Opinión
La importancia de la política social
El pasado 10 de agosto, se publicó el último informe sobre medición de pobreza en México, del Consejo Nacional de Evaluación de Política Social (Coneval); de los aspectos más relevantes a destacar, retomaré dos temas que se interrelacionan entre sí: la necesidad de seguir combatiendo los problemas esenciales que afectan al país y la importancia de políticas sociales adecuadas y encaminadas a lograrlo.
Según los reactivos del Coneval, una persona se encuentra en pobreza cuando no tiene los ingresos suficientes para satisfacer sus necesidades y presenta al menos 1 de las 6 carencias sociales.
– Rezago educativo
– Falta de acceso a servicios de salud
– Falta de acceso a seguridad social
– Falta de acceso a espacios de vivienda y a servicios básicos en ella.
– No tener acceso a una alimentación nutritiva.
Por otro lado, se considera pobreza extrema cuando se padece 3 o más de las carencias mencionadas, además de tener un ingreso inferior a la “Línea de Pobreza Extrema por Ingresos”, que corresponde con el valor de la canasta alimentaria por persona al mes, que en las zonas rurales es de mil 644 pesos y en las zonas urbanas hasta de dos mil 144 pesos.
En este sentido, y como ya es costumbre en este espacio, retomaremos los aspectos positivos y negativos de dicha medición; en primer lugar, es destacable que 5.1 millones de personas salieron de la pobreza respecto a las cifras de 2018. Esto se podría explicar, desde la política salarial de este sexenio, encaminada a fortalecer el bolsillo de los consumidores que se ubican en el sector más afectado históricamente, pero también a factores externos como la inflación que no terminó de golpear a nuestro país como sí lo hizo, por ejemplo, con nuestros vecinos del norte.
Sin embargo, la parte negativa muestra cómo las carencias sociales han aumentado durante este sexenio en un 3 por ciento, lo que equivale a 5.2 millones de ciudadanos mexicanos, siendo el acceso a los servicios de salud el indicador que más sobresale, debido a que aumentó en un 23 por ciento. Aquí destaca la política frustrada del Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi) que finalmente desapareció en mayo, dejando a la deriva a millones de mexicanos que, ante la incertidumbre, han tenido que pagar de su bolsa la atención médica que requieren. Aunado a esto, los datos del Coneval revelan que en este periodo ha aumentado el rezago educativo, ya que 25.1 millones de mexicanos, tiene carencias en la educación; producto en gran parte, de las condiciones que generó la pandemia durante 2020, y que a la fecha se sigue trabajando para estabilizar.
La pobreza sigue concentrándose de mayor manera en el sur del país, el ejemplo es Chiapas, donde el 67.4 por ciento de la población vive en pobreza, a diferencia de estados como Baja California Sur, donde apenas el 13.3 alcanza esta condición. En el caso de focalizar los resultados en distintas poblaciones vulnerables, encontramos que 47.5 por ciento de los niños menores de 11 años vive en pobreza; al igual que 31 por ciento de las personas mayores de 65 años y el 65 por ciento de la población indígena.
Por otro lado, las diferencias por género son notables, ya que el 36.9 por ciento de las mujeres, en comparación de los 35.6 por ciento de los hombres, viven en pobreza.
El informe del Coneval pone sobre la mesa la realidad del País, que debe ser debatida de manera crítica y consciente, entendiendo que, si bien las políticas sociales que se han implementado en este sexenio pueden ser positivas para los sectores de la población más desfavorecidos, éstas también pueden y han afectado a los mismos debido a factores como el mal diseño de las mismas, los intereses de actores involucrados, o simplemente por querer modificar de raíz aquello que funcionaba medianamente bien.
Como ciudadanos, nos han inculcado que todo gobierno establecido a partir de los principios democráticos tiene el propósito de cumplir con determinadas obligaciones. Si bien, el papel de nuestros gobernantes cambia constantemente con el paso de los años, hay elementos dentro de su competencia que no son objeto de discusión: proveer a la sociedad de los servicios básicos para vivir una vida digna; redistribuir los impuestos de manera justa; otorgar seguridad social y pública, por nombrar algunos, y como tal, nos toca vigilar que las decisiones y acciones que se tomen estén encaminadas a cumplirlos.
Nos leemos la siguiente semana, y recuerda luchar, luchar siempre, pero siempre luchar desde espacios más informados, que construyen realidades menos desiguales y pacíficas.
Sobre el autor
Luis Sánchez Pérez es doctorante y maestro en Políticas y Seguridad Públicas en IEXE Universidad, abogado por la Universidad de Guadalajara. Profesor de asignatura en la Universidad de Guadalajara y en la Universidad Enrique Díaz de León. Investigador de medios de comunicación y participación ciudadana en el Laboratorio de Innovación Democrática. Colaborador semanal en Milenio, El Occidental y El Semanario.