, de las compras navideñas.
Muchos analistas económicos sugirieron que ese cierre era el punto final de la decadencia del juguete como elemento base para entretener a un niño y que su lugar, en los gustos de los infantes, había sido reemplazado, desde una década atrás, por el crecimiento de las consolas de videojuegos, los chats, las fotos de instagram y las redes sociales, insertas en los teléfonos inteligentes, al alcance de esas nuevas generaciones desde edades tempranas.
Niñas y niños ya no parecen necesitar “jugar”. En cambio, interactúan entre ellos sin necesidad de estar cerca o salir a los parques.
Todo gracias a una tablet o un iPhone.
Todo lo contrario
“Supongo que el mundo digital se ha tragado a todos los juguetes”, citaba a un acongojado padre consumidor el periódico español El Mundo, parado ante las puertas cerradas ya de la tienda en Nueva York, con el desencanto de la quiebra y el final de la famosa juguetería.
Pero Funko y sus diferentes líneas han marcado un nuevo rumbo: las piezas Pop!
La conquista no sólo estaba en la infancia: de hecho, era lo contrario.
Era recuperar las nostalgias del adulto contemporáneo por piezas que le recordaran el niño que fue y, que de pasada, le sirvieran para “jugar” a coleccionar piezas nuevas, lanzadas cada vez con más frecuencia y con variantes de color o posturas, según en qué tienda se compren.
Inabarcables y adictivos
Así la táctica es infalible y adictiva: un Pop! de Batman puede ser normal en una primera edición, para luego ser lanzada, semanas después con una variante “chase” donde la figura sea toda dorada, ahora bien, si se compra en las tiendas Hot Topic o en Walmart, Funko lanza, en ediciones de menos piezas, la misma figura con variantes de postura y así, como si fueran cartitas Panini, la idea es tener todas las variedades de tu personaje favorito.
En otros casos, la compañía de juguetes decide que algunas piezas únicas sólo serán lanzadas para convenciones de fanáticos del tamaño de la ComicCon de San Diego o en Nueva York y serán sólo dos mil piezas de una figura especial, como en el caso de este año, el personaje de Yamcha, de “Dragon Ball”, pero la figura lo mostraba “muerto”. En esos casos, sólo pocos afortunados la tendrán para sus vitrinas. O en reventa a precios exorbitantes.
De esta forma, los Pop! se vuelven inabarcables y adictivos, porque nunca parece parar la producción de personajes, reales o imaginarios que produce la compañía.
La visión
“La visión de Mariotti fue deformar a los retratados hasta transformarlos en habitantes de su mundo de cabezones”, se explica en el sitio argentino Infobae.
“Así es como, sin importar cuántos planes maquiavélicos y venganzas sangrientas hayan llevado a cabo Darth Vader, el Jocker y Predator portan la misma expresión adorable. Los diversos modelos se multiplican mes a mes, alcanzando en la actualidad más de 3.000 moldes y habiéndole encontrado hogar a 40 millones de muñecos solamente en los últimos cinco años”.
¿Cuánto tarda en nacer un Pop?
La maquinaria de juguetes llamada Funko Pop no parece descansar jamás: sólo bastan 75 días para que una figura pase de la etapa de diseño a su producción en Taiwán y China y de ahí a las manos de sus ansiosos coleccionistas, que no paran de recibir noticias de lanzamientos, muchos de los cuales están ligados a películas próximas a estrenarse o series de televisión míticas, que se recuperan en la memoria de los fans en forma de figuras, como “Friends”.
“La clave del éxito es que todos aquí amamos los juguetes”, cuenta Mariotti desde la única tienda oficial de la marca. Una cuadra entera en la misma población, en Washington, donde nacieron hace 20 años y que es una mole divertida, de tres pisos, llena de muñecos de tamaño gigante, donde el cliente se siente en la fábrica de Willy Wonka, pero en versión de colecciones de juguetes, ropa y hasta cereales que la marca ha lanzado en la primavera de este año y donde las colas para entrar, todos los días, son enormes porque, en muchas ocasiones, los mismos diseñadores los reciben para darles un tour personalizado.
Así que, no te extrañe encontrar cada vez más los juguetes “cabezones” en sitios donde menos te imaginas: la casa de una amiga, el cuarto de tus sobrinos o en la vitrina de tu crush: las proyecciones de crecimiento de Funko no parecen tener un freno.
Justo mientras se escribía esta nota, trascendía que Funko adquiría la menguante compañía de Playmobil para darle un nuevo impulso económico y, por supuesto, de rediseño.
Hay juguetes para rato.
Colofón
Te recomendamos ver en Netflix: “Funko, The Making of Fun”, el documental de la historia de los Pops!
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