Opinión
La Vía Recreactiva cumple 15 años con pocos árboles

La Vía Recreactiva es un ejercicio importado de Bogotá que fue muy bien recibido y adaptado en Guadalajara, tan es así que en 2021 cumplió 15 años y ya cuenta con 36 km de recorrido. Es sin duda un proyecto de gobierno exitoso que ha pasado por la lupa de todos los partidos políticos en turno y se ha mantenido, pero aún hay retos como reforestar el trayecto.
La Vía tiene varios objetivos, uno de ellos es socializar el espacio público, esto es darles en exclusividad el uso de la calle a peatones y ciclistas, como un ejercicio de apropiación del espacio, es decir quitarle espacio al automóvil.
Otro de los objetivos es la visibilidad del uso de la bicicleta, que ayuda a promover su uso en la movilidad diaria y a la socialización de infraestructura ciclista adecuada.
Además, claro, de dotar de un espacio de esparcimiento que promueve la activación física de todos los ciudadanos.
Es un proyecto de equidad social, pues todos los ciudadanos, de todas las edades y de todas las zonas de la ciudad la pueden usar por igual.
El primer tramo que se activó como Vía hace 15 años fue de 11.7 kilómetros de la Minerva a Tetlán, sobre la avenida Vallarta, Juárez, Javier Mina. El tramo de Vallarta y el principio de Juárez es la muestra de la arquitectura del siglo XX en la Ciudad.
Si partimos de la Minerva, encontramos, primero los jardines de Clemente Orozco y Mariano Azuela, y en uno de ellos la casa que fue habitada por el pintor jalisciense y ahora funge como museo; adelante está el Monumento de los Arcos, que una vez fue el ingreso de la Ciudad, usado últimamente como oficinas, desaprovechado su potencial turístico, pues hasta en su azotea cuenta con binoculares para observar toda la ciudad; también está el Observatorio de la Universidad de Guadalajara, que los domingos de la Vía se encuentra cerrado.
En el siguiente tramo encontramos edificios, representativos de la modernidad, el templo de la Virgen de la Soledad de Pedro Castellanos y algunas casonas eclécticas y regionalistas como la Casa Farah de Rafael Urzúa, y la Casa Vallarta que en su época fue un gran centro de reunión cultural de la Universidad de Guadalajara, hasta llegar a Chapultepec el paseo peatonal más concurrido del Poniente de la Ciudad.
En este tramo circulando por la Vía, como peatón o ciclistas es muy notoria la falta de arbolado, pues alrededor del mediodía cala el Sol… Esto solo se nota durante la Vía, pues los días normales la calle no se vive de manera recreativa.
Si comienzas a observar es notorio el predominio de las rampas sobre las jardineras y además muchas vacías, el hubiera no existe, pero sería increíble poder acompañar el gran proyecto de la Vía con la reforestación exhaustiva de las vías por donde circula, imaginen el panorama que tendríamos ahora si hace 15 años se hubieran comenzado a plantar árboles, hoy contaríamos con una Vía arbolada con todos los beneficios que esto representa, para peatones, ciclistas y automovilistas.
Plantear la recuperación de espacios intermedios en las amplias rampas, y ocupar con arbolado todos los espacios disponibles, darles mantenimiento sanitario a todos los arboles existentes, y prever la reforestación de los sujetos forestales añosos. Dentro del marco de la Vía los domingos sería una actividad de cultura ambiental a la que se sumarían con gusto muchos de los usuarios.
Si hacemos una rápida revisión, la acera sur es la que da la sombra al mediodía, y en las cuadras que van de la Minerva hasta Chapultepec, se puede apreciar un promedio de dos árboles adultos, que dan sombra adecuada.
La poca sombra de este tramo es mucho más notoria circulando por la Vía cuando atraviesas la avenida Chapultepec, y te encuentras en un pequeño oasis con alrededor de 19 árboles y la sombra de un edificio, que logra generar un microclima muy agradable a pesar del soleado mediodía. Promovamos una Vía más vivible reforestada con intensidad.
