Opinión

¿Nueva constitución para Jalisco?

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El gobernador de Jalisco Enrique Alfaro presentó hace unos días su iniciativa de conformación de un Congreso Constituyente con el cual se pretende generar un proceso que culmine con la promulgación de una nueva Constitución Política para el estado de Jalisco. Por fin el proyecto de “refundación” que el gobernador propuso desde su campaña tiene un asunto concreto, y aunque hacer una nueva Carta Magna para Jalisco es una empresa muy compleja y de alto impacto social, ahora sí tenemos un proyecto concreto alrededor del cual se traducirá la refundación.

Hay que señalar que tradicionalmente las nuevas constituciones surgen de procesos de transformación profundos en una sociedad, donde hay un consenso claro que se necesita un cambio de régimen político y de la creación de nuevas instituciones. Por esta razón las grandes alternancias políticas o las revoluciones casi siempre culminan con una nueva constitución, que es la traducción de un nuevo pacto social.

El primer problema

El primer problema de la iniciativa del Gobernador es precisamente que este proceso no cuenta con una base social de apoyo, es decir, no hay una ciudadanía que pida y exija un proceso de esta naturaleza. Efectivamente hace años que algunos han señalado (y yo entre ellos) la necesidad de construir cambios profundos al régimen, que es necesario pasar de los remiendos y parches a transformaciones radicales, es más, si nuestro sistema político e institucional fuera un auto, ya no lo arreglaríamos con llantas nuevas y tapicería renovada, más bien necesitamos un auto distinto. El problema es discernir si estas transformaciones implican nueva constitución o una cirugía mayor de la misma.

De hecho, ahora mismo, se pueden dibujar tres grandes posiciones frente a la propuesta de Alfaro: los que defienden la necesidad de tener una nueva constitución, los que creen que el texto constitucional requiere de una cirugía mayor; y los que dicen que no tenemos un problema de leyes, sino de aplicación de las mismas. Creo que el primer debate es para responder dos preguntas fundamentales: ¿se necesita una nueva constitución? y ¿qué tipo de constitución deberíamos tener?.

Para que un proceso de esta naturaleza llegue a buen puerto se necesitan al menos cinco condiciones de proceso:

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Agenda amplia

Una discusión de esta índole implica poner todo sobre la mesa, es decir, se tiene que discutir todo lo referente a la vida pública, sólo por señalar algunos asuntos: equilibrio de poderes, configuración y tareas de los municipios, ampliación y profundización de derechos humanos, mecanismos de participación ciudadana, desarrollo regional, sustentabilidad y medio ambiente, función de los partidos políticos, relación gobierno-empresas, combate a la corrupción, entre otros. Acotar los temas ahogaría las posibilidades reales de innovación.

Pluralidad de actores sociales

Una nueva constitución no puede surgir de la deliberación de ciertos grupos sociales, ya que, al ser el fruto de un nuevo pacto social, necesariamente implica la participación de la mayoría de los grupos y sectores sociales que conforman la entidad y eso implica presencia organizaciones civiles y sociales, empresarios, universidades, sindicatos, personas de todas las regiones, de pueblos indígenas, de personas con discapacidad, entre otros, es decir, nadie se puede quedar fuera de una discusión de esta naturaleza.

Liderazgo ciudadano

El proceso de construcción de una nueva constitución no puede ser liderado por la clase política ni por el gobierno en cualquiera de sus expresiones. Esto implica que el liderazgo y el proceso tiene que asumirlo la sociedad civil y organizada con sus diversas vertientes y con toda su pluralidad, ya que, si no es así, hay un grave riesgo de que se confeccione una legislación a modo para ciertos poderes políticos y fácticos.

Tiempo suficiente

Elaborar una nueva constitución y luego construir y derogar todas las leyes reglamentarias que se deriven de esto, es un proceso legislativo que nos puede llevar mucho tiempo, por eso es imprescindible darle a un asunto de esta naturaleza todo el tiempo que sea necesario, ya que las implicaciones de futuro son muy grandes. Incluso tendríamos que estar dispuestos como sociedad a que todo este sexenio se lleve para elaborar esta empresa.

Perspectiva amplia

Una nueva constitución implica tener una mirada amplia y no sólo ver los problemas del corto plazo. Para generar un proceso de este tipo, los diputados constituyentes tienen que pensar en el Jalisco que queremos a cien años, es decir, la perspectiva de construcción de la nueva carta magna tiene que imaginar el Jalisco en el que vivirán nuestros nietos. Esto tendrá como resultado que los cimientos que se construyan sean verdaderamente duraderos.

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El primer paso de este debate comienza con responder a la pregunta: ¿necesitamos una nueva constitución?

Escribe a: jerqmex@hotmail.com


*Jorge Rocha es académico del ITESO y analista político. Escribe a: jerqmex@hotmail.com.

 

 

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Etiquetas: Bolígrafo       AMLO

 

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