Opinión

Donald Trump, o las trampas de la retórica nacionalista

Publicada

Por Cristian J. Vargas Díaz

El pasado 4 de abril, en una de las conferencias de prensa diarias de la Casa Blanca, la titular del Departamento de Seguridad Nacional estadounidense, Kirstjen Nielsen, anunció la coordinación del citado DHS (por sus siglas en inglés) y el Departamento de Defensa, para llevar a cabo el proyecto del presidente Donald Trump, que consistió en el despliegue de la Guardia Nacional de Estados Unidos a la frontera con México.

Una encomienda presidencial que, pese a su contundencia, no causó sorpresa a propios ni a extraños. Y es que no fue una decisión repentina, sino apenas el siguiente punto en la lista de acciones largamente anunciadas por Trump, para comenzar a “devolver la grandeza a los Estados Unidos”.

Desde que las intenciones del magnate por contender a la presidencia se hicieron públicas, en 2015, comenzó a trazarse una serie de amenazas, declaraciones y discursos cargados de una xenofobia explícita. Ese llamado nostálgico por devolverle a su país la grandeza de antaño, se enmarca en una tendencia política y social que, en los últimos años, se ha intensificado en diversas latitudes: el resurgimiento de los discursos nacionalistas y el correspondiente ascenso de las fuerzas políticas de extrema derecha. Apenas en las elecciones presidenciales francesas de 2017, Marion Anne “Marine” Le Pen estuvo cerca de ocupar el Palacio del Elíseo, por ejemplo, pese a que en las elecciones de una década atrás (en las que también contendió durante la primera ronda de votaciones), aquello era impensable.

Una constante en la retórica nacionalista es el considerar a los inmigrantes como catalizadores automáticos del desempleo, la inseguridad, la inestabilidad social y el terrorismo, por mencionar algunos ejemplos. Ante el desasosiego generalizado de una nación, pocas cosas resultan más atractivas que el exculparse de los problemas nacionales y voltear la mirada a soluciones rápidas para alcanzar la estabilidad. O, en todo caso, recuperar las glorias aparentemente perdidas.

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Foto: AP.

La recomposición del honor

En abril de 1938, el escritor alemán Thomas Mann se encuentra exiliado en Suiza (un año después, se mudaría a Los Ángeles y haría de Estados Unidos la residencia permanente de su exilio, hasta 1952). Tras la llegada de Hitler al poder, en 1933, el autor de “Los Buddenbrook” abandona su faceta de apolítico y se convierte en uno de los artistas e intelectuales de su época que denunciaron con mayor ahínco el nazismo. Durante el primer año de su exilio, escribe el ensayo “Hermano Hitler”[1]. Un texto cuya vigencia sorprende y atemoriza a partes iguales:

“Absolutamente malogrado, [Hitler] se vincula a los sentimientos de inferioridad (mucho menos justificados) de un pueblo derrotado que no acierta a sacarle partido alguno a su derrota y que sólo aspira a recomponer su ‘honor’.”

En la prensa, las redes sociales y otros espacios del debate público, es posible escuchar voces que no dudan en realizar una comparación entre Trump y el líder de la Alemania Nazi. Del mismo modo, surgen opiniones que califican dicha comparación como exagerada y producto de la paranoia. Si bien estas líneas son insuficientes para analizar la precisión de uno y otro argumento –tarea que, en sí misma, es tan ambiciosa como inacabable, además de no estar exenta de sensacionalismo–  una relectura del ensayo de Mann, no obstante, revela paralelismos discursivos imposibles de pasar por alto.

En la frontera

El anuncio de sus intenciones de construir el muro fronterizo, es un ejemplo de lo provechoso que resultó el discurso nacionalista durante su candidatura presidencial. Del mismo modo, el envío de la Guardia Nacional a los límites con México, nos permite atestiguar el consecuente posicionamiento de estas acciones en la agenda política de su administración. Nada más efectivo que denunciar las debilidades del país, al tiempo que se promueven mecanismos que mantengan al otro, al invasor-culpable, a raya.

La idea de conservar la soberanía nacional con fronteras claramente trazadas y resguardadas, trae consigo la securitización migratoria, donde el migrante es visto como un ente que atenta contra la seguridad nacional. Así mismo, se refuerza el blindaje, tanto en los puntos fronterizos de acceso a Estados Unidos, como en los propios procesos jurídicos que buscan impedir el flujo de migrantes.

La propia Nielsen apuntó en la conferencia de prensa señalada líneas arriba, que “la seguridad en la frontera equivale a la seguridad interna, que es seguridad nacional”, en Border security is homeland security, which is national security. Parece que hablamos de un retorno a los elementos primigenios en la conformación de cualquier Estado-Nación, donde el territorio no puede verse comprometido, si es que el pacto entre el gobierno y la población ha de resultar exitoso.

