Opinión
Huelgas y levantamientos: tragedias y lucha social
El 7 de enero de 1907, alrededor de dos mil obreros de la industria textil en Orizaba, Veracruz, decidieron amotinarse en las instalaciones de la empresa de Río Blanco en forma de protesta ante las decisiones del entonces Presidente Porfirio Díaz de que estos regresaran a sus labores tras una suspensión de las mismas por parte de los empresarios. El problema se venía arrastrando tras demandas de los obreros encaminadas a mejorar sus condiciones laborales deplorables.
Hace más de 100 años, empezábamos a ser testigos de las primeras luchas sociales con fines absolutamente legítimos. En este caso las demandas eran simples: una mejora en los salarios para que estos pudieran considerarse “dignos”, condiciones laborales decentes, y una regulación al trabajo infantil, que en ese entonces no existía. Aún más interesante es la envergadura del movimiento que se vio replicado en ciudades como Puebla, Ciudad de México y Tlaxcala, y que daría pie a la Revolución Mexicana.
Los nuevos modelos económicos establecen que el desarrollo de un país no consiste únicamente en los datos macroeconómicos que lo pueden colocar en posiciones destacadas, sino en la calidad de vida de su población. Retomo esto ante la figura que representó Porfirio Díaz, personaje sin duda polémico, quien trajo crecimiento al país pero que en cuestiones internas ha sido fuertemente señalado y criticado ante los abusos que sufrieron varios sectores de la población durante su gobierno.
Ejemplo de esto son las consecuencias que trajo este levantamiento obrero, el cuál culminó de manera trágica y triste, cuando los obreros huelguistas deciden desobedecer las órdenes que consideraban injustas por parte de Díaz, derivando en combates con policías federales que culminaría con más de 200 obreros asesinados, más de 400 prisioneros y más de 1500 despedidos.
Las tragedias como la que se conmemora este 7 de enero y de la que pocos conocen debe ser un llamado a todos para siempre exigir por aquellas cuestiones que consideramos válidas y justas, y por otro lado, como ciudadanos e individuos empáticos, al menos no poner trabas a todos esos movimientos que tienen legitimidad, pues es a través de estos que el país se ha construido, a partir de las diversas luchas sociales, de los levantamientos y huelgas ante las injusticias.
Valoremos a quienes han exigido cambios en el país para su mejora pues gracias a estos hoy contamos con condiciones laborales cada vez mejores, con leyes que dignifican el trabajo, con libertades sociales para expresar nuestro sentir. No retrocedamos, y al contrario, visualicemos ese ansiado país y tratemos de alcanzarlo, paso a paso. Nos leemos la siguiente semana y recuerda luchar, luchar siempre, pero siempre luchar desde espacios más informados que construyen realidades menos desiguales y pacíficas.