Opinión

No revictimizarás

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Luz Raquel Padilla falleció a causa de un ataque en el que le prendieron fuego, luego de rociarla con alcohol, esto se acompañó de amenazas previas que la activista y cuidadora recibió en su domicilio. No hay que ser una persona experta en derecho para notar la atrocidad de su caso, ver los elementos de un posible (casi seguro) feminicidio y la gravedad que esto representa en cuestión de seguridad y violencia de género.

Pese a lo anterior, la Fiscalía de Jalisco decidió indicar que Luz había comprado el alcohol y el encendedor con los que fue agredida, es decir, señalaron una posible autolesión. Seguidamente, se divulgaron una serie de videos en los que aparece Luz en una posible tienda y otros cuantos de su domicilio. Las autoridades pusieron empeño en revictimizarla, o realmente sus capacidades de investigación son muy poco diligentes.

Desde una perspectiva de derechos humanos, cuando ocurre una violación a estos, que ya de por sí es algo lamentable, la víctima debe estar al centro de las investigaciones. Ciertamente, se deben agotar todas las líneas de investigación posibles, pero es sabido que la cultura machista puede más que esto. En México es recurrente escuchar versiones de muertes violentas y feminicidios que llevan a la revictimización, sin embargo, seguramente implica el mismo empeño  sacar 100 videos para querer comprobar una autolesión que orientarlos con una hipótesis de feminicidio ¿entonces, por qué no se hace así?

El costo político de aceptar la violencia feminicida y la alta inseguridad que se vive en México posiblemente sea la razón, indicar “sí, le fallamos a Luz, ahora debemos reparar su caso”, es algo que posiblemente no se vea desde la esfera estatal. Es aparentemente más sencillo culpar a la víctima (lo cual es una contradicción lógica) que aceptar que se puede mejorar, que hay deudas históricas y que el patriarcado está más que presente en las instituciones. Es sencillo revictimizar, pero se deja de lado que la sociedad tiene memoria, se informa, se organiza y tiene derechos, los cuales eventualmente pueden desplazar las actuales incapacidades de la impartición y procuración de justicia.

Luz no es la primera en ser revictimizada, lamentablemente, ésta es la constante. Como ejemplo, están los casos de Claudia Ivette González, Esmeralda Herrera, Laura Berenice Ramos y otras mujeres, o mejor conocidas por la sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH) “Campo Algodonero vs. México”, también está el caso de Digna Ochoa, a quien la señalaron de haberse suicidado, hecho que se desmintió por la Corte IDH y Comisión Interamericana de Derechos Humanos.

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El hecho de que no se revictimice a una víctima pareciera algo obvio o sencillo, pero da cuenta de que se está cumpliendo con obligaciones en materia de derechos humanos y que se aspira a una transformación social a partir de estos. Se habla de un mensaje para todas las personas en el que se manifiesta el compromiso con la seguridad, con la dignidad y en contra de la impunidad.

La revictimización va más allá de culpabilizar a una víctima, afecta a las víctimas indirectas, es un mensaje permisivo para agresores y, en general se da la espalda a las personas que exigen justicia, que temen por su vida y que defienden derechos a diario. Por eso es necesario que el lema de las autoridades sea: “no revictimizar”.

 

Sobre la autora
Daniela Bonilla Castañeda es abogada por el ITESO, especializada en Derecho Internacional de los Derechos Humanos. Desempeñada en al área de investigación académica y la incidencia social para la garantía de derechos.

 

 

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