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CRÓNICA: #8M La resistencia, color violeta en Guadalajara
Nunca había asistido a una marcha feminista. Es la primera vez que me pongo de acuerdo con mis amigas para salir a exigir nuestros derechos.
Es la primera vez que organizamos un protocolo de seguridad. Quedamos de vernos en un punto fijo en caso de perdernos, nos pasamos nuestra ubicación en tiempo real, portamos pañuelos por si nos llegarán a lanzar gas.
Estamos conscientes de que aún hay personas que buscan dañarnos, por ahí se escucha que habrá hombres encapuchados con la intención de lastimarnos con ácido. Sin embargo, eso no nos impide avanzar, gritar, brincar para demostrar que «no somos machos», seguimos gritando que América latina será toda feminista.
Estamos aquí para exigir justicia ante los violador es, para que no sean liberados «por falta de pruebas». Frente a la rectoría de la Universidad de Guadalajara, gritamos para que no sigan encubriendo a profesores acosadores.
Sin parar nuestra trayectoria rumbo a la glorieta de los desaparecidos (Niños Héroes) seguimos cantando y mostrando sororidad en nuestros cantos. Basta con que una sola chica comience con la primera estrofa para que esa canción se extienda por hasta dos cuadras.
A nuestras desaparecidas
Algunas madres portan las fotos de sus hijas, hermanas y amigas asesinadas, es inevitable que más de una persona se acerque a abrazarlas. Ninguna de nosotras queremos que nuestras amigas terminen siendo parte de una estadística. No somos números, exigimos que ya no haya 10 asesinadas al día en el país.
Durante toda la marcha sentí una calidez, estoy segura que todas y cada una la sentimos y no, no era el calor del día, nos convertimos en cómplices, una hermandad nació en ese momento entre chicas y grandes.
Sentí la confianza de gritar mi dolor, el estar cansada de tener miedo, sentí un abrazo grande por todas mis más de 35 mil hermanas ahí presentes.
Pero como era de esperarse, a algunos hombres buscaron provocarnos: nos insultaron, nos rodearon, pero les gritamos una y otra vez que ya no tenemos miedo.
Al final del día, logramos concluir nuestra lucha, llegamos al punto final de marcha, el monumento fue vestido de morado. Orgullosas gritamos » si se pudo», logramos concluir una marcha más, si, una de tantas y de las próximas que se vienen.
Algunos aún creen que una marcha no hace ninguna diferencia que no vamos a conseguir cambiar el ideal de alguien, eso es mentira.
Puedo decir que a mí y a muchas mujeres que fue nuestra primera vez nos cambió, incluso algunos hombres se han cuestionando su masculinidad, cada persona que se une a estas marchas, va aportando para un cambio, cada vez somos más, un día seremos todos. Sigue faltando mucho por cambiar, así tengamos que marchar diario, lo haremos.
No nos vamos a rendir, seguiremos con el legado que nos dejaron aquellas mujeres que fueron encerradas y quemadas vivas, seguiremos con su lucha, seguiremos gritando por las que ya no están y por las que están por venir.
La resistencia está en nosotras. Este es el siglo de las mujeres, esta es nuestra lucha y no vamos a parar nunca. Si, vamos a poder borrar las malas costumbres de generaciones antiguas, es correcto cuando dicen que se metieron con la generación equivocada.
Fotos: siker /Yareli Lara
Etiquetas: Periodismo La Perla México