Ciudad Erótica

‘I started a joke’. Sueños mojados y superhéroes

Publicada

Sueños mojados y superhéroes…

Se llama Santiago. Pero él dice que es Santi. Le encantan los comics y las películas de acción de Marvel. Superhéroes con los que sueña. Su favorito en las noches de insomnio es Thor. Al actor australiano Chris Hemsworth, que lo interpreta en esas cintas, le ha dedicado varias chaquetas. Sin parar. Se siente orgulloso, a sus dieciocho años, de aventarse tres jaladas seguidas.

En su minúsculo cuarto donde vive con su madre, afanadora de oficinas por lo que nunca está en las noches, no reprime sus gemidos y estira y dobla sus piernas delgadas; abre y cierra los dedos de sus pies morenos con gran placer y dice, bajito, “Thor”, “Thor”, mientras se llena el abdomen de incontables chorros de su tibio semen. Hasta quedarse dormido.

Foto: Pinterest.

Hincha del Atlas

De ahí en fuera, en la colonia Rancho Nuevo, nadie se atreve a preguntarle nada personal: él es callado, pero ante cualquier amenaza aprendió a pelear. Y “puerco”. A los madrazos, nadie le gana. “El Santi es de cuidado”. “Está cabrón el morro: si lo ves feo te parte tu madre”, dicen los otros chavos de la Barra 51 a la que pertenece como buen atlista.

Santi es el prototipo de chacal: moreno, musculoso, de cuerpo bajito, pero muy marcado, voz grave y malhablado hasta para decir “gracias”.

Trabaja de repartidor de Agua Ciel. Pero es una apariencia. El Santi sueña con, un día, escapar de ese mundo en los brazos de un hombretón: un héroe que lo salve y lo lleve a una tierra donde pueda caminar de la mano, besar o fajar, si se le antoja, en público, a otro vato. Y casarse y tener un par de hijos a quienes llevar a ver a sus amados zorros rojinegros.

Advertisement

Un ciber barato

Cuando quiere ver una película de las que le gustan, va al centro de la Ciudad los sábados en la tarde y se mete a un sórdido cibercafé de un cuate que no le cobra.

Entra a un cubículo, mugroso y en penumbras, y abre en la vieja computadora HP una página llamada “Series Pepito”. Empieza a ver «Suicide Squad”: una película con los malos de las películas de Batman o Superman.

Está emocionado por los guantazos que se dan en la cinta. Y sale El Guasón y su novia Harley Quinn. Las dos horas de la cinta se le pasan volando y, cuando está acabando sale una canción sutil, hermosa, en los créditos.

No sabe que es un cóver de “I Started a Joke”, cantado para la cinta por Becky Hanson. Le gusta cómo la canción es triste y seductora a la vez. Aunque él no sabe lo que significan esas palabras. Se siente con la piel de gallina. Y un poco excitado.

ConfidentialMX – I Started A Joke feat. Becky Hanson by Atlantic Records

Advertisement

Curiosidades

Cuando termina de escucharla, Santi se asombra que en el cubículo de al lado se oye, de nuevo, la canción. Su sorpresa es mayor cuando clarito oye cómo una voz masculina la está cantando también. En un buen inglés.

La curiosidad lo hace moverse despacio y asomarse, con cuidado, al otro lado. Un hombre de unos cuarenta años está viendo un video con la misma canción.

El muchacho ve que viste un traje ráido y una corbata manchada. No se imagina que un hombre mayor le guste la música de esa película que acaba de ver.

Mientras piensa eso, el hombre lo voltea a ver. Santi, por primera vez, se asusta y se agacha en su cubículo. Siente vergüenza de que lo haya visto espiándolo. La canción suena de nuevo y, por alguna razón, Santi siente que es una invitación a asomarse de nuevo.

