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Insomnios, madrugadas y amaneceres

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«Mis insomnios están poblados de diálogos imaginarios, lecturas, invenciones, presencia, poesía. Pero también, lógicamente, de sonidos intraducibles».

Alberto Ruy Sánchez
Elogio del Insomnio

Hay pocas razones para estar despiertos y conscientes en el alba: O te has metido una fiesta de miedo o a sueles comenzar a trabajar a esa hora; también puede ser que te haya pegado un insomnio monumental, para cuyo caso, el amanecer podría venir acompañado de una insufrible vigilia y de una madrugada de desazón.

Los noctámbulos de cepa, aquellos que no requieren de un estímulo social para pasar las noches en vela, van al encuentro de la noche con el estigma del aislamiento y la observancia del yo, a menos que Netflix, Spotify y anexas se crucen en el camino y arruinen el momento interior.

«Morning Stars» / Hamilton Leithauser + Rostam

Dice Alberto Ruy Sánchez, en Elogio del Insomnio, que la noche nunca es tan solo ausencia de luz sino compuerta que se abre piel adentro hacia la inmensa carnavalidad que todos somos. Nunca mejor dicho.

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El momento en que todos duermen y tú te mantienes despierto es, a veces, cuna de epifanías, de conexiones trascendentales, de observación inaudita de lo que nos pasa, pero también de lo que nos rodea. Para mayor de deleite, pueda quizá ser ruta de los amantes, pertenencia de la pasión.

«Padre Nuestro» / Los Fabulosos Cadillacs

Si se ha perdido el miedo a ser asaltado o violentado, la penumbra tardía y la aurora pueden ser, además, un bacanal de descubrimientos. Durante un viaje a Buenos Aires, nuestros anfitriones insistieron en un recorrido nocturno que culminó al despuntar el día.

Nos resistíamos al principio, e incluso el grupo se fue llenando de desertores conforme avanzaba la noche, para quedar solamente dos personas acompañando a los entusiastas porteños.

Encontramos un catálogo despampanante de personajes nocturnos, desde el anciano cantor de tango hasta el homosexual intenso de la alborada. La memoria, y no el olvido, agradece hoy día esa jornada, convertida en referencia en este texto.

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«Because The Night» / Patti Smith

En uno de sus primeros trabajos, la crónica Nueva York, Ciudad de Cosas Inadvertidas, el periodista Gay Talese disecciona infinidad de detalles que el neoyorquino comúnmente no aprecia de su Gran Manzana, obviamente, la mayoría sucedía durante la noche y los primeros rayos del sol, constituyéndose en un amplio reino de lo desconocido.

«A las 5 de la mañana Manhattan es una ciudad de trompetistas cansados y cantineros que regresan a casa. Las palomas se apropian de Park Avenue y se pavonean sin rivales en medio de la calle. Ésta es la hora más serena de Manhattan. Casi todos los personajes nocturnos se han perdido de vista, pero los diurnos no aparecen aún. Los camioneros y taxistas ya están despabilados, pero no perturban el ambiente», dice Talese con agraciada descripción.

«Amaneceres» / Los Músicos de José

El escritor se da vuelo con una minuciosa y clasificada descripción del ambiente de los gatos de la urbe, esquivos y amenazantes, útiles para exterminar la epidemia de ratas de los muelles, amos de los tambos de basura y amantes de las sobras de los buenos restaurantes.

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Fin y principio a la vez, el amanecer es ese tiempo indeterminado al que se llega, inevitablemente, después de horas de insomnio, o tal vez si no se es tan osado, después de un sueño reparador que comience a las 8 de la noche, haciendo honor a los gallinas.

«Amanece» / Herencia de Timbiquí

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