Opinión
¿Por qué es necesario un Día Internacional del Peatón?

¿Por qué es necesario contar con un Día Internacional del Peatón?
Todos somos peatones en algún momento de nuestro transitar en las calles de cualquier ciudad.
Como peatones somos más vulnerables que otras personas con otro modo de tránsito. En diversas ciudades se ha trabajado desde diferentes sectores como el gubernamental y la sociedad civil para proteger a los ciclistas quienes ahora pueden decir que han ganado espacios importantes, cada vez existen más ciclovías, e incluso ciclopuertos en los que se puede adquirir una bicicleta como medio de transporte a un bajo costo, la falta de recursos económicos ya no es pretexto para usar este medio de transporte.
Aún siguen haciéndose esfuerzos importantes para desincentivar el uso del vehículo, tomando en cuenta los altos índices de contaminación que producen los autos, pues un porcentaje importante de los autos son conducidos por una sola persona.
Guadalajara, la segunda más contaminada
De acuerdo con una publicación del ITESO, en el año 2015; de un listado de 20 ciudades, la capital de Jalisco, con 4.5 millones de habitantes, se encontraba en la segunda posición con mayor contaminación en el país, de acuerdo con un análisis nacional elaborado por el Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático (INECC).
De acuerdo con el Consejo Estatal para la Prevención de Accidentes de Jalisco (CEPAJ), en los primeros seis meses de 2018, se registraron 178 defunciones por atropellamiento en la Zona Metropolitana.
Como peatones debemos cuidarnos. Aprender a convivir, los automovilistas debemos ser conscientes que la máquina que conducimos representa riesgos para quienes manejamos, pero también para el resto de las personas con las que convivimos en el asfalto, los motociclistas, ciclistas, y por supuesto los peatones.

Pasajeros 7.
Es importante reconocer que muchas veces la imprudencia del peatón puede ocasionar graves y en ocasiones fatales accidentes.
Cruzar las calles en las esquinas, es una de las primeras reglas que aprendemos, pero de adultos cometemos una serie de imprudencias que ponen en riesgo nuestras vidas y la integridad de los otros.
Atravesar calles cuando los automovilistas tienen siga, en cualquier calle, o avenida; un claro ejemplo de ello ocurre, por ejemplo, en el centro de la ciudad cuando los peatones “se dejan ir” y decenas de ellos pasan sin importarles que a los automovilistas, el semáforo les marca luz verde.
Otras imprudencias
Otra de las imprudencias suceden cuando nos bajamos del camión, los choferes al conducir automóviles con grandes dimensiones, suelten tener puntos ciegos por lo que a determinada distancia no observan lo que está a su alrededor, autos, motocicletas, bicicletas y por supuesto peatones.
Como peatones también nos arriesgamos cuando cruzamos calles entre los autos o nos colocamos detrás de un auto cuando se está estacionando.
Por supuesto que no dejo de lado las múltiples obligaciones que tienen los automovilistas de cuidar al peatón, pues al no contar con protección se convierten en la parte más vulnerable en la convivencia entre autos, motos y bicis.
Estamos hablando de la responsabilidad compartida que todos tenemos con nosotros mismos y con el resto de personas que convivimos mientras nos trasladamos en cualquier medio de transporte.
También es necesario contar con infraestructura necesaria para garantizar la integridad de los peatones, los puentes son una opción pero es necesario pensar en personas con discapacidad, las madres que utilizan carriolas o los adultos mayores.
Las banquetas en malas condiciones también atentan en contra del peatón que deben caminar con el riesgo de lastimarse e incluso bajar de la banqueta por daños producto de la falta de mantenimiento o porque algún auto está estacionado sobre los espacios destinados para los peatones… Fade Out.

Foto: Brandon Wong.
Derechos del Peatón
1.- El peatón tiene derecho a vivir en un ambiente sano y a disfrutar libremente del espacio público en condiciones de seguridad adecuadas para su salud física, emocional y mental.
2.- El peatón tiene derecho a vivir en centros urbanos organizados a la medida de las personas y no del automóvil, y a disponer de infraestructura incluyente a pie o en bicicleta.
3.- El peatón tiene derecho a que la ciudad le considere el uso y disfrute de amplias zonas urbanas, con paso accesible, continuo y seguro, que no sean meras «islas de peatones», sino que se inserten coherentemente en la organización general de la ciudad.
