Entretenimiento

Batman, los primeros ochenta años

Publicada

Batman, los primeros ochenta años

En 1993, un hombre camina por La Peer Drive en Los Ángeles, California. La noche parece perfecta para dejar el automóvil y andar hasta su casa, que no queda muy lejos. El viento nocturno parece ser lo único capaz de levantarle el ánimo, pues hace tiempo que ese hombre se siente miserable. Unos meses atrás, lo nominaron a los premios Emmy por escribir guiones para una serie de televisión animada, por lo que decidió invitar a una chica a la ceremonia. Pero cuando ella se enteró de que la categoría en que lo nominaron no se transmitía por televisión, prefirió dejarlo plantado.

Aunque él terminó recibiendo el galardón, aquella misma noche entró a su bañera y se infligió heridas menores en las muñecas, utilizando el borde más afilado de la estatuilla. Al solitario caminante le costó mucho aceptar esa decepción amorosa. Sin embargo, ya pasó un tiempo y esta noche está de buen humor. Lo suficiente como para decidir caminar por la acera con paso lento, casi contemplativo. Pero ese andar pausado le impide notar a las dos figuras que salen de un callejón, al cabo de un par de manzanas. Para cuando las nota, ya es demasiado tarde.

Tras sujetarlo por la espalda con fuerza, dos hombres encapuchados inspeccionan velozmente sus bolsillos y toman sus pertenencias. Tiran de su mano izquierda hasta forzar un reloj que cae al suelo. Después de asaltarlo, uno de los ladrones le golpea fuertemente la mejilla, fracturándole el arco cigomático y causándole un intenso dolor que le nubla la vista. Antes de quedar inconsciente, lo dejan caer al suelo y lo patean repetidamente sobre la cabeza y el estómago. La sangre brota de su boca y sus dedos se contraen, como rogando clemencia.

Su nombre es Paul Dini y se trata de uno de los creadores de la exitosa serie de televisión Batman: the animated series. Los guiones que Dini escribe para la serie han contribuido a redefinir al personaje del murciélago, dotándolo de un perfil psicológico maduro y situándolo en una Gotham City violenta y sometida a la corrupción; en una Gotham realista. No obstante, y a pesar de esas condiciones adversas, Batman siempre salva el día antes de los créditos finales. Batman siempre defiende al desvalido.

Advertisement

Foto: Getty Images.

Pero no esta noche. Hoy el caballero oscuro no se ve por ningún lado.

Sueños noventeros

En Dark Night: A True Batman Story, Paul Dini nos relata el brutal ataque que sufrió en aquella noche de 1993, sirviéndose del cómic –o la novela gráfica, como prefieren decirle quienes se sienten culpables por leer historias con formato de viñetas– para exorcizar los fantasmas del que fuese su annus horribilis. Con arte de Eduardo Risso y publicada bajo el sello “Vértigo” (que reúne historias de DC Comics para un público adulto), uno de los mejores guionistas de Batman comparte una dolorosa experiencia personal que por poco lo aleja para siempre de los superhéroes y del personaje al que le había dedicado incontables páginas. Y es que el vigilante de Gotham y la carrera de Dini son imposibles de desasociar; el escritor es el creador de nada menos que Harley Quinn, quien tuvo su origen en la serie de televisión por la que ganó el premio Emmy (en el episodio “El Favor del Joker”).

Su nombre, junto con el de Alan Burnett, está para siempre vinculado a la infancia de muchos de nosotros, quienes experimentábamos una emoción indescriptible cuando esa célebre intro con música de Shirley Walker irrumpía en las pantallas de la televisión pública mexicana. Aquella serie cuyo doblaje al español es el responsable de que las voces de Batman y el Joker (el eterno Guasón) tengan para siempre los tonos y expresiones de Framk Maneiro y Rubén León.

