Opinión
Los complejos derechos humanos
El pasado 10 de diciembre se conmemoró el Día de los Derechos Humanos, el cual nos recuerda que en 1948 la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas promulgó la Declaración Universal de los Derechos Humanos. En la actualidad, es usual referir a los derechos humanos, incluso mencionar de manera sencilla que en determinadas situaciones han sido violados o que se deben respetar.
Los derechos humanos son algo que, incluso, se han intentado definir por diversas personas y en múltiples momentos, cayendo en una labor casi imposible, pero que ha dado elementos importantes como que se desprende de aquellos que se conceptualiza como “dignidad”. Hay también diversa normativa tanto nacional, local e internacional que busca protegerlos, y que bueno, porque eso que es la dignidad como su punto de partida, aunque difícil de visualizar, merece el más amplio resguardo.
Hablar de la protección de los derechos humanos torna aún más complicado el tema, la doctrina jurídica y académica que aborda esta cuestión concluye que le toca al Estado su garantía y respeto, por lo tanto, si llegan a ser afectados será su responsabilidad. Preguntas como ¿Por qué esto es así? ¿Dónde quedan los particulares? Pueden llegar a surgir cuando se piensa que algo tan preciado como la dignidad ha sido dejada al cuidado de la ficción que es un Estado.
Resulta que al Estado le toca proteger, promover, respetar y garantizar los derechos humanos, pues las personas le hemos conferido dichas obligaciones a partir de la contraprestación de adherirnos al orden de gobierno que representa. Así, pase lo que pase en relación con los derechos humanos, se estará reflejando si el Estado ejerció bien o mal su papel respecto de ellos.
Lo anterior sería simplista e incluso cómodo si la realidad no indicara que, tal vez, no nos encontráramos ante contextos, como el de México, que constantemente cuestionan la capacidad del Estado en relación con la vigencia de los derechos humanos, así como lo evidente que resulta la participación de particulares en las numerosas violaciones que se dan contra ellos.
Como ejemplo, se puede tomar la situación de personas desaparecidas por la que atraviesa México. Actualmente, se utiliza el término “desaparición de personas” para reunir (a grandes rasgos) dos delitos: la desaparición cometida por particulares y la desaparición forzada. La segunda de estas, es llamada forzada ya que es perpetuada, directamente, por agentes estatales, bajo la permisión y/o colaboración de estos. No obstante, esto no quita peso de la desaparición cometida por particulares. Entre ambas, la cifra de personas que son víctimas de estos delitos en México es lamentable y supera los 100,000 casos.
Así ¿podemos estar tranquilas sabiendo que al Estado le toca la protección de los derechos humanos? ¿los particulares no los violentan? Todo puede ser un “depende”, pero lo que queda claro es que eso tan frágil y que llamamos dignidad aún se afecta todos los días, por el Estado, llamando a esto “violaciones a derechos humanos” y por particulares, quedando en la simplicidad de “delitos”.
No sería valido invisibilizar los avances en materia de derechos humanos, ya que, en su mayoría, le corresponden a las víctimas. Pero cada 10 de diciembre puede ser una oportunidad para repensar y cuestiona el cómo y quién es responsable tanto de violentar como de proteger eso tan preciado que es la dignidad.
Sobre la autora
Daniela Bonilla Castañeda es abogada por el ITESO, especializada en Derecho Internacional de los Derechos Humanos. Desempeñada en al área de investigación académica y la incidencia social para la garantía de derechos.