Opinión

El Buen Morir, un tema pendiente en la agenda pública de México

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En la actualidad solo siete países del mundo cuentan con una legislación donde la práctica de la eutanasia es legal; la palabra eutanasia deriva de los vocablos griegos eu = bueno y thanatos = muerte, por lo que podríamos traducirlo con una “muerte buena”. Esta práctica médica consiste en provocar la muerte de una persona de forma voluntaria para evitar dolor y sufrimiento. Bélgica y Países Bajos, son los países que tienen las políticas de eutanasia más permisivas del mundo, desde 2002. Posteriormente lo hicieron Luxemburgo en 2009, Colombia en 2014, Canadá en 2016 y finalmente España y Nueva Zelanda, durante 2021.

En México la eutanasia está prohibida por la Ley General de Salud en su artículo 166 Bis 21, sin embargo existen 2 instrumentos que de alguna manera pueden servir para que las personas decidan qué hacer con el final de su vida:
Los cuidados paliativos, que están tutelados bajo la Ley Federal en Materia de Cuidados Paliativos, donde se establecen como un derecho para los enfermos en situación terminal que al tener una enfermedad sin cura, pueden optar por recibir atención médica para mitigar el dolor. Al ser una Ley Federal, los cuidados paliativos están aprobados en todo el país, cosa que no ocurre con la carta de voluntad anticipada, cuya legislación solo está aprobada en 14 de 32 entidades del país, de las cuales Jalisco no forma parte. Este documento prohíbe a médicos o familiares someter a quien firma a procedimientos médicos que pretendan prolongar su vida cuando se encuentre en etapa terminal; es por esto que a diferencia de la eutanasia, la voluntad anticipada no prolonga ni acorta la vida, sino que respeta el momento natural de la muerte y favorece los cuidados paliativos para tener una muerte digna.

Si analizamos detenidamente cada una de estas herramientas, resultan ser una limitante en los casos donde los pacientes tienen una enfermedad terminal, ya que de cierta forma, obliga a la persona a vivir, independientemente del dolor, la falta de cura o las complicaciones del tratamiento, no existen opciones para decidir de manera libre y autónoma sobre su vida. Sin embargo, esta situación podría cambiar próximamente, ya que hace unas semanas se presentó en la Cámara de Diputados, una iniciativa para legalizar la práctica de la eutanasia para casos muy específicos, como “(…) pacientes con una enfermedad terminal, alguna lesión permanente o intensamente dolorosa y aquellos que se encuentren en agonía, a través del consentimiento expreso del paciente ante dos testigos tras valorar las opciones médicas disponibles (…)”.

A diferencia de otras iniciativas polémicas en materia de salud pública, legislar la eutanasia representa una opción viable para quienes en uso de su completa libertad, puedan decidir tener una muerte digna, en vez de una vida llena de sufrimiento y tratamientos médicos costosos o que alargan la agonía de quien padece una enfermedad terminal, ya que no puede decidir qué fin tener, ya que está penado por la ley.

A diferencia de la legislación canadiense. que aprobó la eutanasia para pacientes con depresión o con problemas económicos, lo que se busca en México es ampliar el margen de oportunidades para personas enfermas, donde prácticamente ya no hay nada que hacer por su salud. La regulación de esta práctica médica traería consigo una serie de acciones que permitirían a las personas a través de un adecuado proceso de acompañamiento médico y psicológico, tomar en absoluta libertad, la decisión de poner fin a su vida, cuando ya ésta deja de ser digna y está plagada de sufrimiento debido a una enfermedad o lesión que ya no tiene cura. Es importante resaltar lo anterior, ya que para un gran sector de la población que está en contra de la eutanasia, la vida es considerada como un derecho, pero casi casi también una obligación. Y en este caso, no tenemos ningún derecho sobre la vida de otras y otros, más aún cuando es una decisión que únicamente los afecta (o beneficia según lo veamos) a ellos, y que parte de un deseo o necesidad que tiene que ver con terminar con el sufrimiento que únicamente quien está enfermo conoce.

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En pocas palabras, cuando hablamos del Buen Morir, hablamos de una muerte digna, lo que representa el fin de la vida evitando el sufrimiento de manera controlada y autónoma. Por lo tanto, una muerte digna es extender el concepto de una vida digna, donde se conserve la libertad y dignidad hasta que la existencia cese. Habrá que esperar y seguir de cerca el debate parlamentario para conocer en qué termina esta iniciativa que beneficiaría al 97% de la población terminal, ya que según un estudio de la Universidad de Guadalajara, tan solo el 3% de los enfermos terminales tienen acceso a cuidados paliativos, a pesar de ser un derecho en este país. Nos leemos la siguiente semana con mejores noticias y recuerda luchar, luchar siempre, pero siempre luchar, desde espacios más informados, que construyen realidades menos desiguales y pacíficas.

 

 

 

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