Los platos rotos de Theresa May

El pasado viernes 24 de mayo, las lágrimas de Theresa May inundaron los titulares de la prensa internacional. Con la voz entrecortada y la frustración en sus ojos, la mandataria del Reino Unido anunció lo que muchos analistas políticos habían vaticinado desde hace dos meses. Hoy, viernes 7 de junio, será su último día como primera ministra y su renuncia se debe al fracaso estrepitoso de un acuerdo de salida para el Brexit que nunca terminó por convencer al parlamento británico. Un acuerdo que la Unión Europea consideró como el único posible, el único que estaban dispuestos a aceptar. Un acuerdo que nunca ocurrió.
June is the end of May, dicen los diarios sensacionalistas. May Resigns, le anuncia la prensa británica a un país sumido en la incertidumbre y la parálisis política. Es curioso cómo el término en inglés resignation se traduce a nuestro idioma como “renuncia” o “dimisión”, pero tambiéncomo “resignación”. Después de todo, a eso se enfrentó Theresa May durante toda su carrera: a aceptar aquello que no pudo alterar a su gusto y trabajar con lo que le tocó. Aún a regañadientes, la resignación siempre fue el mástil de su bandera política.
Hablamos de la mujer que fungió como Ministra del Interior para David Cameron, apoyándolo en sus esfuerzos de campaña para convencer a los electores de permanecer en la Unión Europea. Pero ante un referéndum catastrófico para su gobierno, esa mujer pro-UE se vio obligada a sacar del atolladero al Reino Unido, después de que la nombraran jefa de gobierno. Vio cumplido su sueño de convertirse en titular del ejecutivo (la segunda mujer después de Margaret Thatcher), pero en uno de los peores momentos para serlo. Sólo quedaba cumplir.
Un bajo perfil
Si en algo coinciden quienes la conocen es en que May nunca fue nativa de los reflectores. Por más que se esforzara en demostrar soltura y cercanía, los medios siempre encontraron una manera de mostrar su incomodidad y su rigidez (memorables, sus bailes en Sudáfrica y en la convención del Partido Conservador). Quizá a diferencia de David Cameron o de su antiguo rival, el polémico Boris Johnson,la preocupación de la primera ministra siempre estuvo en “hacer la tarea”. Una marca personal que buscó combinar la sobriedad política con la eficiencia administrativa, tal vez a costa de una popularidad baja y un electorado más condenatorio. Porque si bien su liderazgo en el contexto del Brexit fue relativamente bien recibido en Europa, la recepción en casa nunca fue entusiasta.
Por eso, cuando la tarea no pudo completarse, la renuncia se volvió inminente. Fueron tres las derrotas en el parlamento de un acuerdo que, en esencia, nunca dejó de ser el primer borrador. Aún cuando el número de votos en contra fue decreciendo con cada votación –unos aplastantes 230 en la primera, y apenas 58 en la tercera–, May tuvo claro que la votación siempre le saldría en números rojos. Las circunstancias la forzaron a entender que ese exhaustivo ejercicio de prueba y error terminaría por agotar la paciencia en la Cámara de los Comunes, quienes nunca le darían el visto bueno.
La tarea incompleta
Al saberse acorralada políticamente (entre una oposición intransigente y un bloque europeo indispuesto a ceder más), no le quedó otra opción que tirar la toalla. Y si algo dejó en claro durante su discurso del viernes, es que se retira con una profunda decepción sobre sus hombros, fruto de una encomienda insatisfecha. Lejos de las convicciones políticas, sus lágrimas fueron las de alguien que llegó a la meta contra todo pronóstico, sólo para ver cómo le negaron el trofeo.
Dice en su despedida, evocando un encuentro personal con Nicholas Winton, que la transigencia y el compromiso son necesarios cuando se pretende hallar un consenso. Pero esa obvia condena a la irresponsabilidad de la oposición, también está dirigida a los miembros de su propio partido. Ella misma nunca pudo ganarse el favor de los sectores más conservadores, los cuales prefieren una salida sin arreglo por encima del acuerdo que su gobierno intentó asentar. En un escenario como ese, negociar con Jeremy Corbyn o Jean-Claude Juncker perdió todo sentido.