En el siguiente tramo de la Vía encontramos una mayor cantidad de grandes casonas eclécticas características del patrimonio artístico de la Ciudad, destaca la conocida como Casa Versace, ahora Casa Blanca que aprovecha los fines de semana para hacer diversos bazares de acceso público, y al lado el Jardín Americana que ha aprovechado también la dinámica para hacer eventos, talleres y espacios de coworking.
Existen algunos edificios sin uso que representan buenas oportunidades de inversión e incluso una casa en renta en la esquina de Argentina que es diseño del arquitecto tapatío más reconocido Luis Barragán y que hace un tiempo causo polémica por ser sede una cadena de tacos. Aunque el nivel de arbolado esta sección es mejor, siguen existiendo espacios que se podría aprovechar para nuevos árboles.
El tramo a partir de Enrique Díaz de León tiene antecedentes muy importantes, pues originalmente esta zona era la huerta del convento del Carmen, y posteriormente fue donado para construir la Penitenciaría de Escobedo, que inicio su edificación en 1844 y fue demolida en 1935, sin cumplir siquiera los 100 años de existencia, esta penitenciaría ocupaba lo que ahora corresponde a las nueve manzanas que van desde Enrique Díaz de León hasta la Calzada del Federalismo y desde López Cotilla hasta Pedro Moreno.
En esta sección se puede apreciar un brinco histórico en cuanto a su arquitectura, en ella se dedicaron dos manzanas a la educación primaria originalmente, que luego pasaron a la Universidad de Guadalajara quienes polémicamente demolieron una de ellas en 1980, para la creación del edificio administrativo. La parte que aún existe, ha atenido diversas funciones dentro de la Universidad, pero se destaca que, en 1936, fue pintado el mural del Paraninfo por José Clemente Orozco y y a partir de 1994 comenzó a convertirse de manera paulatina en el Museo de las Artes de la Universidad de Guadalajara (MUSA), albergando una de las colecciones de artistas contemporáneos más importante de Jalisco.
Al lado el andador se encuentra la denominado Rambla Cataluña desde el 2003, destacando que el entorno de ambos edificios por su raquítico arbolado, se ven cajetes vacíos, fresnos podados de manera extrema, naranjos, arrayanes y olivos negros (arbolado de poca fronda), en las aceras colindantes al MUSA y en las banquetas del edificio administrativo ficus podados de manera estética, ojalá la universidad invirtiera algo de sus recursos en mejorar la arborización de sus banquetas.
En las siguientes manzanas podemos encontrar, casas y edificios de Ignacio Díaz Morales, Juan José y Luis Barragán, Rafael Urzúa, Alejandro Zohn, Pedro Castellanos, cual laboratorio de la llamada escuela de arquitectura tapatía, destaca el Hotel del Parque y por supuesto el Parque de la Revolución de Luis Barragán al que se le destinaron también dos manzanas, que fue restaurado en el 2017, para recuperar algunas de las piezas del diseño original, como sus fuentes y el área de juegos, que se habían perdido con la ampliación de la Calzada del Federalismo, este parque tenía una glorieta en la parte central, que también se perdió con la intervención de la línea dos del Tren Ligero que dio lugar a los ingresos diseñados por Fernando González Gortázar.
El tramo entre Enrique Díaz de León y la Calzada del Federalismo, también se destacan por su escaso arbolado de grandes dimensiones.
El proyecto de la Vía debe de ir acompañada de un proyecto de arborización intenso por donde circula, comenzando con la avenida Vallarta-Juárez que cuenta con amplias banquetas y áreas jardinadas expresas para la reforestación con arbolado de grandes dimensiones.
Ojalá podamos extender en los próximos años los alcances de la Vía no solo en extensión, sino también en alcances que nos hagan modificar la imagen por las avenidas que circula para que cuando cumpla 30 años podamos tener una Vía reforestada en toda su extensión.
Sobre la autora
El desarrollo profesional y académico de Ursula Barreda se ha centrado en temas relacionados con la ciudad, el territorio, el arte, el patrimonio, el espacio público, la movilidad y la sustentabilidad.
Estudió el Doctorado de Ciudad, Territorio y Sustentabilidad en la Universidad de Guadalajara. Además, cuenta con publicaciones de artículos de investigación científica de temas relacionados al patrimonio, y el centro histórico.
