Opinión
La deuda de México con sus pueblos originarios
“Hasta que la dignidad se haga costumbre” es un fragmento del discurso ante la PGR, de Estela Hernández, hija de Jacinta Francisco Marcial, indígena hñáhñú que fue acusada de secuestro y encarcelada injustamente durante 11 años.
El 23 de diciembre de 1994, la Organización de las Naciones Unidas (ONU), decidió, que cada año, se celebrase el Día Internacional de las Poblaciones Indígenas, tomando como fecha el 9 de agosto, ya que ese día conmemora la primera reunión del Grupo de Trabajo sobre Poblaciones Indígenas de la Subcomisión de Prevención de Discriminaciones y Protección a las Minorías en 1982.
De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas (ONU), actualmente existen aproximadamente 476 millones de indígenas viviendo en 90 países, quienes representan poco más del 5 por ciento de la población mundial. Sin embargo, se encuentran entre los grupos más desfavorecidos y vulnerables, siendo el 15 por ciento de los más pobres.
En México 7 millones 364 mil 645 personas, de 3 años de edad y más, hablan alguna lengua indígena, lo que representa el 6 por ciento de la población total.
Las lenguas más habladas son: Náhuatl, Maya y Tseltal. A nivel nacional, 6 de cada 100 habitantes de 3 años de edad y más hablan alguna lengua indígena.
Las entidades con mayor porcentaje de hablantes de lengua indígena son: Oaxaca, Chiapas, Yucatán, Guerrero, Hidalgo, Quintana Roo y Campeche.
De los aproximadamente 12 millones de indígenas en México, el 69.5 por ciento se encuentra en situación de pobreza, de acuerdo con el Coneval, es decir unos 8 millones 340 mil de personas.
En su informe de evaluación de la política de desarrollo social 2020, se detalla que la principal carencia que enfrentan los pueblos originarios es el acceso a la seguridad social, en un 78.2 por ciento; le siguen los servicios básicos de vivienda, en un 57.5 por ciento; falta de acceso a la alimentación, 31.5 por ciento; rezago educativo, 31.1 por ciento; calidad y espacios de la vivienda, 28.5 por ciento y acceso a los servicios de salud, 15.4 por ciento.
Para el doctor Francisco López Bárcenas, investigador del Colegio de San Luis, esta situación tiene que ver más con un tema de respeto a la libre determinación de los pueblos y no tanto de recursos económicos:
“Los indígenas no están pobres por ser indígenas, sino por la situación de racismo y discriminación hacia los pueblos. Tampoco se resolvería de fondo si hubiera mucho recurso, lo que tendría que haber es un nuevo trato hacia ellos; es decir, que se les permita participar en la toma de decisiones profundas que impactan su vida, una de ellas es el asunto del desarrollo en sus territorios, qué quieren los pueblos (…)”.
Aunado a esto la discriminación, el racismo y la marginación, siguen siendo elementos que están presentes hoy en día en el trato hacia las comunidades indígenas, tanto en el ámbito rural, como en las comunidades que viven en el entorno urbano.
Desde hace 500 años, en nuestro País se ha cimentado una diferenciación entre una cultura dominante sobre otra, que, aunque en la narrativa es motivo de orgullo por nuestras raíces; en la práctica se convierte meramente en un tema de folclore y algo ajeno a nosotros.
Esta diferencia se ha marcado estructuralmente y ha venido reproduciéndose desde los distintos espacios educativos, medios de comunicación y en el día a día, con la relegación de los pueblos indígenas en torno a las decisiones públicas, por ello el hecho de ocupar espacios o cargos públicos es fundamental para cambiar el statu quo, como recientemente ocurrió con Claudia Olivia Morales Reza, activista wixárika que fue nombrada como titular del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (CONAPRED). Sin duda Claudia tiene un enorme reto por delante, pero no solo ella, sino todas y todos quienes integramos esta sociedad y buscamos hacer de ella un espacio más plural e incluyente.
Nos leemos la siguiente semana con mejores noticias y recuerda luchar, luchar siempre, pero siempre luchar, desde espacios más informados, que construyen realidades menos desiguales y pacíficas.