Opinión
Las intermitencias del deshielo coreano
Las intermitencias del deshielo coreano…
Una breve cronología
Agosto de 1910: mediante el Tratado de Anexión Japón-Corea, el otrora Imperio Coreano pasa a formar parte del Japón imperial.
Agosto de 1945: al término de la Segunda Guerra Mundial, la rendición de Japón se formaliza frente a los Aliados y la península de Corea es dividida por Estados Unidos y la Unión Soviética. Se establece la línea divisoria en el paralelo 38 y surgen la República Popular Democrática de Corea (en el norte, bajo domino soviético) y la República de Corea (en el sur, bajo control estadounidense).
Noviembre de 2017: Corea del Norte lanza el Hawsong-15, considerado su misil balístico intercontinental más potente.
27 de Abril de 2018: tras más de siete décadas de tensiones, Kim Jong-un cruza la línea de demarcación y se convierte en el primer líder norcoreano en pisar el suelo de Corea del Sur, para estrechar la mano de Moon Jae-in, su presidente.
24 de mayo de 2018: El presidente Donald Trump ha cancelado la reunión programada para el 12 de junio.
En el derecho internacional existe el dogma de la igualdad jurídica de los Estados, que les otorga una simetría a todos los países miembros de la comunidad internacional. Desde su segundo artículo, por ejemplo, la Carta de las Naciones Unidas edifica su organización sobre el principio de la igualdad soberana de todos sus miembros. ¿Igualdad de iure? Absolutamente. ¿Igualdad de facto? Esa es otra historia; dependiente del contexto político, económico, social e incluso cultural de cada época.
Casi podría parecer, si uno se queda en los terrenos de la ley y los discursos, que no existen las asimetrías entre países, y que todas las crisis son producto de la inhabilidad de quienes los gobiernan. Pero la historia –ese catálogo de lecciones mal aprendidas–, nos demuestra que la realidad siempre es otra. Sin ánimos de caer en lo simplista, una de las muchas lecturas que tiene la historia universal reside en la batalla campal entre “los que tienen” y “los que no”.
En tiempos de la disuasión
La carrera armamentista de la segunda mitad del siglo pasado, es un ejemplo de la vigorosa competencia entre ambos bandos de la Guerra Fría por hacerse de la mayor cantidad de ventajas posibles. Tener y no tener, se convirtieron en dos condiciones en las que podía encontrarse un país, en medio del conflicto bipolar. Ante la carencia relativa de ciertas capacidades (económicas, militares, etc.), siempre quedaba la posibilidad de disuadir al otro mediante estrategias que le obligasen a cambiar los planes y evitar una confrontación directa.
La disuasión (la palabra del siglo XX) entre Estados Unidos y la Unión Soviética, se manifestó mediante una compleja red de acciones militares focalizadas, discursos amenazantes, pruebas nucleares y ataques indirectos donde los aliados de uno y otro bando se vieron involucrados. En esta línea, la península de Corea se volvió uno de los tantos cuadros en el gran tablero de ajedrez mundial; esa analogía predilecta de la geopolítica clásica, que aún después de la Guerra Fría pareció tomar nuevos bríos. ¿Pero a qué viene todo esto, si ya estamos en pleno siglo XXI?
Corea del Norte ha sido el blanco de las sanciones económicas impuestas por Estados Unidos desde que comenzaron las hostilidades. Las disparidades económicas entre la República Popular Democrática de Corea (RPDC) y la República de Corea (RC) son abismales. La ausencia de inversión extranjera y los bloqueos en el terreno del comercio internacional, en el norte, son dos ejemplos de ello. Su aislacionismo y los señalamientos de violaciones a los derechos humanos, no hacen sino complicar su situación frente al mundo. Un ejemplo del “no tener”.
El juego nuclear
Por otro lado, en lo relativo al arsenal nuclear, las disparidades también son notorias entre la RDPC y el resto de potencias que poseen armas de este tipo. Si bien las cifras sobre su arsenal son inciertas debido a su relativo asilamiento, el Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo (SIPRI, por sus siglas en inglés) calculó en 2017 que el gobierno de Kim Jong-un cuenta con entre 10 y 20 ojivas nucleares; a diferencia, por ejemplo, de las 7,000 que tiene Rusia o las 6,800 de Estados Unidos.