4.- El peatón tiene derecho, en particular:
a. A transitar con libertad, seguridad y sin obstáculos, físicos o visuales, sin distinción género, preferencias sexuales, edad, creencias religiosas, ideología, situación socioeconómica, étnica, vestimenta o cualquier otra condición de diferenciación entre las personas
b. A una señalización incluyente, no sólo enfocada a los automotores
c. A caminar con calma una vía, sin ser presionado por otros usuarios de la misma
d. A disfrutar la ciudad como peatón
e. A jugar y convivir en el espacio público
f. A que le sea transferido el espacio subutilizado de la vía o mal utilizado por otros usuarios
g. A que los servidores públicos tengan un comportamiento ejemplar en las calles, y hagan respetar la ley
h. A la iluminación del espacio público orientada hacia las personas
i. A utilizar el arroyo vehicular de manera segura, cuando las banquetas sean angostas, irregulares o insuficientes
j. A que la autoridad sancione a los infractores, de oficio y a petición de parte
k. A que haya mobiliario orientado al disfrute de la calle
l. A que el mobiliario urbano no entorpezca su andar o su disfrute del espacio
m. A cruceros seguros y accesibles que sigan la línea de deseo del peatón
n. A cruces a nivel en todas las vías semaforizadas
o. A cruces mecanizados cuando sea indispensable franquear una barrera urbana
p. A tiempos exclusivos en los ciclos semafóricos para las intersecciones más concurridas
q. A que la autoridad no lo inculpe de los accidentes sin una investigación de por medio
r. A un rediseño vial en los puntos en los que se repitan accidentes
s. A un espacio público accesible, incluyente y libre de obstáculos o rejas
t. A participar en el diseño y decisión del espacio público y su señalización
u. A que el patrimonio artístico, histórico y arqueológico no sea sepultado por la infraestructura y se mantenga a la vista de todas las personas
v. A que las apropiaciones privadas del espacio público se sancionen severamente
w. A que las necesidades de la autoridad no estén por encima de los derechos del peatón, incluyendo necesidades llamadas “de seguridad nacional”
x. A banquetas amplias
y. A un marco institucional y políticas públicas del peatón
z. A que el disfrute del espacio público no esté condicionado a una situación de movilidad
aa. A que las emisiones químicas y acústicas de los vehículos automotores no sobrepasen los límites científicos considerados como soportables
bb. A la creación de “pulmones verdes”, incluso mediante obras de repoblación forestal urbana, favoreciendo especies nativas.
cc. A la prohibición de mensajes publicitarios que puedan ser causa de accidentes y a la reducción de la contaminación visual de índole comercial que no aporte nada positivo al paisaje urbano.
dd. A la eliminación de la contaminación visual por infraestructura y enseres, como cables, postes anchos, rejas, que puedan ser enterrados, eliminados o sustituidos.
ee. A la introducción de un sistema de responsabilidad objetiva o de riesgo, de modo que aquel que sea responsable de la creación de un riesgo asuma las consecuencias civiles y penales
ff. A sistemas eficaces de señalización concebidos para personas con discapacidad sensorial.
gg. A medidas específicas que permitan detenerse, acceder y recorrer calles y aceras (por ejemplo: pavimentación no resbaladiza, rampas con pendientes moderadas y sin bordes, que permitan superar el desnivel con el plano de la calle, adecuación de las dimensiones al destino de las calles, medidas especiales durante el desarrollo de trabajos de construcción, protección contra el tráfico automovilístico mediante elementos urbanos, creación de puntos de parada y descanso, pasos peatonales al nivel de la calle en zonas urbanas).
hh. El mantenimiento y construcción de la infraestructura peatonal debe contar con la responsabilidad gubernamental en cuanto a limpieza, accesibilidad y buen estado, aún cuando pueda estar a cargo de particulares.
*Zaira Ramírez. Especialista en Transparencia y Comunicación Política. Ha sido periodista en diversos medios de Guadalajara.
Opinión
Ojo, así se roban tus datos personales

Estimado lector, para mí es un privilegio volver a escribir estas líneas luego de una muy larga ausencia. Sin embargo volveremos a encontrarnos en esta columna cada quincena, analizando los temas de actualidad relacionados con la protección de nuestros datos personales y la privacidad que acontecen tanto en nuestro País como en el mundo.