Pero ante aquel episodio violento, el también animador no quería saber nada del hijo predilecto de Gotham. Estando a la mitad de completar el guión de la película “La Máscara del Fantasma”, el originario de Nueva York ya no encontraba sentido en las historias de fantasía animada. Después de todo, ¿cómo podía escribir sobre la inminencia de la justicia, cuando las vivencias personales le demostraban que ésta llega más tarde que temprano? ¿Cómo crear argumentos en torno a un vigilante protector de inocentes, cuando las heridas en su cuerpo parecían dispuestas a no borrarse? En su cabeza, el propósito de tejer historias de heroísmo frente a las fauces de la criminalidad, había llegado a una aparente desaparición. ¿Dónde estaba el murciélago cuando él más lo necesitaba? ¿Dónde estaba cuando los golpes de los asaltantes le cortaban la respiración?

Se prometió no escribir sobre Batman nunca más.

El héroe hacia adentro

Pero un necesario periodo de introspección ocurrió en la vida de Dini. Como lo sugiere Dark Night, su mente era un terreno en disputa: la energía creativa que lo impulsaba a volver a tomar la pluma y sobreponerse, por un lado, y por el otro una profunda depresión que lo mantenía recluido en su habitación. En el cómic, los personajes de Batman y el Joker (entre otros de la galería villanesca), sirven de coro griego a un debate interno donde el autor confronta sus propios miedos y detalla cómo fue dejando atrás, poco a poco, esa compleja etapa.

Advertisement

Con el tiempo, Paul Dini aprendió que el poder de Batman no radica en el heroísmo de una figura externa que un día llega a tendernos la mano. La verdadera valía del personaje reside en el mensaje de redención imbuido en su historia de origen. En la decisión consciente de aquel que padeció los horrores más inesperados, para revertir su miedo y transformarlo en el arma principal de su arsenal. En el multimillonario que decidió poner sus tareas empresariales (y su fortuna) al servicio de una venganza tan extravagante como inspiradora. Bruce Wayne es, al fin y al cabo, “la tercera víctima y único sobreviviente de un doble homicidio”, como lo describe Roberto Coria. Es el ser humano sobreponiéndose a la tragedia.

De ese modo, Dini reencontró su propósito artístico y prometió no volver a enemistarse con aquella otra víctima de la noche. A partir de entonces, su pluma nunca dejaría de estar al servicio del justiciero morador de las sombras.

A las puertas de la noche

Batman cumple ochenta años y, al igual que otros superhéroes octogenarios como Superman o la Mujer Maravilla, el atractivo del personaje es difícil de describir. Como ocurre con el último hijo de Kripton, su popularidad está íntimamente ligada al disfrute humano que se experimenta al escuchar historias de valentía inusitada y de combate a las injusticias. El alter ego de Clark Kent –quien además es el primer superhéroe de la historia–sugiere en su nombre los principios de la filosofía nietzscheana relativos a la concepción del hombre independiente, forjador de sus propios valores. El súper-hombre.

Sin embargo, aunque éste y todos los superhéroes portan dicha marca en el nombre de la categoría que los identifica, la conducta y los ideales que representa Superman están más cercanos a una raigambre kantiana. El héroe de Metrópolis responde a un patriotismo estadounidense totalizante que, no obstante, construye su identidad a partir de valores universales y heredados del humanismo. “La verdad, la justicia y el modo de vida americano”, reza la frase que popularizó el personaje desde sus primeros años de existencia.

Pero quizá como consecuencia de ello, ese superhombre de masas, en los términos de Umberto Eco, parecería destinado a un desfase (que no una desconexión) con la realidad del siglo XXI. Los conceptos de verdad y justicia se relativizan –para bien y para mal– en un contexto donde el dominio hegemónico de Estados Unidos está en tela de juicio perpetua. No sorprende, entonces, que un personaje como Batman sea el elegido para contar historias más cercanas al pesimismo antropológico. Desde sus motivaciones personales hasta su fascinante galería de villanos, constituyen elementos que responden con un realismo no tan obvio al constante cambio de las sociedades occidentales y/o capitalistas. Porque allá donde Superman irradia la luz del optimismo (lo cual en sí mismo es una pista de su vigencia), Batman desentraña entre las sombras los motivos del escepticismo.