Pese a la cantidad limitada de ojivas, el arsenal total es suficiente para que no se pierdan de vista las pruebas y ejercicios que Corea del Norte ha venido haciendo desde hace un par de años. Suficiente, también, para mantener presencia naval y aérea (mediante maniobras militares conjuntas entre Estados Unidos y Corea del Sur) en la península. Si a esto se le añade la posición estratégica que tienen ambas Coreas en la región de Asia-Pacífico, la relevancia de este conflicto se infiere fácilmente.
Volviendo a la idea de la disuasión, el académico Kepa Sodupe rescata en 1991 un concepto que la define como “el intento de reestructurar el conjunto de opciones que se ofrecen a los dirigentes de un país […] llevado a cabo por los dirigentes de otra nación […], mediante la formulación de una amenaza a sus valores fundamentales. Mediante esa reestructuración, se pretende excluir la consideración de la agresión armada”
Con esa definición en mente, ¿no quedan obsoletas las interpretaciones emanadas de la Guerra Fría, en un contexto posterior al 9/11? Parece que no, mientras las dinámicas de dicho periodo histórico continúen siendo parte de nuestra realidad.
El diplomático en sazón
Esto nos hace reflexionar sobre las opciones que el actual líder norcoreano tiene a su alcance, dadas sus capacidades limitadas. Y lo que ocurrió este año, en apenas un par de meses, es un ejemplo de ello. Para sorpresa de muchos, la relación entre ambas Coreas dio un giro inesperado, al igual que la relación de Corea del Norte y los países de la región, con apenas unas semanas de diferencia.
Y es que, de la noche a la mañana, Kim Jong-un se convirtió en un diplomático en sazón. En febrero de 2018, las delegaciones deportivas de ambos países desfilaron juntas en los Juegos Olímpicos de Invierno, bajo la bandera de la unificación coreana. Unas semanas después, el 28 de marzo, el presidente chino Xi Jinping se entrevistó con el líder norcoreano en una visita que este hizo a Pekín. Lo que parecía ser una relación cada vez más tensa entre ambos países, dio un giro sorpresivo que tiene más de una lectura.
La sorpresa fue mayor, por otro lado, después de la reunión que tuvo lugar entre el 09 y el 15 de abril (no se conoce el día exacto) entre Kim y el entonces director de la Agencia Central de Inteligencia estadounidense, Mike Pompeo (quien ahora es Secretario de Estado). Una semana después, Donald Trump anunciaba mediante un tweet (¿de qué otro modo?) que la reunión entre ambos había dejado resultados positivos, de cara a una eventual cumbre entre el líder de la RPDC y el presidente estadounidense.
Zona Desmilitarizada
Pero la contundencia rotunda la tuvo el histórico encuentro entre ambos mandatarios de la península coreana, en la llamada Zona Desmilitarizada. El 28 de abril, la prensa difundió unas imágenes sin precedentes, donde vemos a Kim Jong-un estrechar la mano de Moon Jae-in en Panmunjom. Apenas una semana antes, Corea del Norte declaraba terminados los ensayos nucleares que desde 2017 venía llevando a cabo. Si bien entonces no existían indicios que apuntaran a la desnuclearización, la declaración firmada en la jubilosa cubre entre gobernantes, compromete a ambas partes a no quitar dicho tema de la mesa y trabajar de manera conjunta para tener una península libre de armas nucleares.
La suspensión del diálogo
Las fotografías estaban tomadas, los artículos de opinión escritos y los videos del encuentro compartidos en redes sociales. Más importante aún, se definió que el 12 de junio en Singapur, se llevará a cabo el encuentro entre Donald Trump y Kim Jong-un; el primero entre un mandatario estadounidense y uno norcoreano. El optimismo perduró hasta que, la semana pasada (el 15 de mayo), Corea del Norte anunció la suspensión del diálogo con el sur.
