Opinión
Preservando la tradición del altar de Dolores
La Semana Santa invita a la comunidad a unirse a diferentes actividades en las iglesias y recintos religiosos, sin embargo, hay tradiciones en torno a este tiempo que no solo se preservan en este tipo de lugares, también entran los hogares y espacios museísticos.
El altar a la Virgen de los Dolores es una tradición que se remonta desde la época virreinal, y llegó a México para conmemorar el sufrimiento de la Virgen María por la muerte de Jesús. De origen italiano correspondiente al siglo XIII fue impuesto por la Orden de los Siervos de María y se piensa que el primer altar a la Virgen de los Dolores en la Nueva España se colocó en el siglo XVI en San Juan de Ulúa, Veracruz y a partir del siglo XVII se colocaron con mayor periodicidad en las iglesias y las casas.
Esta tradición se exhibe al público un viernes antes de la Semana Santa y cabe destacar que no es un altar común ya que tienen diferentes elementos artesanales que incluso para la actualidad son difíciles de conseguir.
En la Perla Tapatía se instala con todo un ritual para quienes lo colocan y lo visitan ya que cuando las personas llegan con los anfitriones donde está el montaje preguntan: ¿Ya lloró la Virgen? y con esta frase continua la tradición de ofrecer a los presentes aguas frescas de sabor que representan las lágrimas de la Virgen de la Dolorosa.
Algunos domicilios particulares ubicados en los barrios más representativos de Guadalajara tenían esta tradición por generaciones y abrían su hogar a cualquier visitante para invitar a ver su altar, igualmente espacios culturales como el Museo de la Ciudad o actualmente la Casa Museo López Portillo que este 2023 tiene su altar exhibido y estará abierto al público hasta el 12 de abril para quienes se quedaron en la ciudad y pueden visitarlo.
En torno a esta celebración, se organiza por parte de los centros de la Universidad de Guadalajara, CUAAD y CUCSH en su Departamento de Teorías e Historia y el Cuerpo Académico de Sociedad Arte, Cultura y Educación con sede en el Departamento de Filosofía, la representación del altar.
El comité de organización cuenta con el apoyo de los canónigos del santuario metropolitano el Padre Tomás de Hijar, algunos de los académicos correspondientes a los departamentos antes mencionados y principalmente la maestra Alhelí Macías, el maestro Sergio Sandoval y la doctora Teresa Ruiz, quienes previo a la fecha organizan un taller para instruir cómo preparar un altar a la Virgen de Dolores, así dan a conocer los diferentes materiales que se requiere y cuál es su simbolismo como: Las aguas frescas, semillas y plantas de alpiste, cebada, chia, manzanilla, trigo, pino y lentejas, así como el papel picado, naranjas, flores, palomas y las tradicionales velas escamadas que con el paso del tiempo cada vez son más difíciles de conseguir ya que son pocos los artesanos que las siguen fabricando.
Los alumnos de los docentes antes mencionados forman una parte clave en la planificación del evento pues este año la propuesta del altar fue creación de ellos, ya que se presentaron diferentes maquetas y fue seleccionada una hecha por alumnas de diseño donde predominaba el Corazón de la Dolorosa, este elemento es primordial en el altar ya que significa los 7 dolores donde la Virgen sufre y padece la muerte y sepultura de Jesús, por lo anterior tiene siete dagas que lo atraviesan y simbolizan cada momento.
Como ofrenda acompañando este altar se ofrece un concierto de Dolores que ya es costumbre, pues desde hace nueve años se presenta y lo dirige el maestro Tomas Alemany Rosaleny y ahora desde hace cuatro que lo hospeda el Santuario Metropolitano, este evento ahora conjunta el altar y el concierto. La presentación de este año fue especial ya que la banda sinfónica la conformaban egresados de la academia de música de la UDG y ahora por primera vez se presentan formalmente como la Banda Sinfónica Fray Antonio Alcalde, igualmente con la dirección del maestro Alemany quien reside en Valencia España y estuvo presente en el concierto.
El evento rebasó las expectativas ya que el templo estuvo a tope con todos los lugares ocupados y se había colocado una pantalla, bocinas y sillas en el atrio del Santuario para que pudieran presenciar más personas la presentación musical al aire libre, al término del concierto continuó una procesión en conjunto con la banda y los asistentes que caminaron sobre el paseo alcalde hasta la catedral metropolitana.
Cada vez es más difícil la exhibición y preservación de las tradiciones ya que conlleva que las nuevas generaciones encuentren un punto de interés en ellas, como lo hace el grupo de académicos antes mencionados que integran a sus alumnos de diferentes carreras conformando un equipo multidisciplinario, y que al final muchos de ellos continúan con el interés y siguen involucrándose por su iniciativa cada año. Por ello es fundamental hacerlos parte de la práctica y la difusión para transmitirles la importancia de cada celebración conociendo su historia para concebirla como una festividad que vale la pena conservar.