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Santa Inocencia de Guadalajara, ¿una historia falsa?

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La Catedral de Guadalajara resguarda el cuerpo-relicario de una niña mártir, conservado durante siglos. Se trata de Santa Inocencia.

Un cuerpo-relicario se refiere a la representación del cuerpo sin vida, en tamaño natural, de un santo mártir, elaborado de cera y otros materiales que contienen la reliquia; es decir, los restos óseos del santo. En el caso de Santa Inocencia, sus manos y un recipiente de sangre de la infanta.

Por muchos años, en la cultura popular tapatía se ha divulgado la leyenda de que Santa Inocencia fue asesinada en México.

De acuerdo con este extendido relato, la niña ansiaba hacer su primera comunión junto a otras compañeras de escuela, no obstante tenía un impedimento… ¡su padre!, que no era creyente y al enterarse de su deseo, la reprendió a golpes.

Sin importar el maltrato, la pequeña acudió a escuchar el catecismo, impartido por un grupo de religiosas.

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Al tiempo, la presencia de la menor se hizo evidente y se le integró al grupo de niños, hasta el día que recibió el sacramento de la Comunión. Estaba tan feliz, que sin importar la prohibición que le había hecho su padre, corrió a casa a darle la buena nueva. La ira del hombre ante la desobediencia de su hija fue tan grande que le clavó en el pecho un cuchillo.

El remordimiento — o la cobardía — hizo que el padre huyera, abandonando a su hija.

Al ser encontrada, a la pequeña se le llevó a la Catedral de Guadalajara, donde acababa de recibir la comunión y en donde ha permanecido hasta entonces.

Pero de dónde salió esta historia

Pero esperen, ésta ¡NO! es la verdadera historia del venerado cuerpo-relicario que en el año 2016 fue noticia internacional, luego de que saliera a la luz un video que se grabó en el año 2012 por un turista que en el momento exacto registró supuestamente a la Santa Mártir abriendo los ojos.

Al parecer, la imaginación popular se echó a volar a partir de la indumentaria que porta la imagen, similar a la que usan las niñas el día en que celebran su primera Comunión, según la tradición católica.

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Lo cierto, es que las reliquias de esta Santa fueron extraídas de Roma.

«Se trata de los restos mortales de una persona que se extrajeron del cementerio del Campo Verano en la Vía Tiburtina de Roma en 1786 en una sección del mismo que se llama Catacumbas de Santa Ciriaca», explica el Padre Tomás De Híjar.

La reliquia la adquirió el Presbítero, Manuel Antonio Flores Alatorre, quien la envío a México donde la recibió su hermano Don Vicente Flores Alatorre, canónigo de la Catedral de Guadalajara.

«Se extrajeron de ese lugar restos humanos que en Calidad de reliquias firmó un protonotario apostólico de la santa sede en ese tiempo, para que arribaran a la ciudad de Guadalajara» , menciona el Padre Tomás De Híjar.

Fray Antonio Alcalde certificó su autenticidad 

El 8 de mayo de 1788, a Santa Inocencia se le recibió en la ciudad de Guadalajara por Fray Antonio Alcalde, quien certificó su autenticidad.

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«Con la formalidad del tiempo recibió el obispo de Guadalajara de entonces, Fray Antonio Alcalde y a través de su autoridad como fedatario público hizo constar la autenticidad del documento que certificaba el valor de esas reliquias», relata el Padre Tomás De Híjar. 

Meses más tarde el Canónigo Flores Alatorre regaló la reliquia al convento de las religiosas de agustinas de Santa Mónica. Luego de que el convento quedara abandonado, a la reliquia se le colocó en el templo de Santa Mónica y luego, en un edificio contiguo de San Sebastián de Analco.

Llegó a la Catedral 

Finalmente, en los años de 1924 a 1925, el Arzobispo Francisco Orozco y Jiménez , dispuso que Santa Inocencia pasara a la Catedral, donde se encuentra hasta el día de hoy.

«Santa Inocencia en Guadalajara ha legitimado con el paso del tiempo un lugar y un cariño entre los devotos, pero también sin duda… sorpresa… de manera que esta historia tiene mucho que decir: ¿Quién recreó?, ¿Quién inventó la historia de Santa Inocencia?…. no podríamos precisar», dice el Padre Tomás De Híjar.

Se dice que Santa Inocencia concede milagros a quienes la miman, que le crecen el cabello y las uñas… incluso que se mueve dentro de su vitrina. Lo que sí están claras, son la devoción y el aura de misterio y fe que la rodean.

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«Los milagros son muchos, lo que pasa es que no se lleva, un registro que digamos… Pero la gente viene y dice que son bastantes los milagros que han recibido», asegura Roberto Rosalío Rico, restaurador Catedral de Guadalajara.

¡Una historia digna de contarse!

 

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