Opinión

La implacable construcción de infraestructura en China

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La implacable construcción de infraestructura en China.

Me encuentro en Shanghai, China, haciendo una breve estancia de investigación en la East China Normal University. El objetivo de mi viaje es identificar las diferencias y semejanzas en las políticas de infraestructura entre las ciudades mexicanas y las ciudades chinas. Aún es muy temprano en mi viaje, pero hay un tema recurrente que cualquier persona con la que converso me comenta: la competencia entre los dirigentes de las ciudades chinas por destacar ante los dirigentes del Partido Comunista en Beijing. Esta competencia está generando un estilo implacable de construcción del espacio urbano en las ciudades chinas.  Me explico.

Mis entrevistados me comentan que el poder político en China se encuentra altamente concentrado en el gobierno central y el Partido Comunista con sede en Beijing, la capital del país. Esto no es sorpresa para nadie. Pero lo que sí es sorpresa es el efecto que esta concentración de poder político está teniendo sobre la política urbana del país.

Las diferencias con México

A diferencia de México, los alcaldes no son electos por la ciudadanía, sino que son nombrados de forma indirecta por los congresos de locales. Los integrantes de los congresos locales prácticamente se nombran por el partido desde Beijing. Esto cambia la lógica de los incentivos de los alcaldes. En lugar de intentar agradar a la ciudadanía para obtener su voto en las elecciones -como en México-, los alcaldes se concentran en que su gestión le agrade al gobierno central y a la dirigencia del partido.

El gobierno central planea el desarrollo de las ciudades al interior del país. Es decir, la política urbana es decidida desde el gobierno central con base en la ideología del partido. La práctica común es que el ministerio con sede en Beijing que se encarga de los asuntos urbanos elaborará planes de 10, 12, o hasta 15 años para enfrentar los diversos problemas urbanos de las ciudades al interior del país.

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Un ejemplo de este tipo de prácticas es el plan de 12 años para mejorar el sistema de metro de Shanghai. Su primera línea de metro fue inaugurada en 1993 y consistía en tan solo 4.4 kilómetros. Para el 2017 ya se había convertido en la red de transporte público más larga del mundo con 17 líneas y 664 kilómetros de extensión. Inclusive, algunos de los entrevistados me comentan que la implementación del plan de 12 años del metro fue completada en menos del tiempo que se propusieron.

Foto: Financial Times

Shanghi vs. Guadalajara 

Hay algunos otros factores que explican la eficacia y la rapidez con la que construyen todas estas líneas del metro. Por ejemplo, la tierra en la que construyeron algunas de las líneas era y siempre ha sido propiedad del Estado. Este facilita mucho la implementación porque no hay necesidad de negociar la propiedad y el uso de la tierra con actores privados. Otro factor es la gran alineación política de las agencias gubernamentales que implementaron el proyecto. Todos están bajo el manto del Partido Comunista, por lo que no hay ninguna oposición política a los proyectos infraestructurales.

Comparemos esta implementación de Shanghai con el caso de Guadalajara. Recordemos el caso de la Línea 2 del Macrobús, un proyecto de una administración estatal panista que se detuvo de golpe por los gobiernos municipales priístas. En cuanto el PRI ganó la gubernatura comenzó la construcción de la Línea 3. La construcción de esta línea fue una promesa de campaña del actual gobernador, que consiguió recursos del gobierno federal, también priísta, para financiarla. Además, la construcción de la Línea 3 del Tren Ligero encontró una considerable oposición ciudadana. El gobierno federal tuvo que negociar su implementación con diversos actores de la sociedad civil organizada.

Proyectos de disputas políticas 

Como es posible observar, en Guadalajara los proyectos de infraestructura son objeto de importantes disputas políticas. En China no. Los proyectos de infraestructura se deciden por el gobierno central y se implementan de forma contundente por los gobiernos locales. Los alcaldes tienen que demostrar que son capaces de implementar los planes del gobierno central. Cuando lo hacen, se vuelven elegibles para avanzar hacia cargos públicos de mayor importancia dentro de la estructura gubernamental y del partido.

Este sistema meritocrático de promoción en la administración pública de China está teniendo efectos tangibles en la política urbana y en la infraestructura de las ciudades.

 

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David López García es Coordinador del Laboratorio de Innovación Democrática (LID).

 

 

Bolígrafo         Laboratorio de Innovación 

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