En ningún aspecto de la negociación del Brexit fue más evidente que en la cuestión de la salvaguarda de la frontera irlandesa, el famoso backstop. En esencia, este último recurso impide un endurecimiento del control fronterizo con la República de Irlanda (la cual permanece en la Unión Europea), a costa de someterse ligeramente a los controles y regulaciones de la UE en cuanto al intercambio de bienes y servicios que entren y salen por Irlanda del Norte. El argumento principal de sus detractores es la condición de desigualdad que implicaría para las otras tres naciones constitutivas del Reino Unido. Además de que el mensaje siempre ha sido “si nos vamos, nos vamos en serio”, incluyendo los acuerdos aduaneros. No obstante, la postura de Theresa May fue clara: es preferible ceder en este asunto y mantener una salvaguarda con ramificaciones regulatorias en todo el Reino Unido (no sólo en Irlanda del Norte), que tener a las dos Irlandas en regímenes aduaneros distintos; o incluso arriesgarse a vulnerar la paz conseguida entre ambos países. Aún si esto implica continuar atendiendo algunas de las reglas que impone la Unión Europea para el comercio.
Finalmente, si bien el backstop es vinculante, la Unión Europea estaba dispuesta a otorgarle una caducidad hasta que emergiese una mejor opción tras la salida definitiva y el periodo de transición (pactado hasta 2020, desde un inicio). Pero el parlamento dijo no. Conseguir esa concesión implicaba una titánica labor de convencimiento.El problema es que la próxima ex-primera ministrano logró articular una maniobra diplomáticalo suficientemente efectiva como para persuadir a la Cámara de los Comunes.
Después del relevo
¿Qué sigue, entonces, para el Reino Unido y para el proceso de salida de la Unión Europea? ¿Será esta una oportunidad para lograr un acuerdo definitivo o deberíamos considerar la posibilidad de un segundo referéndum? La respuesta a todo ello depende de la persona que llegue al 10 de Downing Street en los próximos meses. Hasta ahora, Boris Johnson parece ser el nombre que más resuena, pero es muy pronto para saber quién puede ocupar el cargo de primer ministro frente a un clima de extrema polarización, entre los que apoyan un Brexit duro y los que abogan por un nuevo referéndum (léase, una segunda oportunidad).
Lo segundo implicaría un alto costo político para sus proponentes, lo cual no lo vuelve imposible pero sí improbable.Siendo así, no debería extrañarnos que el resto del año sea un continuo aplazamiento de la fecha de salida, la cual hasta ahora está fijada para el 31 de octubre.Si la postura de la Unión Europea no cambia (y seguramente no lo hará), el balón estará en la cancha dela administración entrante.En cualquier caso, el escenario está dispuesto para que esta renovación de liderazgo le permita al gobierno británico trabajar en un acuerdo emanado del consenso.
Lo que sí es un hecho (además de la obviedad del Brexit como una terrible decisión política), es que Theresa May pasará a la historia como la mujer que pagó los platos rotos después de que David Cameron dejase caer la vajilla. Mientras tanto, los platos continúan rompiéndose.
Fotos de AFP.
Cristian J. Vargas Díaz es licenciado en Relaciones Internacionales por la Universidad de Guadalajara e “intrigoso” como consecuencia. Les debe a Ray Bradbury, Juan Rulfo y Thomas Mann su gusto por la literatura y su vejez prematura. Cinéfilo y “seriéfago” enfermizo, sigue aprendiendo a escribir.
Por la justicia y la libertad de México

¡Ciudadanos de México! ¡Colegas profesionistas!
Hoy, en este momento crucial para nuestra nación, ya no basta con la indignación pasiva. Es imperativo que el pueblo de México salga a las calles. Nuestros profesionistas están abandonando el País, nuestros empresarios viven en la zozobra, y el pueblo vive con miedo.
Estamos envueltos en una espiral de narco-gobierno. Nos deslizamos por un tobogán sin salida, atrapados en un túnel sin fondo donde no se ve la luz.
Y en esa oscuridad, al que alza la voz, al que resulta incómodo, le quitan la vida.
Hablamos de ‘gobernabilidad’ como si fuera un concepto abstracto, ¡pero tiene un rostro! Tiene el rostro de las madres buscadoras, el rostro del empresario extorsionado, el rostro del joven reclutado a la fuerza. ¡El régimen le ha fallado a las víctimas! Ha reemplazado la balanza de la justicia por el silencio de la complicidad.
¡Por eso hoy nos tenemos que levantar en honor a Carlos Manzo! Él fue aquel David que perdió la vida enfrentando a Goliat, por la falta de apoyo que imploró a gritos a una presidencia que lo ignoró.
¡Esta Presidencia es una analogía de Díaz Ordaz en pleno siglo XXI! ¡Qué terrible ironía! Cuando eran oposición, marchaban cada 2 de octubre recordando la masacre. Sin embargo, ahora que están en el poder, han salido peores que Díaz Ordaz y que todos los gobiernos priistas juntos.