Cuando lo hace, descubre que el hombre tiene los pantalones abajo y se está tocando, despacio, un miembro ancho, enorme y moreno. El Santi siente, de inmediato, que su propio pene despierta: nunca había visto a otro varón tocarse y le parece tan fascinante como la atmósfera que crea la canción.

Advertisement

—¿Por qué no vienes a escuchar la canción conmigo—, dice el hombre sin voltear a verlo, pero adivinado que el Santi lo espía.

Masturbados

El hincha del Atlas se siente ofendido. “Ningún puto me va a querer ver la cara”, piensa y se agacha de nuevo.

Está a punto de agarrar su mochila e irse, no sin antes denunciarlo a su cuate que, lejos en la entrada de esa sucia bodega con cubículos con viejas computadoras, está platicando con otros cuates. También piensa en entrar a darle sus madrazos al rey ese que se la está jalando.

Pero algo lo detiene: el suspiro fuerte que el hombre suelta sobre la canción. Sabe que está disfrutando masturbarse y que él, Santi, muere por verlo. Tocarlo. Olerle el líquido que sale antes de lo bueno.

Sale de su espacio y entra, rápido, para que no lo vean, al pequeño espacio. Suena por tercera vez la canción y el hombre ya está de pie: es más alto que el Santi y moreno también, con bigote y canas en todo su pelo, su mano no se deja de acariciar el pene, mientras, con la otra, le da una rasposa caricia a la cara del chamaco excitado.

Advertisement

No es su Thor soñado. Al contrario, pero ese gesto, le abre todo un mundo soñado: el estar con otro hombre, en un momento íntimo.

Santi suelta la mochila y le agarra el pene al desconocido, mientras le dice, bajito:

—Yo no soy puto—.

—Yo tampoco, chavo—, mientras el hombre empieza a desabrochar el viejo Levi´s de Santi.

El hombre se echa saliva en los dedos y le mete mano y toca los hinchados testículos de Santi con su humedad. Los dos intercambian una masturbación lenta al sonido de la etérea canción. A punto de venirse, el hombre le pide a Santi que pare. El muchacho no quiere. No puede. Él también está a punto de explotar.

Advertisement

—Vamos a un motel, aquí en La Paz—.

Santi no se atreve a decir que no. Se suben los pantalones y le dice el muchacho:

—Yo salgo primero, te veo en la parada—.

Santi camina apresurado a la salida y le grita a su cuate:

—Adios, cabrón. El amigo ni se inmuta.

Advertisement

En la esquina espera al hombre. No puede esconder su pene exaltado de emoción.

Foto: Pinterest.

Como en los comics

Dos horas y media después, en el pequeño cuarto de motel, desnudos en la cama, Santiago se arrulla viendo sus piernas entrelazadas a las del hombre moreno. Su cuerpo es más parecido a un Hulk: ancho y algo gordo.

No es como en los cómics, donde todos son blancos y bien peinados. Pero en esas historietas, los hombres no se besan ni se succionan partes que Santi ni sabia que tenía.

Los superhérores no sienten entrar, en sus nalgas, una lanza gruesa que duele y luego gusta. Gusta mucho. No paró de tener orgasmo tras orgasmo mientras el hombre moreno le decía: “Muchacho, eres insaciable” y le canturreaba “I Started a Joke”. Le traduce que la canción es sobre una broma. Como las del Guasón.

Encuentros

Han pasado muchos sábados y, a las 4 de la tarde, un ringtone de su celular le avisa que es hora de prepararse para jugar a ganarle al hombre moreno en quién de los dos tarda más en tener uno y otro orgasmo: de todas las formas posibles que permita el cuerpo de dos machos en brama.

Advertisement

Su propia historia de aventuras en un cuarto de motel: nada mal para el Santi, que por tres horas, se deja ser como La Viuda Negra o la misma novia del Guasón.

‘I started a joke’. Sueños mojados y superhéroes…

 

 

Ciudad Erótica    Juan S. Álvarez

Advertisement

Leave a Reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

LO MÁS VISTO

Salir de la versión móvil