Opinión
Amigos y desigualdad
En la semana tuve una plática muy interesante con dos amigos de la infancia. Conforme la vida sigue, los caminos de cada individuo suelen tomar rumbos distintos, por lo que no fue la excepción entre nosotros. Tras varios años, pudimos volver a compartir un momento ameno, pero que, curiosamente dio pie a una de las discusiones que más me han hecho reflexionar estos últimos meses, y que tiene que ver con el entendimiento de la desigualdad como concepto.
Quisiera partir, querido lector, aclarando que cada uno de nosotros proviene y se desenvuelve en contextos diferentes, lo que a su vez permite ampliar la perspectiva de la discusión que, después de memorias y anécdotas, empezó a tomar un carácter mucho más serio, planteándonos interesantes cuestiones respecto a las problemáticas que enfrenta el país en la actualidad y por dónde podríamos buscar posibles soluciones.
Entre estas problemáticas, la que más destacó fue la desigualdad, y al estilo de los diálogos de Platón, empezamos a utilizar la dialéctica de Sócrates para intentar llegar a una respuesta de lo que conlleva que existan condiciones que dan pie a marcadas diferencias en el alcance de bienes, servicios, recursos, privilegios, recompensas u oportunidades. Todos estos como componentes necesarios para otorgar, en menor o mayor medida, una calidad de vida a una persona.
Tras varias horas pudimos lograr estar de acuerdo en ciertos aspectos. Uno es que la desigualdad se entiende mejor a partir de las oportunidades a las que un individuo tiene alcance. Esto es clave porque de ahí se derivan los distintos tipos de desigualdad previamente mencionados. Lo segundo es la relevancia que tiene el actor estatal justamente en diseñar alternativas que permitan a los individuos en situación de vulnerabilidad, tener posibilidad de alcanzarlas, ya que sin la intervención gubernamental, estos quedan a la deriva.
Posteriormente surgió una pregunta que nos hizo replantear lo anterior: ¿Qué papel juegan otros actores en esta dinámica? Y la respuesta fue concordante entre todos nosotros: no se puede pensar una sociedad cohesionada sin la participación de todos con el fin de reducir las brechas sociales que nos afectan en conjunto. Asociaciones no gubernamentales, sector empresarial, ciudadanos conscientes, trabajando en conjunto por el bien común.
Aquí entra en juego el enfoque de la gobernanza, donde las políticas públicas deben estar diseñadas por la sociedad en su totalidad, pues el gobierno ya no es el eje único de la toma de decisiones, y somos nosotros, los ciudadanos, quienes conocemos nuestra realidad, los que debemos intervenir para ser tomados en cuenta y cambiar la situación que nos afecta. Participemos, intervengamos, tengamos la valentía e intención de mejorar aquello que no está funcionando adecuadamente.
Lo anterior debe resonarnos fuertemente sobre todo por lo que implica en términos de visión a futuro: las oportunidades desiguales para una persona hoy, tendrán resultados desiguales para ella y sus descendientes más adelante. Pero esto último lo retomaré próximamente. Nos leemos la siguiente semana, y recuerda luchar, luchar siempre, pero siempre luchar desde espacios más informados que construyen realidades menos desiguales y pacíficas.