Este movimiento trasciende partidos y colores. Es imperativo llamar a todos los miembros de la oposición, a todos los partidos sin distinción, a los ex integrantes del Poder Judicial, a los ex ministros de la Corte, a los médicos, a los agricultores, a los emprendedores, y a todos los disidentes del actual régimen que no están de acuerdo con la forma de gobierno. Hacemos un llamado a los militares que, en silencio, tampoco están de acuerdo con este régimen.
Esta lucha afecta a todos, desde el señor que vende fruta en la esquina hasta el dueño de las grandes empresas. Las compañías mexicanas, y las transnacionales con presencia en nuestro País, también se ven afectadas. La falta de certeza jurídica pone en riesgo las inversiones, los empleos y la estabilidad económica. La unión de todas estas voces y la fuerza de la sociedad civil es la única vía para enfrentar el totalitarismo y defender los pilares de la República.
Hago un llamado urgente a los colegios de abogados, de contadores, de ingenieros, de arquitectos y de médicos.
¡Deben despertar! Deben dejar atrás sus cómodos estatutos de «no intervención en cuestiones políticas». Les pregunto: ¿De qué sirve todo su conocimiento? ¿De qué sirven sus investigaciones, sus congresos y sus ponencias académicas, si la Nación se desmorona ante sus ojos?
Todo ese conocimiento se vuelve en vano si no lo comparten, si no lo usan para defender a la sociedad. Ese velo de supuesta neutralidad que cubre a las barras y colegios es, a todas luces, un acto de cobardía. Se vuelven profesionales que venden humo.
Son muy cómodos al estar «investigando» o «dando asesorías», pero no asesoran al pueblo. Y lo más grave: le fallan a la Generación Z, que tanto necesita de nosotros. Esos jóvenes, olvidados por el gobierno, son el futuro de México y necesitan nuestra guía, no nuestra omisión.
¿Y dónde están los intelectuales? ¿Dónde están los académicos que escriben sobre la democracia desde la comodidad de sus cubículos? ¿Dónde están las voces que antes eran críticas y hoy callan por privilegio o por miedo?
¡Su silencio es una traición! El conocimiento que no se usa para defender al pueblo es un lujo inútil. ¡La pluma que no se atreve a señalar al tirano es una pluma muerta!
El régimen actual presume eventos internacionales mientras el País se desangra. Por ello, ante la flagrante falta de gobernabilidad en México, hacemos un llamado a la comunidad internacional y a la FIFA.
Es imperativo exigir la cancelación del Mundial de Fútbol.
La lógica es simple y brutal: si el gobierno de México no puede proteger a sus propios habitantes, ¡mucho menos podrá proteger a sus visitantes!
El cambio de rumbo en México es una responsabilidad de todos. La marcha de este 15 de noviembre tiene que ser el parteaguas que nos permita, por fin, ver la luz al final del túnel.
No podemos permitir que, de cara al 2030, nuestro país siga secuestrado por los pensamientos comunistas fallidos del siglo XX. Eso ya debe quedar atrás.
Hablamos de la Generación Z como nuestra esperanza. ¡Y lo son! Pero seamos claros: no podemos pedirles a ellos que arreglen el desastre que nuestra generación está permitiendo. Antes de pedirles que tomen la estafeta, debemos preguntarles: ¿Qué país les estamos heredando? ¿Un país de fosas o un país de oportunidades?
¡La lucha de hoy no es solo por nosotros, es para poder mirarlos a los ojos mañana y decirles que no fuimos cobardes!
Es el momento de que, de la mano de esta nueva generación, tomemos con rumbo y con responsabilidad el cambio que México necesita.
¡Pero que la marcha no sea el fin, que sea el principio! Que sea el nacimiento de un nuevo pacto social, donde los profesionistas, los jóvenes y los ciudadanos de bien nos unamos para proponer el México que sí queremos. ¡Basta de resistir, es hora de construir!
¡Por la justicia, por la libertad y por el futuro de México!
Sobre el autor
Fernando Arango Ávila es jurista y académico. Doctor en Ciencias de lo Fiscal, y actualmente cursa un posdoctorado en Derecho. Actualmente, combina su experiencia práctica con su labor investigativa. Escribe: drarango83@gmail.com.
Gavin Newsom y la ‘nación’ de los 60 millones de mexicanos

El anuncio de las intenciones del gobernador de California, Gavin Newsom, de contender en las próximas elecciones presidenciales de Estados Unidos, marca un punto de inflexión con profundas implicaciones para el electorado de origen mexicano y la redefinición del poder en el país.
Este movimiento no sólo abre un camino de esperanza para millones de personas y New Mexicans, sino que consolida el liderazgo de un frente político que busca darle voz a la “nación” demográfica y cultural que emerge en el suroeste del país.
