Opinión
No desviemos la mirada
En el marco nacional, la vulnerabilidad debe ser un eje de atención por parte de todos los gobiernos, sin embargo, tenemos que ser conscientes que, en ese sentido, hay grupos sociales que corren un riesgo mayor de colocarse en esa posición: las mujeres, las niñas y los niños. En este sentido, el pasado 23 de septiembre se conmemoró el Día Internacional Contra la Explotación Sexual y el Tráfico de Mujeres, Niñas y Niños, el cual fue instaurado por la Conferencia Mundial de la Coalición Contra el Tráfico de Personas, en coordinación con la Conferencia de Mujeres de Dhaka, Bangladesh, en enero de 1999. El objetivo es concientizar tanto a gobiernos, como a la sociedad sobre las consecuencias que trae consigo la compraventa y explotación para diversos fines, como tráfico de órganos, trabajos forzados y explotación sexual, a partir de la privación de la libertad, violencia, abuso sexual y tratos crueles e inhumanos.
Según las estadísticas, el 49% de las víctimas de trata son mujeres, y el 23% son niñas. Todo lo anterior a través de la coacción, engaño o amenazas o abusos de poder. El número de víctimas de trata de personas en México aumentó 67.3% entre el 2020 y el 2021, según cifras recopiladas por la Oficina contra la Droga y el Delito de las Naciones Unidas; entre las modalidades de explotación identificadas destaca el aumento en la explotación sexual (32.8%), la mendicidad forzada (47%) y el trabajo forzado (175.3%). Por otro lado, en cuanto al número de investigaciones abiertas por el delito de trata de personas, incrementó en un 53.2%
Con lo anterior busco poner sobre la mesa una problemática grave, que implica de nosotros no desviar la mirada, identificar las situaciones de riesgo cuando estén frente a nuestros ojos, e intentar prevenir y combatir, poniendo especial atención a mujeres y niños, protegiéndolos para evitar que se conviertan en víctimas. Convirtámonos en ciudadanos activos y solidarios, generemos una sociedad empática y unida. Es común dentro de nuestro habitus como personas en una sociedad, caer en el fenómeno de desviar la mirada a otro lado cuando se nos presenta alguna situación que implica nuestra intervención. Preferimos esperar que sean otros los que lo resuelvan, los que tomen acción y busquen respuestas, los que ayuden y se solidaricen con quienes buscan desesperadamente alguien que empatice con ellos.
Si queremos abonar a la cultura de la paz, como sociedad debemos apoyarnos unos a otros, tenderle la mano a aquellos que más nos necesitan. En este caso para prevenir la trata y explotación de mujeres, niñas y niños, existe una corresponsabilidad a nivel gubernamental y social; en primer lugar, la generación de oportunidades a nivel laboral, económico y educativo, provee elementos que dan seguridad y certeza en el entorno social inmediato, lo que propicia que los grupos vulnerables, no sean tan propensos a caer en un esquema de enganchamiento bajo el camuflaje de una posibilidad para mejorar su calidad de vida. Por otro lado, como sociedad nos corresponde seguir concientizando, educando e informando sobre la vigencia e importancia de este tema, en los distintos entornos en donde nos relacionamos, más aún si existe la presencia de alguno de estos grupos vulnerables. Por último, lo más importante es estar alerta y no voltear la mirada cuando ante nuestros ojos, se presente alguna situación sospechosa en la que se puedan ver involucrados la trata y la explotación.
Nos leemos la siguiente semana, y recuerda luchar, luchar siempre, pero siempre luchar desde espacios más informados, que construyen realidades menos desiguales y pacíficas.
Sobre el autor
Luis Sánchez Pérez es doctorante y maestro en Políticas y Seguridad Públicas en IEXE Universidad, abogado por la Universidad de Guadalajara. Profesor de asignatura en la Universidad de Guadalajara y en la Universidad Enrique Díaz de León. Investigador de medios de comunicación y participación ciudadana en el Laboratorio de Innovación Democrática. Colaborador semanal en Milenio, El Occidental y El Semanario.