Entretenimiento

Una muñeca mexicana endemoniada

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Por Arthur Tartarosky

Siguiendo con la no tradición de “son tan malas que son buenas”, les doy otra cinta de comedia no intencionada y horror fallido. Sí, adivinaron bien: Vacaciones de Terror (1988).

Muchos dicen: no te metas con los clásicos; bueno, en esta ocasión arrojaré el sombrero a la lluvia y les entregaré una muñeca que colmó las pesadillas de nuestros hermanos mayores y a nosotros, al verla de nuevo —como adultos— nos hizo decir “mjn, qué ajustados eran los pantalones de Pedrito Fernández ¿cómo caminaba con ellos?”.

 Vacaciones de Terror (1988), el clásico de no horror y comedia para toda la familia traído a ustedes por nada más y nada menos que René Cardona III, conocido también por darnos piezas sublimes del cine mexicano como: Keiko en peligro (1990, no mames, no sabía que existía), Serafín: La película (2001) y Alarido de Terror (1991), con créditos por colaboración y dirección en otras 50 mil producciones

¡Ah, los recuerdos! En la época de la Inquisición Mexicana (¡puf, ja!) una bruja es quemada en la hoguera y pasa su malvado espíritu a una muñeca. Años más tarde la muñeca poseída es encontrada en la destartalada y peligrosa casa de campo de Fernando (Julio Alemán); el güey, porque es un padre amoroso y responsable, se la entrega a su hija cuando lleva a la familia a pasar unas vacaciones a la terrorífica y destrozada casa.

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La muñeca empieza a hacerle travesuras mortales a la familia y dependerá del pelo crespo de Pedro Fernández (que actúa de Julio, el jardinero que se quiere echar a la hija de su jefe, Fernando) salvar el día.

Pedro Fernández fue el protagonista en Vacaciones de terror y su secuela.

El cheesy movie

¿Saben qué significa el término cheesy movie? En Estados Unidos es una expresión usada para decir que una película es cursi, con falta de autenticidad, sutileza o realismo. Cursi en sus diálogos, actuación ridícula, efectos especiales chistosos y baratos. Ésta es la categoría en que Vacaciones de Terror podría entrar.

La cuarta vez (en mi vida) que vi el filme, mi sobrina de 14 años entró a la habitación y se quedó observando la pantalla del televisor. Río con fuerza. Se acostó en la cama, tomó una almohada y acomodó sobre ésta su cabeza. Nos quedamos absortos pasando del silencio expectante a la risa alucinante.

No obstante ¿es mala? No. Vacaciones de Terror no es mala, es terriblemente entretenida; creo que cumple lo que debe (y con un poco de más de presupuesto lo habría logrado completamente). Sabe la regla básica del terror: crear atmósfera. Es una propuesta, no nueva, sí divertida y simple con la cual se puede jugar, entrega un escenario adecuado.

La idea de una muñeca poseída por una bruja y el trabajo de los titiriteros es aplaudible; paga, cumple hasta ese momento… luego entra el problema: Pedrito Fernández y el guion horrendo saturado de clichés NO cómicos que hacen reír a los mexicanos más por costumbre que por comicidad.

Los actores

Los actores que participan en ella son aceptables, entregan lo que pueden; los niños son odiosos, sin embargo, tolerables; los adultos también, son el estereotipo del rico/cool mexicano de la época: cursis y blandos, un producto mediocre. El problema es Pedrito; no me mal interpreten, cuando canta le echa ganas y sabe lo que hace, es lo suyo. Al actuar —si no es de niño de la calle— apesta, sobre actúa, entrega diálogos sin emoción o sobrecargados. Es risible.

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Es ahí donde la cinta pasa de ser más o menos película de terror mexicana a una comedia mexicana de horror. Una tan buena, que es mala y no tiene nada qué pedirle a Troll 2 (no obstante, sólo la secuela de ésta, puede derrotar a Troll 2; algún día visitaremos ese reino).

Los efectos prácticos de la época son buenos, se nota que pusieron esfuerzo en tratar de darnos una casa embrujada, se respeta; pero el dialogo y las actuaciones acaban por embrujar nuestras pantallas y hacernos pasar un terrorífico buen rato.

Si no la han visto, o tenían idea de que existía, búsquenla. Tiene su lugar en nuestra memoria, la historia del cine mexicano y en la sección de “es tan mala que es buena”.

¿Ya la conocen? Entonces revisiten esta espantosa belleza, apoyen lo nacional. Hasta entonces, saludos y recuerden: así como en la vida, todo pasa en el cine.

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