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Opinión
Ojo, así se roban tus datos personales

Estimado lector, para mí es un privilegio volver a escribir estas líneas luego de una muy larga ausencia. Sin embargo volveremos a encontrarnos en esta columna cada quincena, analizando los temas de actualidad relacionados con la protección de nuestros datos personales y la privacidad que acontecen tanto en nuestro País como en el mundo.
Evidentemente no podemos dejar de comentar lo sucedido en días pasados en Guadalajara, donde existía -y seguramente siguen existiendo- un call center debidamente instalado para llevar a cabo extorsiones que se extendían no solo al resto de Jalisco, sino hasta a otros veinte estados más de nuestra República, afectando a más de 26 mil personas con llamadas fraudulentas y extorsiones.
Afortunadamente se desmanteló y según declaraciones oficiales se están realizando colaboraciones con instituciones de las demás entidades afectadas, para descubrir a todas las víctimas y por supuesto, invitarlas a denunciar, lo que resulta en una tarea titánica para las autoridades; pero al parecer no lo fue para aquellos cuyo modus vivendi consistía en realizar este tipo de nada honrosas actividades.
Datos personales de los afectados
En ese sentido caben muchas reflexiones, pero la primera es preguntarnos de dónde obtenían la materia prima, es decir, los datos personales de aquellos afectados. Aunque las respuestas pueden variar, quiero que centremos nuestra atención en dos fuentes principales.
La primera y la originaria por excelencia siempre seremos, desafortunadamente, Usted y yo, querido lector. Es decir, nosotros como titulares, dueños de esos datos personales que elegimos, muchas veces sin pararnos a reflexionar en ello, a quién, cómo y para qué le compartimos esta importantísima información.
Y digo que muchas veces sin reflexionarlo lo suficiente, porque participamos a otras personas de manera voluntaria, para poder obtener un bien o servicio; para pedir nuestros alimentos cuando no tenemos tiempo de prepararlos en casa; al inscribirnos a un curso o a nuestros hijos a la escuela, por citar ejemplos cotidianos. Pero también lo hacemos de manera involuntaria, por ejemplo cuando descargamos aplicaciones en nuestro teléfono inteligente o tableta y compartimos datos que no son necesarios; cuando somos poco discretos en una conversación o bien, ¿cuántas veces no hemos tirado a la basura documentación que contiene nuestro nombre u otros datos más sensibles, como nuestra CLABE interbancaria? Seguramente, muchas veces.
Ignoramos el valor de nuestros datos
La segunda causa de obtención de esta información es por medio de aquellos que manejan datos personales, es decir, los responsables si son particulares, o bien los sujetos obligados de orden público. Según me ha tocado atestiguar, parece que cuando la información no nos pertenece, dejamos de tener cuidado en su manejo. Se despersonaliza y solo vemos números, estadísticas, pero olvidamos que detrás de esas cifras, direcciones o palabras, se encuentra una persona que puede verse perjudicada por nuestro descuido de custodia de la información durante el ciclo de vida de los datos personales.
En fin, aunque difícilmente sabremos cómo se obtuvo esa información, es una realidad que decenas de miles de personas se vieron seriamente perjudicadas no solo en su patrimonio, sino muy seguramente hasta en su tranquilidad diaria, por este tipo de acciones ilegales. La invitación es a que le demos la importancia debida a esta información que es tan importante. La que nada más y nada menos, nos hace únicos y nos permite interactuar con el resto de quienes nos rodean. Si tenemos conciencia de la importancia de nuestros datos personales, seguramente nos daremos cuenta de la relevancia que también tiene la información relativa a otras personas.
La tarea primordial
En un entorno tan cambiante como el que vive nuestro mundo y especialmente, nuestro Estado de Derecho, la tarea primordial con la que contamos es velar porque nuestros derechos a la protección de datos personales y la privacidad no sean violentados y es más, que puedan ser garantizados, sobre todo ante la inminente desaparición de los Órganos Garantes en la materia, de lo que hablaremos en nuestra próxima entrega.
Sobre la autora
Ana Olvera es profesora investigadora de tiempo completo en la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo, con intereses en privacidad, bioética y neuroderechos.