Evidentemente no podemos dejar de comentar lo sucedido en días pasados en Guadalajara, donde existía -y seguramente siguen existiendo- un call center debidamente instalado para llevar a cabo extorsiones que se extendían no solo al resto de Jalisco, sino hasta a otros veinte estados más de nuestra República, afectando a más de 26 mil personas con llamadas fraudulentas y extorsiones.
Afortunadamente se desmanteló y según declaraciones oficiales se están realizando colaboraciones con instituciones de las demás entidades afectadas, para descubrir a todas las víctimas y por supuesto, invitarlas a denunciar, lo que resulta en una tarea titánica para las autoridades; pero al parecer no lo fue para aquellos cuyo modus vivendi consistía en realizar este tipo de nada honrosas actividades.
Datos personales de los afectados
En ese sentido caben muchas reflexiones, pero la primera es preguntarnos de dónde obtenían la materia prima, es decir, los datos personales de aquellos afectados. Aunque las respuestas pueden variar, quiero que centremos nuestra atención en dos fuentes principales.
La primera y la originaria por excelencia siempre seremos, desafortunadamente, Usted y yo, querido lector. Es decir, nosotros como titulares, dueños de esos datos personales que elegimos, muchas veces sin pararnos a reflexionar en ello, a quién, cómo y para qué le compartimos esta importantísima información.
Y digo que muchas veces sin reflexionarlo lo suficiente, porque participamos a otras personas de manera voluntaria, para poder obtener un bien o servicio; para pedir nuestros alimentos cuando no tenemos tiempo de prepararlos en casa; al inscribirnos a un curso o a nuestros hijos a la escuela, por citar ejemplos cotidianos. Pero también lo hacemos de manera involuntaria, por ejemplo cuando descargamos aplicaciones en nuestro teléfono inteligente o tableta y compartimos datos que no son necesarios; cuando somos poco discretos en una conversación o bien, ¿cuántas veces no hemos tirado a la basura documentación que contiene nuestro nombre u otros datos más sensibles, como nuestra CLABE interbancaria? Seguramente, muchas veces.
Ignoramos el valor de nuestros datos
La segunda causa de obtención de esta información es por medio de aquellos que manejan datos personales, es decir, los responsables si son particulares, o bien los sujetos obligados de orden público. Según me ha tocado atestiguar, parece que cuando la información no nos pertenece, dejamos de tener cuidado en su manejo. Se despersonaliza y solo vemos números, estadísticas, pero olvidamos que detrás de esas cifras, direcciones o palabras, se encuentra una persona que puede verse perjudicada por nuestro descuido de custodia de la información durante el ciclo de vida de los datos personales.
En fin, aunque difícilmente sabremos cómo se obtuvo esa información, es una realidad que decenas de miles de personas se vieron seriamente perjudicadas no solo en su patrimonio, sino muy seguramente hasta en su tranquilidad diaria, por este tipo de acciones ilegales. La invitación es a que le demos la importancia debida a esta información que es tan importante. La que nada más y nada menos, nos hace únicos y nos permite interactuar con el resto de quienes nos rodean. Si tenemos conciencia de la importancia de nuestros datos personales, seguramente nos daremos cuenta de la relevancia que también tiene la información relativa a otras personas.
La tarea primordial
En un entorno tan cambiante como el que vive nuestro mundo y especialmente, nuestro Estado de Derecho, la tarea primordial con la que contamos es velar porque nuestros derechos a la protección de datos personales y la privacidad no sean violentados y es más, que puedan ser garantizados, sobre todo ante la inminente desaparición de los Órganos Garantes en la materia, de lo que hablaremos en nuestra próxima entrega.
Sobre la autora
Ana Olvera es profesora investigadora de tiempo completo en la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo, con intereses en privacidad, bioética y neuroderechos.
TAMBIÉN TE PUEDE INTERESAR: LA EXTINCIÓN DE LOS INSTITUTOS DE TRANSPARENCIA: ¿FALTA DE EMPATÍA O INDIFERENCIA?
Opinión
La extinción de los institutos de transparencia: ¿falta de empatía o indiferencia?

