Opinión
Cuentas pendientes: El legado financiero de Alfaro en Jalisco
En los últimos años, la gestión financiera del Gobierno Estatal de Jalisco, encabezada por Enrique Alfaro, ha generado crecientes preocupaciones. Una mirada detenida a las cifras revela una situación alarmante: un incremento descontrolado de la deuda pública, una carga financiera cada vez mayor para los ciudadanos, y una gestión de la deuda que parece desatender los principios básicos de responsabilidad y eficacia.
Primero, es imposible ignorar el crecimiento exorbitante de la deuda pública bajo la administración actual. Entre diciembre de 2018 y septiembre de 2023, la deuda de Jalisco se ha incrementado en un 74.6%, pasando de 18,192.8 millones de pesos a 31,771 millones. Este aumento no solo es significativo en términos porcentuales sino en las implicaciones que tiene para el futuro económico del estado. Lo más preocupante de esta situación es la aparente falta de correlación entre el aumento de la deuda y la realización de obras significativas que justifiquen tal endeudamiento, lo cual plantea interrogantes sobre la eficacia y transparencia en el uso de los recursos endeudados.
Además, la carga financiera que este endeudamiento impone a los ciudadanos de Jalisco es cada vez más pesada. Con un incremento de 1,569.5 pesos por persona, Jalisco se posiciona como el tercer estado con el mayor aumento de deuda por habitante a nivel nacional. Esta situación es especialmente crítica en un contexto de desigualdad y necesidades sociales insatisfechas, donde cada peso destinado al servicio de la deuda es un peso menos disponible para educación, salud, infraestructura, y otros ámbitos esenciales para el bienestar de la población.
La duplicación de los costos financieros desde 2018 es otro aspecto que no puede pasar desapercibido. El servicio de la deuda, es decir, el pago de intereses se ha incrementado en un 101%, limitando severamente la capacidad de inversión del estado en áreas críticas para el desarrollo social y económico. Esta situación es insostenible a largo plazo y requiere de una revisión urgente para evitar comprometer aún más las finanzas estatales y la calidad de vida de sus habitantes.
La gestión de la deuda también deja mucho que desear. Optar por estrategias que comprometen las finanzas estatales, privilegiando el pago de intereses sobre el capital, y extendiendo los plazos de pago sin un beneficio claro para la población, es una muestra de una gestión ineficiente y posiblemente cortoplacista. Este enfoque no solo agrava la carga financiera futura sino que también minimiza las oportunidades de inversión en proyectos que puedan generar un retorno económico y social para Jalisco.
Finalmente, la disminución del abono al capital, de 3.2% en 2018 a solo 1.68% en 2023, subraya una estrategia financiera preocupante que parece diseñada más para sostener un ciclo de endeudamiento que para promover la sostenibilidad fiscal a largo plazo.
Frente a esta situación, es imperativo que el Gobierno Estatal de Jalisco reconsidere su enfoque hacia las finanzas públicas. La deuda puede ser una herramienta útil para el desarrollo, pero solo si se gestiona con responsabilidad, transparencia y un enfoque claro en el bienestar a largo plazo de la población.
Ojalá que la nueva persona que gobierne Jalisco, tome medidas concretas para revertir esta tendencia preocupante y garantizar un futuro financiero sostenible para Jalisco.
Sobre el autor
Humberto Mendoza es un profesional comprometido en el campo del diseño y evaluación de políticas públicas en Jalisco. Es licenciado en Administración Gubernamental y Políticas Públicas Locales por la Universidad de Guadalajara con un Máster en Antropología en la Universitat Autònoma de Barcelona. Actualmente, lidera el Órgano Técnico de Administración y Planeación Legislativa en el Congreso de Jalisco.