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Muerte viajera: las distintas formas de celebrar a los muertos en México
El Día de Muertos en México, dista mucho de ser una celebración homogénea.
Esta festividad registra variantes tan notables en su decoración, su riqueza gastronómica, su sentido de solemnidad e incluso en el tipo de figuras, personas o personajes a quien se dedica la ofrenda que resulta imposible hablar de esta fecha como una sola.
Esta es la opinión del Coordinador de la Carrera de Antropología del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades (CUCSH), Horacio Hernández Casillas, autor del libro Ofrenda de Vida a Través de la Muerte y de unos 15 títulos relacionados con culturas indígenas.
Según el investigador, lo correcto sería hablar de «los Días de Muertos» y para ello describe algunas de las expresiones observadas por él a lo largo del País.
IZAMAL, YUCATÁN
En la zona rural de este municipio suele construirse una choza de carrizo elaborada especialmente para la celebración del Día de Muertos.
La habitación, de unos 6 metros cuadrados, es colocada en el patio de la casas y profusamente adornada con veladoras, flores de cordón de obispo y cempasúchil.
Este homenaje es generalmente dedicado a un familiar cuya fotografía se hace acompañar de la imagen de un santo. Uno de los elementos principales de esta ofrenda es el mukbill pollo: un tamal de unos 40 centímetros de largo envuelto en hoja de plátano y cocido en horno bajo tierra.
TZURUMÚTARO, MICHOACÁN
Los pobladores de esta localidad, ubicada en el Municipio de Pátzcuaro, realizan una ofrenda dedicada a la memoria del General Lázaro Cárdenas en agradecimiento por la entrega de tierras que éste hizo y que permitieron la constitución del ejido.
Durante la celebración es colocado en el cementerio de la zona un enorme cuadro con la imagen del «tata» Lázaro montado sobre un caballo blanco, esta pintura es precedida por una serie de arcos de carrizo adornados por las mujeres de la comarca con flores de cempasúchil.
La ofrenda es velada toda noche por los hombres.
HUAQUECHULA, PUEBLA
En este municipio la celebración del día de muertos se realiza del 29 de octubre al 2 de noviembre. Los primeros tres días de la festividad es dedicada a los niños difuntos para quienes se elaboran ofrendas adornadas con figuras de ángeles y flores blancas como claveles y gladiolos, además, suelen colocarse dulces y juguetes sobre los altares.
En la comunidad las campanas repican a medio día para dar la bienvenida al alma de los pequeños.
A partir del 1 de noviembre estas ofrendas son retiradas y comienza la festividad de los muertos «grandes».
MITLA, OAXACA
Reconocida por su zona arqueológica, esta ciudad distingue su celebración del Día de Muertos por la diversidad de sus altares. Sin una composición definida, las ofrendas pueden constituirse de 2, 3, 8 o 10 niveles adornados con frutas y veladoras y sobre los cuales se coloca la imagen de un santo.
En el nivel superior se realiza una formación de figuras religiosas que son coronadas con un arco hecho de caña o carrizo adornado con frutas y flores de cempasúchil. El altar es dedicado a los santos quienes se cree interceden por las almas de los familiares muertos.
IGUALA DE LA INDEPENDENCIA, GUERRERO
En esta ciudad los altares de muertos son ubicados en una de las habitaciones de la casa donde es colocada una mesa central cubierta con un plástico de color morado y sobre éste un mantel deshilado.
El resto de la decoración consta de algunas veladoras, una serie de baldes de diversos colores, tamaños y materiales llenos de flores y las fotografías del mayor número posible de familiares muertos acompañados de igual número de santos a quienes se dedica el altar.
A ambos lados de la ofrenda se coloca un candelabro con largas velas. La ofrenda es acompañada de rezos nocturnos.
SAN ANDRÉS MIXQUIC, DF
Este pueblo ubicado en la Delegación Tláhuac se convierte durante siete días en un gran altar de muertos: sus casas y sus calles son tapizadas de flores y adornadas con figuras de santos, cálices, ángeles, calaveras y muchos otros ornamentos. Es común observar arcos con flores colocados cada 50 o 100 metros por sus callejuelas.
Los hogares suelen lucir a través de las ventanas de la sala grandes altares dedicados a alguno de sus familiares fallecidos y adornados con naranjas pinchadas con banderitas de colores, papel picado, flores de cempasúchil, canastos llenos de granos de maíz, mazorcas, velas y veladoras, entre otros elementos.
Estas ofrendas son comúnmente visitadas por los lugareños y visitantes de la Ciudad de México que ya han hecho de este viaje una tradición.