Opinión
El maestro de la desobediencia civil
Ser líder no es tarea sencilla: la congruencia, la capacidad de guiar, pero sobre todo la resiliencia para mantener unido a un grupo.
Hay muchas formas de expresar nuestro sentir cuando creemos que algo no está bien y debe cambiar, cuando percibimos que las acciones y decisiones de quienes se encuentran en el poder no se dirigen al bienestar general, y se enfocan en beneficiar a unos pocos. Revoluciones violentas que en ocasiones han traído gobiernos más tiránicos, marchas que acaban en revueltas, violencia civil disfrazada de exigencias sustentadas.
Sin embargo, y a propósito de su aniversario luctuoso el 30 de enero de 1948, hoy traigo a la memoria a quien considero un líder y perfecto ejemplo de congruencia en búsqueda de darle sentido a una lucha que consideremos legítima. Mahatma Gandhi, quien naciera en la India en 1869 es en lo personal una muestra de la capacidad de liderazgo bien encaminado al que nos debemos entregar en la búsqueda por exigir y mejorar todo aquello que es importante para nosotros en lo personal, pero sobre todo, en lo colectivo.
Imaginar que la injusticia y violencia se combaten de la misma forma es una contradicción desde la visión del ilustre luchador social, quien siempre se caracterizó por rechazar de manera firme cualquier tipo de violencia en toda manifestación a favor de lo justo. Acciones que requieren de voluntad absoluta como las huelgas de hambre, las protestas pacíficas en sitios como fábricas o boicots masivos en contra del sistema, son muestra aún en la actualidad, de la voluntad y organización.
Ser líder no es tarea sencilla: la congruencia, la capacidad de guiar, pero sobre todo la resiliencia para mantener unido a un grupo de individuos resultan dones que no cualquier contiene, pues cuando la mayoría desafiamos aquel sistema que nos perjudica, este sistema deja de soportar y se quiebra.
Admirable es también la constancia, pues hablamos de más de 60 años de luchas libres de violencia, que concluyeron en la independencia India. Sin embargo, y algo que pocos conocen, es que la lucha social del “alma grande” que sería la traducción de Mahatma, fue más allá de buscar la independencia de su país, pues además logró contener y dar paz a diversos conflictos, inclusive de orden religioso, como el de los musulmanes e hindúes, la desigualdad entre castas o las mejoras en las condiciones de vida de aquellos que se encontraban en posiciones desfavorables.
Gandhi nos demostró la importancia de no dejar de luchar por nuestros ideales, pero además, que es posible lograr cambios por el bien común sin necesidad de la violencia, poniendo por delante la cultura de paz y la dignidad humana. Honremos a quienes han sido ejemplo mundial actuando congruentemente. Nos leemos la siguiente semana y recuerda luchar, luchar siempre, pero siempre luchar desde espacios más informados que construyen realidades menos desiguales y pacíficas.