Donald Trump durante su campaña. Foto y portada de AFP.

El asalto al lenguaje presidencial

Quienes apoyan al Presidente Trump suelen identificar la honestidad como una cualidad positiva en su rol de mandatario. No es extraño encontrarse con argumentos que resaltan su proximidad hacia los estadounidenses en el uso del lenguaje, por el hecho de tener una trayectoria ajena a los corredores de la política en Washington. Es decir, se apunta que el provenir de un contexto empresarial lo exenta de numerosos de los engaños y discursos vacíos de los políticos tradicionales.

En un artículo (Trump’s rethoric: a triumph of inarticulacy, de Leith) publicado en 2017 por The Guardian, Sam Leith señala que es justo este rompimiento con el estilo “presidencial” de los discursos y declaraciones (además de los incontables tweets), lo que le permite transmitir esa proximidad con quienes le apoyan. Aún cuando “la incoherencia, las contradicciones y los errores gramaticales” podrían resultar en un impacto negativo, Leith argumenta que, paradójicamente, parecen jugar a su favor. Por su parte, en “Hermano Hitler”, Thomas Mann describe al führer del Tercer Reich como sigue:

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Frase

“ […] la manera en la que él, que no ha aprendido nada, que debido a una arrogancia obcecada se ha negado a aprender nunca nada, que tampoco entiende ni un ápice de esas cosas técnicas o físicas que normalmente saben hacer los hombres, como montar a caballo, conducir un automóvil, ni siquiera engendrar un niño, desarrolla precisamente eso que hace falta para establecer esa vinculación: una elocuencia de pésima calaña, pero efectista para las masas; una herramienta toscamente histérica, propia de comediante, con la que hurga en la herida de su pueblo, lo conmueve al anunciarle su grandeza ofendida, lo aturde con promesas y convierte la enfermedad anímica de la nación en el vehículo de su grandeza, de su ascenso a unas alturas de ensueño, a un poder ilimitado, a unas satisfacciones excesivas y monstruosas.”

Nuevamente, trazar paralelismos entre ambas figuras supone caminar sobre terreno pantanoso y caer en extremos carentes de fundamento. Sin embargo, en términos del discurso, es notable la facilidad con la que puede extrapolarse la última parte de la descripción de Mann al contexto actual. Afortunadamente, hacer lo propio con la primera parte de su descripción no es materia de este texto.   

 

Las trampas del nacionalismo

En la retórica de Trump, es posible identificar discursos artificiosos e hilvanados a partir de calificativos cuyo propósito es magnificar ciertas situaciones o sus impactos. “El Tratado de Libre Comercio con América del Norte es el peor acuerdo comercial jamás hecho”, decía en un tweet de agosto de 2017. El actual proceso de renegociación del TLCAN y la salida (o las intenciones de hacerlo) de otros acuerdos comerciales suscritos por Estados Unidos, son ejemplos de otro tipo de blindaje: el de las barreras comerciales y las políticas proteccionistas, emanadas estas últimas del nacionalismo.

A unos días de asumir el cargo, el Presidente Trump suspendió la participación de Estados Unidos en el Acuerdo Transpacífico de Asociación Económica (TPP, por sus siglas en inglés), permitiendo que los 11 países restantes en el acuerdo formularan una nueva versión del mismo (sin muchos cambios aparentes, no obstante), que fue firmada en marzo de 2018. Pero, apenas el 12 de abril de este mismo año,  Trump anunció sus intenciones de reincorporarse al ahora llamado Acuerdo Amplio y Progresista de Asociación Transpacífico (CPTPP o TPP-11), contradiciendo algunos de sus propios argumentos.

Temiendo una profundización de la guerra comercial con China, que acabe por perjudicar a los agricultores estadounidenses, Trump considera revocar la orden ejecutiva que firmó al inicio de su mandato. Pero los efectos en la industria agrícola ya han comenzado a manifestarse, y es innegable que los 11 países miembros no serán tan receptivos de las modificaciones que este país proponga, si llega a reincorporarse.

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La vista a Siria

Finalmente, el reciente bombardeo a tres objetivos militares en Siria (en conjunto con Francia y el Reino Unido), no sólo ha pasado por alto los instrumentos internacionales de mantenimiento de la paz, sino que contribuye a la escalada de un conflicto que parece no tener fin y cuyas consecuencias inmediatas aún no son claras.

Quizá Thomas Mann se llevaría una sorpresa si visitase ahora el país que le acogió durante su exilio. La trampa de la retórica nacionalista radica en aturdir a quien la escucha con promesas de renovación, sólo para terminar comprobando que las consecuencias de la cerrazón podrían ser más graves que lo que en un inicio se calificó como un problema que debía resolverse a puño cerrado.

[1] Mann, T. y Habermas, J. et al (2014). Hermano Hitler: el debate de los historiadores. México: Herder.

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