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Un acercamiento a la autobiografía con Julián Herbert  

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Hablar sobre una(o) misma(o) es peligroso. Escribir al respecto es todavía más traicionero.

Darle sentido a una narrativa autobiográfica parece ser un proceso con el cual nos enfrentamos todos los días de nuestra vida, pero no siempre existe una motivación por compartirlo. Quizá el volver consciente ese proceso es lo que nos permite hacer el salto a la literatura. Sobre ello se ocupó Julián Herbert en la charla “Un Breve Acercamiento a la Autobiografía”, organizada por la Dirección de Literatura y Fomento a la Lectura de la UNAM, que tuvo lugar el lunes 28 de noviembre en el marco de la FIL.

“La autobiografía puede ser una especie de quebrantamiento, y no necesariamente un proceso terapéutico”, dice el autor de “Ahora Imagino Cosas”. Mediante un par de anécdotas personales y prestadas, Herbert exploró los rincones a los que debemos asomarnos cuando queremos narrar a partir de las experiencias vividas, y los modos en que esa narración se alimenta de las transformaciones que experimentamos como personas sujetas a un contexto que cambia cada segundo. La propia experiencia de vivir es un relato y se debe entender cómo funciona ese proceso para poder dotarlo de sentido. Según compartió el también músico, ese proceso es intransferible y es por ello que cada historia personal tiene su valía, aún cuando existen muchas experiencias humanas compartidas o similares.

“Mi experiencia autobiográfica existe en mí como discurso”, por lo que desentrañar esa experiencia no sólo permite analizar el discurso personal, sino también reflexionar al respecto de las creencias, pasiones y repulsiones que se tienen frente a los hechos de la vida. Y si bien adelantó que hacer literatura no es necesariamente terapéutico, sí estuvo de acuerdo en que la terapia es una forma de narrativa, en contraposición. “Es una manera de hacer retórica” y, como tal, de seguir tejiendo los hilos que conforman la historia personal.

  Pero esa mirada sobre las propias vivencias también debe estar aderezada de sentido del humor para que funcione del todo. Mediante el ejemplo de la película Betty Blue (cinta francesa dirigida por Jean-Jacques Beineix en 1986), Herbert señaló que aún los acontecimientos más trágicos están acompañados de un cierto humor que es indisociable de nuestra experiencia como seres humanos. “La autobiografía necesita un grado de ironía y de pérdida de respeto”.

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 Como también de la consciencia sobre el propio cuerpo físico. Al señalar que “el cuerpo es parte de la retórica”, contó la experiencia de escribir la primera parte de “Ahora Imagino Cosas” (publicado por Random House en 2019) mientras dejaba atrás un episodio de alcoholismo, para después escribir la segunda con cuarenta kilos menos y con el recuerdo más distante de esa desintoxicación.

A la pregunta que le hizo este medio sobre el papel que ocupa la ficción dentro de la perspectiva autobiográfica, y sobre si existe tal cosa como una “verdad ficcionada”, el escritor respondió que la ficción sin duda es parte del proceso. Que no es posible separarlos del todo porque también con las herramientas de la ficción se pueden contar o reforzar argumentos que están totalmente fincados en la verdad. Pero que quizá ese aspecto en particular puede acarrear ciertos problemas, especialmente si se escribe sobre personas que pueden acercase a desmentir ciertos retratos suyos o de experiencias comunes. Al respecto, cerró diciendo que “la literatura no es para gente que tiene miedo”.  

Revisitemos: hablar sobre una(o) misma(o) es alentador. Escribir al respecto es todavía más gratificante.

 

 

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