Advertisement

Los mitos modernos

Pese a sus diferencias sustanciales, ambos personajes estarán vigentes por otros ochenta años o más, dialogando entre sí a través de los escritores, directores, guionistas y dibujantes que hoy les dan vida. Al fin y al cabo, ambos son miembros fundadores de la Liga de la Justicia. Y los dos son herederos del soft power de carácter cultural que Estados Unidos mantiene arraigado en sus relaciones con el mundo y en su propio ADN. Es imposible imaginar su desaparición, teniendo en cuenta su carácter de arquetipos aspiracionales.

Después de todo, los superhéroes se cuentan entre los nuevos dioses que Estados Unidos ideó frente a la ausencia de figuras mitológicas propias, como bien lo plantea Neil Gaiman (otro de los mejores escritores de Batman) en su monumental American Gods. En el caso particular del cumpleañero, nos encontramos frente a un personaje complejo, multidimensional y, en última instancia, sumamente atrayente. Batman representa la racionalización de los esfuerzos humanos, conscientes o inconscientes, por trascender. Simboliza la vital necesidad humana de perseverar frente a las adversidades y las tragedias.

Pero esa representación aspiracional también se encuentra matizada por una psicosis sutil o totalmente explícita, según quiera verse. La prueba más evidente es la manera poco ortodoxa en que Bruce Wayne decide ejecutar la promesa que les hizo a sus padres mientras contemplaba sus cuerpos moribundos sobre el suelo de Crime Alley. Porque aunado a todo ello, la idea de la familia también es una constante en las historias del murciélago. Personajes como Alfred o el Comisionado Gordon son relevantes no sólo en tanto que fungen como aliados del héroe, sino en cuanto que representan figuras paternas sustitutas, en las que Bruce edifica su cruzada voluntaria contra el crimen.

Son justo esas complejidades psicológicas, ese cóctel de rasgos opuestos, lo que ha llevado a muchos autores a destacar lo delgado de la línea que separa al enmascarado de su villano por antonomasia, el Joker. En las manos de Grant Morrison o Alan Moore, por ejemplo, Batman es retratado sin escatimar en contradicciones ni claroscuros, hasta el punto de provocar al lector o espectador con dudas sobre su verdadera naturaleza y los límites de su sociopatía. ¿Qué separa al ying del yang? ¿En dónde está la división entre uno y otro?

Quizá la respuesta definitiva se encuentra en el episodio piloto de “Batman del Futuro” (Batman Beyond), donde un Bruce Wayne entrado en años porta por última vez el traje de Batman, al verse casi obligado a utilizar un arma de fuego cuando intenta detener un atraco en progreso. Habiéndose jurado nunca matar ni disparar una pistola, Batman padece una humillación dolorosa que lo orilla a colgar la capa. Y ese apenas fue el inicio de uno de los capítulos más emocionantes en la historia animada de Batman (también co-escrito por Paul Dini, seis años después de su ataque).

Advertisement

El caballero de la noche

En Batman confluyen la sagacidad de Zorro, las habilidades detectivescas de Sherlock Holmes y la dualidad psicológica de Jekyll y Hyde. Todo ello revestido de la estética gótica de Drácula y del canon pulp. Ciudad Gótica, o Gotham, es el microcosmos cuya criminalidad urbana se parece a la de cualquier otra gran metrópoli. Para un niño de los noventa, las alcantarillas humeantes que rodean a cierto hotel tapatío frente a Plaza del Sol, siempre encontrarán su símil en las dos películas que hizo Tim Burton sobre el vigilante.

A la creación de Bob Kane y Bill Finger le quedan muchas historias por delante. Seguramente a ambos les tomarían por sorpresa las múltiples reinterpretaciones de su paladín enmascarado. Pero quizá más gratamente sorprendido quedaría Bill Finger, quien apenas comienza a recibir el reconocimiento que en vida nunca obtuvo. Finger fue el responsable de delinear el perfil y apariencia del personaje, de idear la ciudad en que se desenvuelve y concebir tanto su historia de origen como a su villano más célebre. Kane, por su parte, se encargaría de inmortalizar para siempre un boceto de Leonardo Da Vinci que le impactó cuando visitaba una exposición de sus notas e inventos. Mismo que le sirvió de inspiración para crear al superhéroe.