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Opinión
La extinción de los institutos de transparencia: ¿falta de empatía o indiferencia?

A veces, hablar de datos personales, de su protección y nuestra privacidad, resulta sumamente abstracto. Aunque incluso trabajemos con ellos, pensemos en la recepcionista de un consultorio médico o el propio profesional de la salud. O en la persona a la que le pedimos la pizza o la comida que consumiremos en ese momento.
Ahora pensemos en las veces que entramos a ciertas redes sociales, como X, Facebook o LinkedIn y encontramos explicaciones acerca de lo importante que es proteger nuestros datos personales, o bien, explicaciones de las resoluciones (que a veces se adjuntan completas) y que más bien, parecen para un público un poco más especializado, que tal vez no seremos nosotros -que solo buscamos un momento de distracción-. En no pocas ocasiones, este tipo de situaciones pasan desapercibidas hasta que somos víctimas de robo de identidad, alguna extorsión o una estafa.
En este sentido cabe preguntarnos al menos dos cosas. La primera, la razón por la que optamos por la indiferencia ante la violación de la privacidad, que se arraiga en una compleja red de factores. La omnipresencia de la tecnología ha normalizado la vigilancia, desensibilizando a muchos ante la vulneración de sus datos personales. La complejidad de las políticas de privacidad y los algoritmos opacos genera una sensación de impotencia, alimentando la resignación. Además, la gratificación inmediata de los servicios digitales y la falta de consecuencias tangibles de la pérdida de privacidad fomentan una actitud apática e incluso, indolente. A esto se suma la polarización social, que fragmenta la empatía y dificulta la acción colectiva en defensa de un derecho fundamental.
La falta de involucramiento nos aísla de nuestra comunidad. Nos desconectamos de los problemas que nos afectan a todos, como la pobreza, la desigualdad, la violencia, la inseguridad y el cambio climático. Nos volvemos indiferentes al sufrimiento de los demás, perdiendo nuestra capacidad de empatía y solidaridad.
Pero la segunda es igualmente preocupante. ¿Qué pasó con el trabajo de los organismos garantes? ¿Fue acaso incapacidad de transmitir e incluso educar al pueblo mexicano? ¿De “conectar”, empatizar? Por que los festivales, las fotos, los congresos o simposios, salvo muy honrosas excepciones, siempre iban dirigidos a cualquier público distinto a lo que han dado por llamar “el ciudadano de a pie”. O como dirían los políticos en este momento histórico, “el pueblo bueno”, ese que difícilmente, con la pobre comunicación de los “expertos” y además con pocos recursos a la mano, comprendió la importancia de un andamiaje institucional como el que logró crearse en materia de transparencia y protección de datos personales. Tal vez eso explique la indiferencia en su defensa.
No cabe duda que asistimos y en gran mayoría, las y los mexicanos solo estamos meramente atestiguando los cambios estructurales que nuestro país esta viviendo. En ese sentido, claro que vivimos una transformación. No sé cuál. Pero bien haríamos en hacer a un lado esa indiferencia, para al menos intentar entender cómo afectarán al ejercicio y garantía de nuestros derechos fundamentales.
No involucrarse en la vida del país también tiene un costo personal. Cuando nos alejamos de los asuntos públicos, renunciamos a nuestro derecho a ser escuchados y a contribuir al bienestar de nuestra sociedad. Nos convertimos en meros espectadores de nuestro propio destino, sin voz ni voto. En un mundo cada vez más interconectado, los problemas que enfrentamos son complejos y requieren soluciones colectivas. La participación ciudadana es esencial para construir un futuro más justo, próspero y sostenible para todos. No podemos permitirnos el lujo de la indiferencia.
Es hora de despertar de la apatía y asumir nuestra responsabilidad como mexicanos. Involucrémonos en los asuntos públicos, hagamos oír nuestra voz, exijamos transparencia y rendición de cuentas. Solo así podremos construir el país que queremos y merecemos.
Sobre la autora
Ana Olvera es profesora investigadora de tiempo completo en la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo, con intereses en privacidad, bioética y neuroderechos.
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