Opinión
Enseñar es acompañar
En 1917, un grupo de legisladores (en su mayoría maestros) enviaron una solicitud al Congreso para instituir un día especial para conmemorar la labor de las y los docentes mexicanos, y la fecha que se propuso fue el 15 de mayo, según el sitio de internet de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), la elección de esa fecha es gracias a la fiesta de San Juan Bautista de La Salle, patrono especial de todos los educadores de la infancia y de la juventud y patrono universal de los educadores, además, coincidía con el aniversario de la toma de Querétaro, suceso que marcó la caída del Segundo Imperio Mexicano comandada por Maximiliano de Habsburgo, y se consolidó la República en México, fechas muy simbólicas para el presidente de ese entonces, Venustiano Carranza, quien en 1918 declaró oficial la celebración del 15 de mayo como el Día del Maestro.
Me atrevo a afirmar, que todos y todas sin excepción, en algún momento de su vida, incluso fuera del ámbito escolar, tuvieron algún maestro o maestra, que de manera positiva influyó para que se convirtieran en lo que hoy son. En lo personal, agradezco a los docentes con quienes compartí aula, que más allá de limitarse a solamente dar cátedra, se interesaban por los procesos que íbamos viviendo a nivel personal y profesional, desde una postura de empatía y comprensión; generando que las clases fueran muy distintas a otras que había tenido previamente, ya que existía un espacio de escucha, diálogo y no imposición de ideas, al contrario, un alentamiento a construir un pensamiento crítico, en torno a lo que pasaba fuera de aulas y cómo desde nuestra posición, podíamos hacer algo para que fuera mejor…
Sin embargo, ser maestro no es una tarea nada sencilla, ya que más allá del compromiso, la pasión por la docencia y el compartir saberes, el docente desempeña una serie de funciones por las cuales no les pagan, pero que tiene que hacer para poder desempeñar su labor. De acuerdo a información del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), el sueldo promedio mensual de los profesores de secundaria en México, es de $7,982 pesos. Un sueldo muy limitado, dado todo lo que implica ser maestro, ya que no solamente es dar clase, es hacer planeaciones, exámenes, diseñar rúbricas, investigar, calificar, formarse y un sinfín de actividades que en muchas ocasiones, absorben dos turnos de trabajo…
Por otro lado, el día a día en las aulas no suele ser nada sencillo, a veces ante la falta de infraestructura y la alta demanda, los grupos son de más de 40 alumnos, dificultando un ambiente de escucha y diálogo, y propiciando una serie de ejercicios repetitivos que están basados en un formato que le apuesta a la competitividad, en vez de la comunitariedad. En este sentido, los profesores y profesoras, están a expensas de un sistema educativo, que a pesar de las reformas del actual y el pasado gobierno, está muy lejos de poder ofrecer un espacio para el aprendizaje y la enseñanza, ya que se privilegia la repetición y la memorización.
Aún con todas estas adversidades, somos testigos de miles de maestras y maestros ejemplares que día con día salen temprano de sus casas rumbo a la primaria, secundaria, preparatoria o universidad; cruzando brechas, ríos, montañas, carreteras o avenidas con mucho tráfico; en bicicleta, camión, taxi, carro propio o caminando, según sea el caso, ahí están, apostándole a una formación de personas para que el día de mañana, construyan un mejor entorno del que vivimos actualmente. A los grandes maestros y maestras, además de enseñar, les gusta aprender, por eso dicen, que enseñar es aprender dos veces; a todas y todos aquellos que con su labor día con día van marcando la vida de las personas con las que comparten un salón, muchas gracias y muchas felicidades.
Nos leemos la siguiente semana y recuerda luchar, luchar siempre, pero siempre luchar, desde espacios más informados, que construyen realidades menos desiguales y pacíficas.
Sobre el autor
Luis Sánchez Pérez es doctorante y maestro en Políticas y Seguridad Públicas en IEXE Universidad, abogado por la Universidad de Guadalajara. Profesor de asignatura en la Universidad de Guadalajara y en la Universidad Enrique Díaz de León. Investigador de medios de comunicación y participación ciudadana en el Laboratorio de Innovación Democrática. Colaborador semanal en Milenio, El Occidental y El Semanario.