Opinión

¿2 de octubre no se olvida?

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“Un joven es siempre una incógnita; matarlo es matar la posibilidad del misterio, todo lo que hubiera podido ser, su extraordinaria riqueza, su complejidad”, dice una de las tantas icónicas frases en el libro “La Noche de Tlatelolco” de Elena Poniatowska, el cual decidí releer este fin de semana a propósito del 2 de octubre conmemorando ya 55 años de la matanza en la Plaza de las Tres Culturas.

Al leer algunas de las páginas, y mientras se me erizaba la piel, sentí un gran orgullo de ver cómo jóvenes de 15 o 16 años lograron generar en diversos sectores sociales una empatía y solidaridad para unirse a las demandas de aquellos que se expresan y exigen de manera válida y legítima, como lo fuesen los estudiantes, que en ese entonces sufrían la represión policial y por parte del ejército. El movimiento estudiantil del 68 fue sin duda un parteaguas en la politización y unión social en el país. De las cuestiones más destacadas, es su carácter social, pues lo realmente llamativo es que no fue exclusivo de los estudiantes, sino que se unieron profesores, obreros, sindicatos, intelectuales y hasta amas de casa.

En medio de una coyuntura mundial, cuyos antecedentes son el “Mayo francés” y la “Primavera de Praga”, en agosto del mismo año, el movimiento mexicano estudiantil, puso en la mesa las distintas exigencias y demandas sociales, ante un régimen que se consolidaba a partir de la represión y el miedo. Aquel 2 de Octubre, en un mitin llevado a cabo en la Plaza de las 3 Culturas, estudiantes de distintas preparatorias y universidades, respaldados por médicos, madres, hijos, profesores, obreros y población civil, expusieron 6 demandas en respuesta a los eventos de intimidación y represión por parte de la policía y las fuerzas armadas, meses antes, como la ocupación de planteles escolares; las demandas fueron: libertad a los presos políticos, derogación del artículo 145 del Código Penal Federal, desaparición del cuerpo de granaderos, destitución de jefes policíacos e indemnización de familiares de muertos y heridos desde el inicio del conflicto.

Apenas estaba por finalizar el mitin, cuando un helicóptero sobrevoló la Plaza de las 3 Culturas, arrojando bengalas, siendo la señal para que el Batallón Olimpia del ejército mexicano (vestidos de civiles), disparara en contra de los manifestantes; en medio del caos y la confusión, los presentes buscaron refugio en los distintos edificios que rodeaban la plaza; sin embargo fue en vano, los elementos del ejército irrumpieron sin ninguna orden judicial en los distintos departamentos para llevarse a los manifestantes, muchos de ellos nunca regresaron a casa… Es imposible determinar los saldos finales y el sufrimiento por el que tuvieron que atravesar jóvenes, familiares y víctimas en general, pero sí podemos rendirles honor al no caer en la amnesia colectiva y seguir teniendo esta fecha siempre presente.

Lo ocurrido hace más de medio siglo, es también un claro ejemplo para la sociedad actual, refrescando la memoria colectiva e invitándonos a ser personas moralmente responsables, pero también ciudadanos con ideales y anhelos de cambio en aquello que creemos que no es justo, que puede mejorar y que debe cambiar. Por otro lado, el grito de “2 de Octubre no se olvida”, debe de seguir siendo una exigencia clara y vigente, más aún cuando el ejército desde entonces, ha sido protagonista de desapariciones, masacres, torturas, ejecuciones extrajudiciales y un sinfín de hechos, en los cuales se ha visto impune, no importa el partido político en turno; para muestra, el caso más reciente de Ayotzinapa, donde a pesar de las evidencias de expertos internacionales y organismos independientes, la actual administración sigue protegiendo a las fuerzas armadas y dejando de lado a las víctimas. Por eso es pertinente preguntarnos si en verdad el 2 de octubre ¿no se olvida?

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Nos leemos la siguiente semana, y recuerda luchar, luchar siempre, pero siempre luchar desde espacios más informados que construyen realidades menos desiguales y pacíficas.

 

 

Sobre el autor
Luis Sánchez Pérez es doctorante y maestro en Políticas y Seguridad Públicas en IEXE Universidad, abogado por la Universidad de Guadalajara. Profesor de asignatura en la Universidad de Guadalajara y en la Universidad Enrique Díaz de León. Investigador de medios de comunicación y participación ciudadana en el Laboratorio de Innovación Democrática. Colaborador semanal en Milenio, El Occidental y El Semanario.

 

 

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