Este movimiento se respalda en la masa demográfica de 60 millones de mexicanos en Estados Unidos, una fuerza que, sumada al apoyo de una gran cantidad de mexicanos en México, podría representar una base electoral sin precedentes para Newsom.
El concepto de “The New Mexicans States of America” no es una propuesta secesionista, sino una etiqueta conceptual para describir una realidad demográfica y cultural irreversible.
En los estados de Nuevo México, Arizona y California, el poder del soft power mexicano ha gestado una diáspora (comunidad) con millones de personas que, juntas, suman una fuerza monumental entre esos 60 millones de mexicanos en Estados Unidos.
Esta “nación” latente ha conquistado silenciosamente el tejido social, económico y cultural del país a través de su influencia en la música, la gastronomía, el deporte y el comercio. A pesar de las persecuciones y el trauma generado por el uso del ICE como herramienta de presión demográfica, la cultura se ha convertido en la armadura y el motor de resistencia de esta población.
La conexión geográfica y la herencia común han permitido que California, Nuevo México y Arizona funcionen como un corredor cultural y económico. Esta alianza natural de estados del suroeste se convierte en el epicentro de esta nueva fuerza política.
Es aquí, en la cuna histórica del territorio mexicano en Estados Unidos, donde la diáspora ha mantenido viva su identidad, demostrando que las fronteras políticas no han logrado contener la unificación cultural. La cristalización de este poder es la respuesta pacífica a cualquier intento de alienación.
El ascenso de líderes como Gavin Newsom y la potencial vicepresidencia de Alex Padilla, es la constatación de que la revolución demográfica ha reescrito el mapa político desde dentro. La “Nación de los New Mexicans” está pasando de ser un poder cultural latente a una fuerza política activa. Al convocar a gobernadores clave y utilizar el soft power mexicano como estrategia, este movimiento busca construir una “barrera azul” de resistencia, transformando la resiliencia cultural en una palanca de poder electoral decisiva para las próximas elecciones presidenciales.
Newsom, al frente de California la cuarta economía mundial, se posiciona como un líder con la experiencia y la frescura necesarias para dirigir a los Estados Unidos. Su gestión como gobernador de California no solo se define por su capacidad para manejar una economía masiva, sino por una serie de logros progresistas que lo proyectan como el principal líder de la oposición a las políticas de la administración Trump.
Logros Clave de Gavin Newsom en California:
Protección de derechos reproductivos y sociales: Newsom ha consagrado protecciones en la Constitución de California para el aborto y las libertades reproductivas. Ha utilizado la autoridad de California para adquirir medicamentos clave y responder a interrupciones del suministro por motivos políticos.
Impulso a la clase trabajadora: Su administración ha impulsado legislaciones históricas para fortalecer a los trabajadores independientes, buscando mejorar las condiciones de vida de los californianos. Su oposición a la abolición de los acuerdos de contratación colectiva lo ha posicionado como un firme defensor de los derechos laborales.
Inversiones sociales masivas: Ha liderado la implementación de programas ambiciosos como el Pre-kínder universal y el financiamiento completo de comidas escolares gratuitas para todos los niños en California. También ha impulsado la expansión de programas de alfabetización y cursos de verano.
Abordando la crisis humanitaria y económica: Pese a las críticas por el alto costo de vida, la administraciónNewsom ha impulsado un enfoque progresista en la lucha contra la falta de vivienda. Más allá de la inversión récord en vivienda, el gobernador ha defendido la implementación de programas sociales innovadores, como el Care Court (Tribunal de Atención), diseñado para brindar tratamiento de salud mental y adicciones a personas sin hogar. Este tipo de políticas sociales complejas y audaces demuestran su disposición a enfrentar los problemas más difíciles del país, lo cual contrasta con las soluciones simplistas y punitivas que a menudo ofrece la oposición.
Resistencia y defensa migratoria: Newsom se ha convertido en una voz influyente a favor de los derechos de los inmigrantes, desafiando públicamente al gobierno federal. Ha movilizado a la Guardia Nacional para asistir en bancos de comida en respuesta a recortes federales y ha criticado duramente el despliegue de militares para tareas migratorias, advirtiendo que los regímenes autoritarios “empiezan por atacar a las personas con menos capacidad de defensa”.
Defensa del comercio transfronterizo y advertencia anti-Aranceles: Ha alertado consistentemente que las promesas de Trump de imponer un arancel del 25% a las importaciones mexicanas infligirían un daño económico devastador a California y a los consumidores. Al defender el libre comercio con México, Newsom protege el sustento de millones de New Mexicans que trabajan en sectores dependientes de este comercio transfronterizo.
