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El Conde: Una audaz alegoría en blanco y negro sobre el dictador Pinochet

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En «El Conde», la última película del cineasta chileno Pablo Larraín, el dictador chileno Augusto Pinochet no está muerto, sino que es un vampiro de 250 años que vive en semiexilio y ansía la muerte. 

Esta película, que se estrenará en cines el próximo viernes y llegará a Netflix el 15 de septiembre, ofrece una audaz alegoría sobre la tendencia de la historia a repetirse.

La historia se desarrolla en torno al 50 aniversario del golpe del 11 de septiembre de 1973, que llevó a Pinochet al poder durante casi 17 años. 

El régimen de Pinochet dejó un legado de represión, tortura y desapariciones en nombre de la lucha contra el comunismo. Sin embargo, para algunos en Chile, este legado aún perdura de una manera inquietante.

Larraín, conocido por películas como «Spencer», «Jackie» y «No», se considera a sí mismo un cineasta político y ha abordado la figura de Pinochet en películas anteriores. 

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En «El Conde», utiliza la sátira y la farsa política para exponer la verdadera naturaleza de un dictador que nunca enfrentó la verdadera justicia.

La trama se centra en Pinochet, interpretado por Jaime Vadell, quien vuela por Chile como un anciano malvado e indeciso entre cazar o abstenerse de sangre y dejar que su reloj biológico se agote.

La película también presenta a Alfredo Castro como su fiel mayordomo, un personaje que también anhela sangre, y a Gloria Münchmeyer como su siniestra esposa Lucía.

La llegada de una joven contadora y aspirante a monja (Paula Luchsinger) agrega un giro inesperado a la trama, mientras intenta auditar los activos del general y, al mismo tiempo, exorcizarlo. Su personaje, que oculta su astucia detrás de una apariencia inocente, es un guiño a Renée Jeanne Falconetti en «La Pasión de Juana de Arco».

«El Conde» es una película que desafía las expectativas y ofrece una experiencia cinematográfica embriagadora. 

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La trama se desarrolla a un ritmo vertiginoso, con diálogos afilados que mantienen al espectador completamente absorbido. La película también cuenta con un narrador que agrega un toque caprichosamente macabro a la narrativa.

Esta pesadilla fantástica y alegórica no busca ser una lección de historia, pero proporciona información de manera ágil y fascinante. 

Además, la cinematografía de Ed Lachman, conocido por su trabajo en «Carol» y “Las Virgenes Suicidas», es sublime y agrega una dimensión visual única a la película.

«El Conde» podría extender su premisa un poco más allá de lo necesario, pero en última instancia ofrece una experiencia cinematográfica impactante y sobrecogedora que se mantendrá en la mente del espectador mucho después de que termine. Sin duda, esta película merece ser vista y reflexionada.

Duración: 110 minutos.

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Con información de AP 

 

 

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