Ciudad Erótica

Pool para dos

Publicada

Por Carmen Larracilla

Los juegos de mesa me gustaban mucho desde pequeña. En ese entonces disfrutaba de un montón de actividades en las que compartía conocimientos con los otros, pero nunca pensé que habría juegos “de mesa” que pudieran resultar tan eróticos.

Desde la preparatoria no visitaba un billar. En esa época era buena jugando con mis compañeros de clase, pero dejé la actividad porque mis ocupaciones cambiaron una vez que dejé esa etapa escolar. Él y yo no éramos pareja, pero disfrutábamos mucho de estar juntos y de vez en cuando coquetearnos por redes sociales y mensajes subidos de tono a la media noche.

La vez que me invitó a conocer su nuevo departamento, asistí sin pensarlo, pero no me imaginé que dentro, como parte del mobiliario, una flamante mesa de billar nos esperaba para recordar viejos tiempos. Tomamos unas copas de más, mientras escuchábamos música de aquella que también nos gustaba cuando éramos preparatorianos. Preparamos algo de comer y disfrutamos uno del otro como desde hace mucho no lo hacíamos. Cuando el alcohol ya había surtido efecto, me levanté decidida a acomodar las bolas sobre la mesa, tomar el mejor taco y ponerle tiza. A él pareció extrañarle mi valentía, pensaba que no estaba interesada en quedarme más tiempo, cuando ya le había rechazado sus insinuaciones previas.

Inicia el juego

Se acercó a mí divertido y me invitó a hacer el “saque”. Accedí gustosa y dispuesta a ponerle la muestra de los supuestos dotes que había adquirido en los años de juventud, cuando no me preocupaba nada más que pensar en nuevos planes para divertirme después de las clases. Al primer tiro metí dos grandes, y en la tercera fallé. Él se dispuso a ganarme en un dos por tres, dando muestra de su “valía de género” que a mí me importaba tres pesos. Gané el primer juego y él no estaba dispuesto a perder, así que comenzó a jugar sucio.

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Para el tercer juego y dado que seguíamos bebiendo sin misericordia, el calor comenzó a hacer su efecto. Él se quedó en la playera interior y yo me deshice de una chamarra ligera que llevaba sobre una blusa para que no se notara mi pronunciado escote. Con cada inclinación mostraba un poco más, y aunque al principio me daba cuenta, después quise regresarle el juego para intimidarlo. Se notaba nervioso y efectivamente perdió un juego más.

Sin más, en la siguiente partida se colocó primero al lado mío para enseñarme algunas técnicas que al parecer hasta ahora no le habían funcionado. Noté su miembro erecto en mis nalgas unos minutos después. Aunque al principio lo rechacé, la sensación que me produjo su aliento agitado en mi cuello, me aflojó las piernas. Me giré para besarlo y tras toquetearnos por todas partes me tomó de la cintura para sentarme sobre la mesa. Levantó mi falda y de tajo bajó mis ya húmedas pantaletas.

Siguiente el partida

Correspondí abriéndole la bragueta y sacando su pene para acercarla a mi vagina, pero se negó con un gesto y una sonrisa juguetona. Bajó hasta mi entrepierna y jugó con su lengua en mi vulva que se había convertido en un río. Jugó con mi clítoris durante un rato, mientras abría mis piernas cada vez más. Suplicaba que no se detuviera, pero lo hizo cuando estaba a punto de venirme.

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Todo tuvo sentido cuando me recostó sobre la mesa de billar, hizo a un lado las bolas y tras quitarme la falda comenzó a penetrarme. No tardé mucho en mojar el tapiz una y otra vez mientras la excitación parecía no tener fin. Lo que siguió a esa serie de orgasmos fue el taco que limpió y luego humedeció por la parte de atrás con su saliva. Comenzó a jugar con él entre mi vulva ardiendo. La sensación no era la misma que la de su pene, pero fue muy excitante aunque obviamente no me penetró con ese objeto. Después volvió a introducir su miembro que para entonces estaba preparado de nuevo y volvimos a la gloria de un orgasmo compartido.

Aquella era la primera vez después de mucho tiempo que experimentaba algo tan excitante, que se dio de pronto, sin planearlo. El juego era sólo el principio y el pretexto. Recordar aquellas tardes de billar y revivirlas de esta manera nos hizo ganadores a los dos. Una tarde de estas jugaremos por el desempate.

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