¿La razón? Los ejercicios militares conjuntos que EE.UU. realizó con Corea del Sur. La BBC reportó por entonces que dichas maniobras involucraron cuando menos 100 aviones de combate. Si bien son comunes, Corea del Norte los interpretó como una continuación de las hostilidades. Derivado de ello, surgieron muchas voces que se ahora se preguntan si la cumbre del 12 de junio se llevará a cabo. Para entendernos mejor, el tercer mandatario de la dinastía Kim le dijo a Trump, “tampoco te creas con el monopolio de las decisiones repentinas”.
Desde cualquier ángulo que se mire, es innegable que Corea del Norte vio incrementada su capacidad de maniobra frente a un proceso de negociación con Estados Unidos que no será nada sencillo. Las intermitencias del deshielo entre ambas Coreas, nos obligan a reflexionar sobre los motivos que persigue Kim Jong-un y lo que planea conseguir en la próxima cumbre con Trump. Justo el martes 22 de mayo, Pyongyang anunció que cerrará su centro de pruebas nucleares (ubicado en Punggye-ri) entre hoy jueves 24 y mañana viernes 25 del mismo mes. Un anuncio que, dado el clima actual, ha sido recibido con escepticismo, pese a que la medida se planeó desde el encuentro en la Zona Desmilitarizada
Los motivos de Kim Jong-un
Pero, con la doctrina de la disuasión nuclear resucitada, ¿no es contradictorio que Corea del Norte desmantele su sitio de pruebas? ¿No es precisamente la posesión de armas nucleares lo que sostiene a su gobierno como negociador? Es probable que, ahora que ya se dieron por terminadas las pruebas que el régimen venía realizando desde el año pasado, el cierre de sus instalaciones sea meramente simbólico; bien podría tener como propósito el demostrar que sigue existiendo la voluntad de desnuclearizar la península, sin por ello comprometerse a dar mayores pasos en esa dirección.
¿Qué motivó a Kim Jong-un, entonces, para hacer acuerdos con sus vecinos del sur y buscar reunirse con Estados Unidos? ¿Será que las sanciones económicas son ya intolerables y no queda otra opción? Independientemente de los resultados, el líder norcoreano ya logró un bono de legitimidad al abrir el diálogo. Si la reunión con el presidente de Estados Unidos termina llevándose a cabo, Kim Jong-un habrá logrado sentarse a negociar con Trump “entre pares”. El que “no tiene”, negociando entre iguales con el que sí.
Son muchas las lecturas y todo puede suceder hasta que llegue el 12 de junio. Yo dejo un par de interrogantes: ¿Se buscarán mecanismos en esta línea para “terminar de bajar el puente” entre las dos coreas? ¿Podrá lograrse la desnuclearización de Corea del Norte, o avanzar en hacer lo propio en toda la península?
De cara al futuro
¿Y qué papel jugará China en las negociaciones, pese a no estar presente en el mismo salón que Trump y Kim, en su probable próximo encuentro? El encuentro de Xi Jinping al que me referí anteriormente, sin duda resultó ventajoso para China, en tanto que permitió hacerle saber a Estados Unidos que al gigante asiático no se le puede ignorar en todo lo que concierne a la península de Corea.
Finalmente, no está de más rescatar que este texto estuvo a punto de convertirse en una celebración del deshielo coreano. Poco faltó para que yo calificara de “cínicos” los análisis más escépticos de la renovada relación entre las dos Coreas. Pero las circunstancias decidieron obligarme a rescatar aquí el viejo dicho de “piensa mal y acertarás”. Si bien es necesario seguir reflexionando sobre la situación de la península y los mecanismos que continúan articulándose para ponerle un “final” aparente a las tensiones, no todo son malas noticias; no perdamos de vista la trascendencia de los eventos recientes y la mengua relativa de la amenaza nuclear, al menos por ahora.
24 de mayo de 2018: En la fecha de publicación de este texto, el presidente Donald Trump ha cancelado la reunión programada para el 12 de junio.
Cristian J. Vargas Díaz es licenciado en Relaciones Internacionales por la Universidad de Guadalajarae “intrigoso” como consecuencia. Les debe a Ray Bradbury, Juan Rulfo y Thomas Mann su gusto por la literatura y su vejez prematura. Cinéfilo y “seriéfago” enfermizo, sigue aprendiendo a escribir.