Cultura

‘Lebensborn’ el programa nazi para crear bebés de raza pura

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‘Lebensborn’…

La historia la escriben los vencedores. A los derrotados siempre se les verá como el diablo encarnado en la tierra. Muchas historias se han escrito sobre las atrocidades de los Nazis durante la Segunda Guerra Mundial, que aún hoy hacen eco como un genocidio que ha sido retomado múltiples ocasiones en películas, libros, charlas, y hasta por fanáticos extremistas que quieren mantener vivos los ideales de aquellos tiempos.

Aunque tal parece que las atrocidades que se viven hoy en día no tienen el impacto, que en cambio el pasado, sí tiene. A final de cuentas somos seres devoradores de historia, nos encanta echar un vistazo atrás y decir dos cosas: que estamos peor o que al menos mejoramos en algo.

Tercer Reich

Por eso se mantiene tan vivo y le tememos a que se repita una época como la que desató Adolf Hitler en el Tercer Reich. Y cuando uno piensa que lo ha leído, que lo sabe todo, que duda de si realmente fue así de cruel o se encuentra con nuevas películas que abordan esos bélicos tiempos, que te nace emoción, tristeza; cuando pensaba que ya había pasado todas esas etapas (incluida la de que todo es un invento gringo), llegó a mis manos una novela de nombre: Max.

Escrita por Sarah Cohen-Scali, presenta un pasaje del que poco se ha dicho, escrito o filmado. Se centra en el proyecto denominado “Lebensborn”, un programa eugenésico nazi encargado de crear bebés de raza pura. Se llamaba a mujeres a superar pruebas duras impuestas por Heinrich Himmler, aquellas que demostraban ser de una raza superior agendaban un encuentro sexual con un oficial de la SS para procrear bebés perfectos, puros y que se encargarían de repoblar los territorios “conquistados” por el Reich. ¿Suena como una trama interesante, no? Pues eso no es lo mejor. No.

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Niños que formaban parte del programa ‘Lebensborn’. Foto: Archivo.

La raza aria

“Debí haber nacido ayer pero no quise. La fecha no me convenía. Así que me quedo sin mover. Inmóvil. Fijo. ¡Oh! A mi madre le duele, claro, pero es una mujer valiente y soporta este dolor sin quejarse. De hecho, estoy seguro de que ella aprueba mi elección. Mi deseo, el primer deseo de mi futura vida, es nacer el 20 de abril, porque es la fecha del cumpleaños de nuestro Führer. Si nazco el 20 de abril, me bendecirán los dioses germánicos y seré considerado el primer bebé de la raza suprema. La raza aria. La que de ahora en adelante reinará sobre el mundo entero”.

Así es, la trama está narrada desde la perspectiva del pequeño que se encuentra en el vientre de su madre, listo para ver la luz y mostrar su orgullo nazista. Lo curioso es que el pequeño Max es todo un fiel seguidor y amante de Hitler y los oficiales de alto rango de la SS. Conoceremos como los idolatra y los ve como un modelo a seguir.

Es ver uno de lo episodios más desgarradores y crueles de la historia desde los ojos de un niño, desde una mente infantil que es educada para ver los actos de un genocidio como algo normal, como una simple competencia en la que el más fuerte es el que va a reinar. Max no da pie al remordimiento, parece rayar en la crueldad, pero no lo percibe uno así cuando está pasando las páginas, te identificas con el pequeño que va creciendo y en lugar de comprender con una mente más limpia y brillante lo que lo rodea, opta por seguir los pasos de los suyos, sin remordimientos, sin redención.

Rabia y coraje

Foto: Archivo.

Esta novela de ficción, se basa sin embargo, en hechos reales, pues este programa de naturalización de la raza, vio nacer a cerca de 20 mil niños, todos educados dentro del nacionalsocialismo y a quienes se les enseñó a que eran una raza superior y que por lo tanto estaba bien hacer menos a los demás, a quienes no se vieran físicamente como ellos, a quienes no pensaran como ellos.

Max es una novela desgarradora, que te lleva a vivir momentos de profunda tristeza, pero también de rabia y coraje de seguir pasando las páginas y ver que Max no se moverá de sus ideales. La trama tiene giros intensos, por un lado está su infancia robada, en la que es utilizado como un caballito de batalla; a los cuatro años salía a las calles a convencer a niños polacos y judíos (que tenían buen aspecto y la piel blanca con cabello rubio) a ir junto con él, sí, a sus cuatro años los secuestraba para que fueran reeducados en el centro de donde salió.

Las cosas se complican cuando conoce a Lukas, un judío que está en proceso de “rehabilitación”, pues quieren convertirlo en un perfecto ejemplar ario. Max (rebautizado por el Führer como Konrad) lo ve como un hermano mayor y se harán inseparables. Lo interesante es que ninguno de los dos cambia su perspectiva y forma de ver la vida, uno se siente víctima y parte de un genocidio despiadado, mientras que el otro nunca se dejará de considerar de raza superior y poseedor de la verdad a través del nacionalsocialismo, ¿terco? Más bien firme aunque se juegue la vida en ello.

Primera persona

Tal vez no sea lo mejor que se ha escrito en cuanto a la Segunda Guerra Mundial, pero ese es el encanto de este libro. No se toma tan enserio la parte histórica, aunque no por ella deja de ser preciso, más bien se centra en los sentimientos y desarrollo de los personajes.

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No se puede comparar con nada, tal vez con “El niño con el pijama de rayas”, aunque aquel libro es un poco más digerible, acá las relaciones entre los niños, maestros, enfermeras y sus propias madres son crudas y difíciles de entender y digerir. Te quedas pasmado. Y es sumamente importante que esté narrado en primera persona. Entender sus preocupaciones y hasta cierto punto comprender y entender la otra parte, la parte de los perdedores.

‘Lebensborn’ el programa nazi para crear bebés de raza pura. Foto: Archivo. 

¡Rubios!

“¡Me siento tan preocupado! Aunque no tenga motivos para dudarlo, temo que mis ricitos de bebé, y más adelante mi cabello, no se vean bastante rubios. ¡Tienen que ser rubios! Un rubio platino. Lo más claro posible, ni el menor matiz de castaño que pueda dañarlos. Mis ojos tienen que ser azules. Un azul transparente, como agua pura que uno podría contemplar sin tener la impresión de sumergirse en ella. Quiero ser grande y fuerte…”. Y es que los recién nacidos también eran sometidos a pruebas, si no las pasaban, eran desaparecidos.

Un tema que nos hace mirar al pasado, pero también reflexionar del presente, que es lo que le enseñamos a nuestros niños y que tan fuertes son los ideales para arraigarse en ellos, tener un sentido de comprensión sobre lo que pasa y sentirse más que el de al lado por el simple color de piel. Todo esto sigue presente, aunque no lo queramos ver. Por eso siempre es importante ver el pasado y juzgar si estamos igual o peor… ya nos juzgarán si mejor.

 

 

Laberinto      Literatura      Óscar Beltrán

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