Opinión
Lo que viene en 2019… ¿Es lo que necesitamos para México?
A partir del resultado de las elecciones en México, el ciudadano de a pie enfrentará una realidad distinta de la acción pública en el corto plazo. Saber si la motivación detrás de esta nueva visión es adecuada, pertinente o incluso justa no será una respuesta inmediata. La pregunta general es provocadora, reflexionar si ¿lo que viene es lo que necesitamos para el país? Por ello, aprovecho estas líneas para aproximar un enfoque de análisis para que cada quien lo pueda considerar, si así lo desea.
En el contexto internacional, derivado de la concepción del Estado-Nación (gobierno, territorio y soberanía), las dinámicas de la globalización han llevado a crisis de gobernabilidad y representatividad en distintos países. Hemos tenido ejemplos como la primavera árabe o la reciente represión que desafortunadamente prevalece en Nicaragua, donde, en gran medida, las figuras presidenciales a partir del nivel de apoyo, legitimidad y opacidad, así como de la propia personalidad de cada personaje, delimitan el ámbito de injerencia del sistema internacional.
En el caso de México, como bien se percibe, el vecino del norte a través de su figura presidencial ha exaltado el discurso de la soberanía nacional para defender a sus ciudadanos y su territorio con medidas que afectan directamente a México, como el caso de las políticas migratorias que incluso separan a las familias.
México con su vecino Estados Unidos
Sin duda, desde esta perspectiva basada en el entorno internacional, en este país se desarrollaron dos escenarios que marcaron la elección: La opción de una presidencia frontal u otra de conciliación, por llamarlas de alguna manera.
Frontal en el sentido de una postura ideológica apoyada en doctrinas que, de base, priorizan la defensa de la soberanía nacional como punto de encuentro de la acción pública y otra de conciliación, en el caso de visiones más cercanas a teorías de cooperación internacional y el uso contrapesos en el sistema internacional, a partir de organismos y actores internacionales. El desenlace en este equilibrio, a partir de los resultados electorales, fue evidente al reforzar el primer escenario.
Por otra parte, al interior de México, en su política doméstica, se percibió la pugna de dos modelos: uno de continuidad y otro de reforma. Ambos partieron de diagnósticos distintos, en el primero se hizo énfasis en ajustes de políticas específicas, tanto económicas, sociales y legales, que, en resumen, no cambian la noción sobre una nueva visión del Estado y su relación con la sociedad. En el otro modelo, en cambio, el punto de partida se basa en un diagnóstico central (a veces en la narrativa y otras con datos) sobre la deuda histórica que los políticos mexicanos tienen con los sectores más vulnerables. A diferencia del primer modelo, las políticas que encaminan la acción pública son de transformación, lo que afecta a todos por la intervención del estatus quo actual.
¿Qué quiere decir esto para ti, entonces?
Básicamente, que dados los resultados electorales que impulsaron el segundo modelo, todos, en alguna medida, tendremos que formar una postura sobre la visión de reforma y transformación del país. Por ello, la pregunta inicial nos incumbe a todos, podremos ser observadores, vigilantes, activistas o defensores del modelo, ya que, en el fondo, la parte más importante de la democracia deliberativa, esa que tenemos que fomentar de manera cotidiana, incluye el diálogo e involucramiento del proyecto de país que queremos.
El momento de la elección ha terminado. Ahora nos toca escoger un rol y participar activamente en éste, cualquiera que sea, siempre manteniendo los valores que fundan una democracia madura, que incluyen la tolerancia y el respecto por otras ideas y motivaciones. El camino apenas comienza.
Mauricio Hernández estudió políticas públicas, ha trabajado en temas de rendición de cuentas, educación y democracia desde el gobierno. Actualmente está vinculado en proyectos del LID, relacionados con participación ciudadana y transparencia.