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Veinte años de Time Out Mind o la crónica de un tiempo demente

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Durante los años noventa Dylan solo había lanzado el L.P. Under The Red Sky (1990), disco de pobre resultado y que fue duramente criticado. Tras seis años de pausa, comenzó a trabajar en lo que a la postre sería uno de sus mejores discos de su larga y prolífica carrera: Time out of mind, publicado hace veinte años un 30 de septiembre de 1997. Para muchos a la altura de clásicos como Blood on the tracks (1975), Highway 61 Revisited (1965) o Blonde on Blonde (1968) por señalar algunos de los trabajos favoritos de la crítica especializada y sus seguidores.
Las grabaciones del álbum comenzaron el invierno de 1996 para ser detenidas la primavera del 97 debido a afecciones cardíacas que casi acaban con el músico. Quizá por ello el disco transmite en gran parte una sensación de amargura, y que en muchos momentos se haga patente la presencia ominosa de la muerte. A pesar de ello, no es un trabajo fúnebre, más bien se inclina a canciones que versan sobre relaciones infelices, en las que Dylan suena a un amante decepcionado, que a pesar de encontrarse en la madurez, no deja de sentir el enamoramiento y la desilusión como la primera vez.

Portada del disco Time Out Mind, de Bob Dylan.

Dylan ha negado que los cortes sean autobiográficos, comentó alguna vez que las canciones fueron compuestas en ambientes que influyeron en sus composiciones: “Muchas de las canciones fueron escritas después del ocaso. Me gustan las tormentas, me gusta permanecer despierto durante la tempestad. A veces me pongo muy meditabundo y esta frase se repetía en mi cabeza: ‘Trabaja mientras dura el día porque la noche de la muerte viene cuando ningún hombre puede trabajar’ (New York Times, 1997)”. Con esta idea en la cabeza, el disco quedó impregnado de esa atmósfera turbia, que el productor canadiense Daniel Lanois (U2, Peter Gabriel) imprimió en la producción.
En Time Out Mind hay bloques identificables, por una parte aquellos donde las guitarras destacan por su sonido un tanto áspero, opaco y de una fuerza que parece desbordarse siendo contenida por los demás instrumentos. Entre tales temas encontramos “Love Sick” que abre el disco para enganchar al escucha con su ritmo reggae, órgano, piano eléctrico y slides de guitarra country:
Nota: A falta de videos oficiales, muchos son versiones en vivo, que difieren de las versiones originales.
Bob Dylan- Love Sick

El country blues de “Dirt Road Blues”, con su sonido que recuerda lejanamente al sonido del Delta y a carreteras sinuosas llenas de polvo. Un par de cortes afines a “Love Sick”: El hartazgo y rabia contenida de “Till I Fell in Love With You” y “Million Miles” que explora las imposturas y autoengaños amorosos.
Bob Dylan – ‘til I Fell In Love With You, New Haven, Connecticut 1999 November 10

Otra sección perceptible es la de las baladas, donde destacan “Tryin´to Get to Heaven” con su intuición de la muerte inminente, la romántica —para algunos lo más cursi escrito por Dylan— “To Make you Feel My Love”, la abatida y lacrimosa “Standing in the Doorway” y su ambiente bar decadente.
Bob Dylan Standing in The Doorway scene (live) from ‘Masked & Anonymous’

En otro bloque se encuentran en los temas más meditabundos como “I Can´t wait”, el corte más flojo del álbum, es más una variación de a “Million Miles”, pero en una versión desangelada. En contraposición está la existencial “Not Dark Yet” que da cuenta del dolor oculto tras la belleza del mundo.
Bob Dylan- Not Dark Yet (Official)

En uno de sus puntos más altos “Cold Iron Bounds”, una larga digresión sobre la memoria y el olvido mientras Dylan deambula por las calles.
Bob Dylan- Cold Iron Bounds

Mención especial merece “Highlands” por su larga duración (16 minutos), de carácter aparentemente improvisado, es el corte más juguetón y desenfado, Robert Zimmerman recuperándose de las heridas emocionales.
Gran parte de las canciones de Time out mind, remiten a lugares oscuros, llenos de humo y bebida. Impregnado de ese clima lluvioso que inspiró el disco, con letras contundentes y memorables (tal vez esto sobre decirlo, ya que se trata de un controvertido Nobel de literatura). Un disco maduro, hecho con la sapiencia que le han dado los años y en el que Dylan hace de cronista de sus fracasos amorosos, de sus temores y sus arrepentimientos, todo esto a ritmo de buen blues con destellos country y chispazos de rock.

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