A veces, hablar de datos personales, de su protección y nuestra privacidad, resulta sumamente abstracto. Aunque incluso trabajemos con ellos, pensemos en la recepcionista de un consultorio médico o el propio profesional de la salud. O en la persona a la que le pedimos la pizza o la comida que consumiremos en ese momento.
Ahora pensemos en las veces que entramos a ciertas redes sociales, como X, Facebook o LinkedIn y encontramos explicaciones acerca de lo importante que es proteger nuestros datos personales, o bien, explicaciones de las resoluciones (que a veces se adjuntan completas) y que más bien, parecen para un público un poco más especializado, que tal vez no seremos nosotros -que solo buscamos un momento de distracción-. En no pocas ocasiones, este tipo de situaciones pasan desapercibidas hasta que somos víctimas de robo de identidad, alguna extorsión o una estafa.
En este sentido cabe preguntarnos al menos dos cosas. La primera, la razón por la que optamos por la indiferencia ante la violación de la privacidad, que se arraiga en una compleja red de factores. La omnipresencia de la tecnología ha normalizado la vigilancia, desensibilizando a muchos ante la vulneración de sus datos personales. La complejidad de las políticas de privacidad y los algoritmos opacos genera una sensación de impotencia, alimentando la resignación. Además, la gratificación inmediata de los servicios digitales y la falta de consecuencias tangibles de la pérdida de privacidad fomentan una actitud apática e incluso, indolente. A esto se suma la polarización social, que fragmenta la empatía y dificulta la acción colectiva en defensa de un derecho fundamental.
La falta de involucramiento nos aísla de nuestra comunidad. Nos desconectamos de los problemas que nos afectan a todos, como la pobreza, la desigualdad, la violencia, la inseguridad y el cambio climático. Nos volvemos indiferentes al sufrimiento de los demás, perdiendo nuestra capacidad de empatía y solidaridad.
Pero la segunda es igualmente preocupante. ¿Qué pasó con el trabajo de los organismos garantes? ¿Fue acaso incapacidad de transmitir e incluso educar al pueblo mexicano? ¿De “conectar”, empatizar? Por que los festivales, las fotos, los congresos o simposios, salvo muy honrosas excepciones, siempre iban dirigidos a cualquier público distinto a lo que han dado por llamar “el ciudadano de a pie”. O como dirían los políticos en este momento histórico, “el pueblo bueno”, ese que difícilmente, con la pobre comunicación de los “expertos” y además con pocos recursos a la mano, comprendió la importancia de un andamiaje institucional como el que logró crearse en materia de transparencia y protección de datos personales. Tal vez eso explique la indiferencia en su defensa.
No cabe duda que asistimos y en gran mayoría, las y los mexicanos solo estamos meramente atestiguando los cambios estructurales que nuestro país esta viviendo. En ese sentido, claro que vivimos una transformación. No sé cuál. Pero bien haríamos en hacer a un lado esa indiferencia, para al menos intentar entender cómo afectarán al ejercicio y garantía de nuestros derechos fundamentales.
No involucrarse en la vida del país también tiene un costo personal. Cuando nos alejamos de los asuntos públicos, renunciamos a nuestro derecho a ser escuchados y a contribuir al bienestar de nuestra sociedad. Nos convertimos en meros espectadores de nuestro propio destino, sin voz ni voto. En un mundo cada vez más interconectado, los problemas que enfrentamos son complejos y requieren soluciones colectivas. La participación ciudadana es esencial para construir un futuro más justo, próspero y sostenible para todos. No podemos permitirnos el lujo de la indiferencia.
Es hora de despertar de la apatía y asumir nuestra responsabilidad como mexicanos. Involucrémonos en los asuntos públicos, hagamos oír nuestra voz, exijamos transparencia y rendición de cuentas. Solo así podremos construir el país que queremos y merecemos.
Sobre la autora
Ana Olvera es profesora investigadora de tiempo completo en la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo, con intereses en privacidad, bioética y neuroderechos.
-
Jalisco28 marzo 2025
Parodia de Brozo y Loret es una ofensa: Guerreros Buscadores de Jalisco
-
ZMG27 marzo 2025
Así será la final de La Voz Zapopan 2025
-
ZMG27 marzo 2025
Conoce a los cuatro lomitos que esperan ser adoptados en Tlaquepaque
-
Jalisco31 marzo 2025
Zapopan multará al Auditorio Telmex; Frangie pide no deslindarse