Válido como escapismo sin pretensiones, o como un caso de estudio digno de los círculos académicos de Oxford, Batman existirá mientras exista la cultura popular. Desde los tiempos de Neal Adams y Denny O’Neil, hasta la dupla de Scott Snyder y Greg Capullo; desde Frank Miller a Tom King, pasando por Mike Mignola; en llaveros, en corbatas y hasta en ropa interior; personificado por Lewis Wilson, Adam West, Christian Bale, Michael Keaton o Ben Affleck; en papel, en celuloide, en consolas y en realidad virtual; o en paperback o en la enésima edición ultímate-deluxe-complete de pasta dura; en las tiendas de cómics, en los puestos de revistas, vía Amazon y hasta en la fila del súper.

Desde el número 27 de Detective Comics (publicado entre marzo y mayo de 1939), la noche tiene nombre propio. Y apenas cumplió ochenta años.

Recomendaciones para el festejo:

Condensar ocho décadas de historias en un solo espacio es imposible. Batman es uno de los personajes de cómics con una historia de publicaciones tan variada como inabarcable. A continuación, algunas recomendaciones para festejar los primeros ochenta años del hombre murciélago en forma de cómic. Se incluyen historias que sirven como una introducción para quien apenas conoce a Batman, y para deleitar a los fanáticos de larga data. ¡Y todo esto sin contar las series, películas y videojuegos!

Advertisement

#Batman80

Cómic:

  • Dark Night: a true Batman Story. Con guión de Paul Dini y arte de Eduardo Risso.
  • Batman: Nöel. Basada en “Canción de Navidad” de Charles Dickens y adaptada e ilustrada por Lee Bermejo.
  • Batman: The Long Halloween. Escrita por Jeph Loeb con lápices de Tim Sale.
  • The Dark Knight Returns. La imprescindible obra maestra de Frank Miller, quien la escribe y dibuja.
  • Batman Year One. Un perfecto ejercicio de noir en los cómics, también a cargo de Miller y con arte de David Mazzucchelli.
  • Batman: The Killing Joke. El célebre y perturbador estudio sobre el Joker, de la mano de Alan Moore y Brian Bolland.
  • Whatever Happened to the Caped Crusader? Escrito por Neil Gaiman e ilustrado por Andy Kubert.
  • Arkham Asylum: A Serious House on Serious Earth. Con un incisivo guión de Grant Morrison y dibujos de Dave McKean que parecen sacados de uno de esos “sueños” cuando tenemos fiebre.
  • Los 3 primeros volúmenes de la colaboración entre Snyder y Capullo para los New 52 (el previo reinicio del universo DC en 2011): Court of Owls, Night of the Owls y Death of the Family. Para quien termina los 10 arcos argumentales de Snyder y Capullo, el reciente evento Metal es una recompensa emocionante con ramificaciones en todos los títulos de la editorial. Uno de los crossovers más ambiciosos y mejor ejecutados de la historia de los cómics.

Discusiones y análisis académico:

A lo largo y ancho del internet existen incontables discusiones y entrevistas con los guionistas y dibujantes más representativos de la historia de Batman, fácilmente accesibles en Youtube. Pero dada la ocasión, compartimos “Felices 80, Batman” una edición especial del Encuentro Internacional de Narrativa Gráfica, organizado por Cultura UNAM y la Cátedra Extraordinaria de Fomento a la Lectura “José Emilio Pacheco”; ambos pertenecientes a la Universidad Nacional Autónoma de México.

Días

1:

 

2:

 

3:

 

           


 

Advertisement

Cristian J. Vargas Díaz es licenciado en Relaciones Internacionales por la Universidad de Guadalajara e “intrigoso” como consecuencia. Les debe a RayBradbury, Juan Rulfo y Thomas Mann su gusto por la literatura y su vejez prematura. Cinéfilo y “seriéfago” enfermizo, sigue aprendiendo a escribir.

 

Leave a Reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

LO MÁS VISTO

Salir de la versión móvil