El histórico gesto de Newsom al declarar el Día de Fernando Valenzuela el 1 de noviembre, cobra un significado póstumo aún más profundo. Fue una jugada maestra, ya que el 2 de noviembre es el tradicional Día de Muertos, enlazando dos celebraciones con un profundo toque mexicano.
Este acto de poder político y celebración cultural contrasta directamente con la retórica anti-inmigrante. Al honrar a un ícono que unió a mexicanos a ambos lados de la frontera, Newsom solidifica su apoyo en un electorado mexicano crucial, utilizando este reconocimiento como un acto de diplomacia interna que fortalece los lazos con la comunidad.
La posible postulación de Newsom también catapulta al senador Alex Padilla hijo de padres, uno de Chihuahua y otro de Jalisco, a la posición de potencial vicepresidente de los Estados Unidos. Padilla, quien representa la herencia y la base demográfica de los New Mexicans, podría convertirse en el primer mexicano-estadounidense en ocupar dicho cargo.
Hipotéticamente, esto lo colocaría como el candidato natural para ser el primer presidente de los Estados Unidos de ascendencia mexicana, un símbolo de la cristalización del poder político de esta población, muy a pesar del trauma que genera la alienación demográfica del presidente Donald Trump.
La juventud y el voto del mañana: El senador Padilla no solo representa la herencia; también encarna la voz de una nueva generación de New Mexicans. Su perfil conecta directamente con el voto joven y la alta tasa de natalidad de la diáspora (comunidad), que garantiza que su influencia política seguirá creciendo. Su posible ascenso a la vicepresidencia enviaría el mensaje de que el futuro de la democracia estadounidense no se definirá en Washington, sino en la energía, la juventud y la demografía del Suroeste.
Para enfrentar la presión del gobierno federal y el uso de ICE como brazo de presión contra las comunidades mexicano-americanas, es indispensable un frente de resistencia o «barrera azul» con el apoyo de gobernadores demócratas clave: Gobernadora Katie Hobbs (Arizona), gobernadora Michelle Lujan Grisham (Nuevo México), gobernadora Tina Kotek (Oregón), gobernador J. B. Pritzker (Illinois), gobernadora Kathy Hochul (Nueva York) y gobernador Bob Ferguson (Washington).
El Pacífico Noroeste (PNW), que incluye a Washington y Oregón, es una región fundamental para el concepto de los New Mexicans, extendiendo su alcance más allá del suroeste tradicional. Contrario a la percepción popular, estados como Washington han experimentado un crecimiento exponencial de la población de origen mexicano, la cual se ha convertido en una fuerza laboral crítica en la agricultura, la tecnología y el comercio.
El gobernador de Washington, Bob Ferguson, ha demostrado su reconocimiento a esta diáspora (comunidad) al declarar la semana de la herencia mexicana, un gesto que resuena profundamente con el soft power de la comunidad.
Este frente en el PNW es estratégico, pues no solo suma votos, sino que le da a Newsom una base de apoyo que abarca toda la Costa Oeste, desde la frontera con México hasta Canadá. La diáspora (comunidad) mexicana en esta región es un testimonio de la expansión y la diversidad económica de los New Mexicans, que apoyarán a Newsom por sus políticas a favor de los derechos laborales, la protección de los inmigrantes y la defensa de la diversidad cultural.
El PNW solidifica la narrativa de que el apoyo a Newsom no es un fenómeno local de California, sino un movimiento de alcance nacional.
El Poder de la cultura como arma política: La fuerza de este frente radica en el uso estratégico del soft power mexicano. La resistencia no se limita a decretos. Se ejerce en cada plato de comida, en la música regional y en la popularidad de íconos deportivos.
El Mundial de 2026 y los juegos olímpicos de Los Ángeles 2028 no serán solo eventos deportivos, sino escaparates globales donde la cultura de los New Mexicans dictará la tendencia, demostrando que aquello que Trump intentó marginar es, de hecho, el capital cultural y económico más vibrante de la nación. Este soft power es la prueba de que, mientras ICE siembra miedo, la cultura siembra influencia y poder.
El ascenso de Gavin Newsom a la palestra presidencial no es simplemente la historia de un político ambicioso; es la manifestación política de una profunda revolución demográfica y cultural liderada por los New Mexicans.
Sobre el autor
Fernando Arango Ávila es jurista y académico. Doctor en Ciencias de lo Fiscal, y actualmente cursa un posdoctorado en Derecho. Actualmente, combina su experiencia práctica con su labor investigativa. Escribe: drarango83@gmail.com.
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