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Steven Wilson en Guadalajara, después de ocho años

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Steven Wilson en Guadalajara, después de ocho años…

La presentación de Steven Wilson el pasado 17 de mayo en el Teatro Diana, no solo superó las expectativas, también nos dejó con una interrogante: ¿Por qué tardó tanto en regresar?

Fotografías: ACK Promote / Leslie del Moral

Los fans

Tuvieron que pasar ocho años para poder disfrutar una presentación de Steven Wilson en nuestra ciudad.  Muchos viajaron a la capital en 2012 y 2016 para no perderse sus actuaciones, otros no corrimos con tal suerte. La gente comenzó a congregarse a las afueras del teatro en torno a las 8 p.m. Algunos para adquirir boletos, otros para disfrutar de una bebida previa, muchos conscientes de que la presentación iniciaría estrictamente al filo de las 9 p.m., cosa que no se cumplió, ya que comenzó a las 8:59 y algunos debieron correr en la oscuridad a sus asientos.

El video introductorio “Truth” fue el encargado de preparar el terreno y dar una idea general de los contenidos de To the Bone: la manipulación mediática. La vida contemporánea y sus contradicciones e imposturas. Los conflictos derivados del extremismo religioso. La demagogia política y todas las distorsiones posibles que se generan en una sociedad, en la que abunda la información, y que paradójicamente no por ello se está más cerca de la verdad.

La reflexión generada por la ominosa introducción, se desvaneció con los primeros acordes; de “Nowhere Now”  y una fuerte ovación que daba la bienvenida a Adam Holzman (teclados), Nick Beggs (bajo), Alex Hutchings (guitarra), Craig Bundell (batería)  y Wilson (voz y guitarra).

“Pariah” fue el segundo tema consecutivo; en el que al finalizar, el vocalista entabló el primer dialogo con la audiencia, para sondear quienes habían estado en la presentación con Porcupine Tree en 2010. A lo que algunas manos se levantaron e inmediatamente cuestionó «¿Fue bueno?», ante la respuesta afirmativa sentenció: «Pues este será mejor». Lo que desató de nuevo la euforia de los asistentes.

Deleite auditivo

La primera descarga de adrenalina se dio con el tercer tema: “Home Invasion/Regret 9” del Hand. Cannot. Erase, seguida de la primera sorpresa de la noche con “The Creator has a Master Tape”  de Porcupine Tree. De la fuerza, se dio un giro abrupto con “Refuge”, y su reflexión en torno a la crisis humanitaria de los refugiados en el mundo, con imágenes alusivas y poderosas a tal situación. Acto seguido Wilson hizo gala de su Fender Stratoscaster para bromear respecto a que los más jóvenes no conocían tal instrumento, pero que esperaba que pronto volvieran a estar en boga y de tal modo inició la rabiosa “People Who Eat Darkness”, seguida del rock progresivo “Ancestral” y sus trece minutos de duración. Ante tal despliegue sonoro, y el embotamiento sensorial, se daba una tregua de quince minutos para relajar los oídos y tomar aliento.

Al regreso, revisitábamos 1999  con la emotiva “Don´t Hate Me” que al concluir daba paso a la interacción más larga del recital, que se dio previamente a “Permanating” , pieza que el cantante presumió como “su contribución a la música   y a la alegría”, y que además acotó, es su  única composición que ha sido capaz de hacer que los más rudos bailen, exceptuando a aquellos que visten playeras de King Crimson, intervención llena de referencias melómanas en torno al pop y el rechazo que produce la palabra.

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Explosión sensorial

En fin, de forma muy fina se burló de la doble moral que existe entre cierto sector de los aficionados a la música: se acepta a The Beatles pero se reniega de Abba. Wilson provocaba al público y también invitaba al baile. El exhorto tuvo respuesta y por algunos minutos el ambiente se volvió festivo y multicolor.

Del gozo y la alegría arribamos a la densidad, lentamente se descendió a la oscura “Song of I” pasando a la tierna y retorcida “Lazarus” del Deadwing, una vez más bajo el cobijo del árbol de puercoespines, y cerrando el bloque sombrío con “Detonation”.

Despedida

El rock pop corrosivo de “The Same Asylum As Before” elevó los decaídos ánimos, para dar paso a la angustia de “Heart Attack in a Laybay” y su tensa calma, tema que fue hilado con la potente instrumental “Vermillioncore” del E.P. 4 ½.  El coqueteo con el metal y la electrónica hizo su aparición con “Sleep Together” de Fear of a Blank Planet con lo que finalizaban el set principal. Ante la petición de encore, Wilson regresó acompañado solo de su guitarra y un amplificador de bulbos para interpretar “Even Less”; que dedicó a aquellos que lo han seguido por más de diez años. “The sound of Muzak” fue otra de las sorpresas de la noche; ya que Wilson conoce qué temas impactan en la audiencia, y fue de las más celebradas y coreadas de la noche.

El corte final fue la hipnótica “The Raven that Refuse to Sing” para recibir la ovación final y la genuflexión de agradecimiento de los músicos.  Muchos aún sedientos de música, otros con satisfacción abandonaban el recinto. Sin duda una noche memorable: el audio impecable, el espectáculo visual impresionante, los músicos en su mejor forma; dando muestra de su calidad y virtuosismo; un set que sin ser complaciente, abarcó diversas etapas de la carrera del compositor inglés, aunado a un público receptivo que mezcló viejos y nuevos seguidores, y que seguramente atrapó a los que fueron solamente por la recomendación. Ante tal escenario, solo queda el deseo de que la espera no sea tan larga la próxima vez.

 

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David Rangel    Alternativa    Entretenimiento    Música alternativa

 

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