Ciudad Erótica

¿Sexo en vivo?

Publicada

Ciudad Erótica…

— Va a haber sexo en vivo—, me dijo P—.

— ¿Sexo en vivo?, ¿de verdad?—, contesté casi con la boca abierta—.

​La propuesta de P era muy sencilla: una fiesta de disfraces de Halloween con todo el glam y la cachondería posible, que mezclara todo tipo de gente, en una locación que rompiera estereotipos. El lugar seleccionado era el bar gay V, en Guadalajara, exclusivo para hombres –por exclusivo me refiero a que las mujeres tenemos prohibida la entrada- y que por una única ocasión abriría para todo el mundo. El concepto sugerido por los organizadores hacía pensar en un festejo de primer mundo, qué maravilla tener esto en la Ciudad.

​Imaginen pues, estimados lectores, el pulso generado a partir de la idea de participar en una fiesta donde un acto sexual en vivo es sólo uno de los muchos factores a considerar para una noche.

Advertisement

​Está de más decir que no soy una santurrona. Muy al contrario, soy recia defensora de las libertades personales. Era el morbo el que me daba retumbos cerebrales.

Foto: Pinterest.

Comencé a pensar en el recato con el que mi santa madre y mis abuelas se habían referido siempre al sexo y el ahínco puesto en mi educación para hacerme una señorita de las de antes. Qué dolores de cabeza les he dado a mis padres, les salí muy moderna.

​Pasamos por la locación descrita días antes del evento. Había que poner en marcha la producción y conocer el lugar para irse poniendo en modo sexy. P y yo habíamos acordado que yo haría lo mío como DJ después de las 12 de la noche.

​O, el dueño del lugar, nos dio un recorrido rápido por el sitio. Un pasillo largo nos hacía pasar al lado de unas mesas de billar.

​— Aquí estaría bueno que se revolcaran los strippers —comentó P—.

​El acto que P imaginaba era heterosexual al inicio, pero se había asegurado que todos los que participaran en el performance fueran bisexuales. Un poco de sexo heterosexual, al rato lésbico, después homosexual, un universo de posibilidades para un entorno diverso.

Advertisement

​Más adelante vimos la pista de baile, y el tapanco de metal donde usualmente bailan los strippers. O nos hizo subir por las escaleras y nos mostró el mítico cuarto oscuro. Yo había escuchado algunos relatos sobre este lugar en pláticas casuales con amigos gays. Todos decían cosas que son difíciles de entender si no conoces un lugar así. Manos, cuerpos y miembros erectos por todos lados, sueltos, libres, tocándose unos con otros, sin saber qué es de quién.

​El cuarto oscuro tenía lo necesario para llevar su nombre con dignidad, glory holes (agujeros gloriosos), columpios sexuales y áreas de oscuridad total. Estos lugares son una especie de Santo

Grial en los bares gays y en los clubes swinger y se suelen usar para cumplir fantasías de sexo colectivo y anónimo.

​El día de la fiesta llegué con altas expectativas. Mi amigo M me había acompañado de última hora. Estaba aburrido en su casa y consiguió algunos accesorios para armar su disfraz, así que llegué presentándolo a todos mis conocidos:

​— Él es mi amigo M, y es buga —se los encargo—.

Advertisement

Foto: Desire Cruise.

​Esa noche esperaba ver al menos algo de cochinero; tenía mi antifaz de plumas de pavorreal y lentejuela que me daba valor y me hacía sentir un poco anónima. Vi disfraces travestis espectaculares conviviendo con otros hechos de máscaras de cerdo y camisetas sin manga representando al “cerdo machista” más tradicional. Más plumas, más lentejuelas, máscaras, cuero, metal, cadenas, espejos, transparencias. Mujeres y hombres semi-desnudos que se movían con gracia por todo el lugar, subiendo y bajando las escaleras con plataformas infinitas y maquillajes imposibles. Mujeres que eran hombres y hombres que eran mujeres.

​Todo eso vi, pero lo vi de lejos. El tapanco donde estaba haciendo mis malabares de DJ estaba a metros de altura, alejado de la multitud. Ahí estábamos mi música y yo, solas en las alturas, con mi estorboso antifaz de plumas y lentejuelas y mi curiosidad toda rota, como rodilla de jugador de fútbol.

​Mi premio de consolación vino del tapanco que me dejó aislada. Ahí, en ese mismo lugar, a unos centímetros de distancia, toda la noche bailaron los strippers con sus enormes erecciones al aire, incluso se percibía un leve olor a semen, lo juro.

​M decidió coquetear abiertamente con una pareja de chicas.

​— No sabes qué buenas y hermosas estaban —me dijo—.

​También me dijo que le habían dado las gracias por sus insinuaciones heteros y que después lo habían ignorado de la manera más grosera para proseguir con sus exploraciones linguales.

Advertisement

​M y yo regresamos igual que como llegamos: solos, pero acompañados y lamentando nuestra desgracia.

​Antes de irnos nos encontramos a P y me dijo:

​— ¿Te conté qué se rajaron los del sexo en vivo?, ¿puedes creerlo?…—.

 

*Ilustración de Lorena Machuca. @deermargot

Advertisement

 

 

Ciudad E      Relato Erótico      Titánica     Sexo

 

Advertisement

Leave a Reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

LO MÁS VISTO

Salir de la versión móvil